Critican expertos que Gordillo califique de monstruos a escuelas
Laura Poy Solano
La Jornada
Viernes 24 de junio de 2011
Aunque para la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo las normales públicas ya no son ni siquiera escuelas patitos sino “monstruos”, sus egresados lograron en el pasado examen nacional para obtener una plaza el mejor desempeño en comparación con los profesionales de otras instituciones –uno de cada tres obtuvo un nivel aceptable–: 85 por ciento mejoró o construyó aulas y los planteles rurales mostraron un despunte significativo, ya que casi 50 por ciento de sus egresados acreditó la prueba el año pasado para ingresar al servicio docente.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el perfil académico de los profesores de tiempo completo con maestría o doctorado en las normales públicas se elevó de 28.9 a 35.7 por ciento en tres años.
Sin embargo, en la década pasada –con las administraciones del PAN– ha disminuido significativamente la matrícula de las escuelas formadoras de maestros. A finales de los noventa, la población estudiantil llegó a 210 mil 544 alumnos, pero a partir del año 2000 la matrícula vino en picada hasta registrar 128 mil 433 alumnos en el ciclo 2009-2010, lo cual significa una pérdida de 60 por ciento de los estudiantes.
En el país hay 450 normales, de las cuales 265, esto es, 59 por ciento, son públicas, y 185, que significa 41 por ciento, privadas.
Con base en los programas impartidos, 26 por ciento son licenciaturas en prescolar, 30 por ciento son de primaria y 28 por ciento de secundaria. A las licenciaturas en enseñanza especial les corresponde 6.6 por ciento, a la de educación física 7.3 por ciento, mientras que los estudios de primaria intercultural bilingüe tienen 2 por ciento. Y hay otras modalidades, como la educación inicial, con una participación menor.
La última reforma en la educación normal fue la de 1997-1999. Y en esta administración iniciará una nueva transformación curricular, a partir del próximo ciclo escolar, en agosto de este año.
Según los informes de la dependencia encabezada por Alonso Lujambio, hay dos aspectos centrales en la política para estos centros: regular la matrícula y, junto con ello, establecer “nuevos protocolos para el ingreso” a las normales. A raíz de ello se perdió la asignación automática de las plazas para los egresados de los centros públicos.
En el seno del Consejo Nacional de Autoridades Educativas (Conaedu) se han tomado diversos acuerdos para implementar lo anterior. Así, en el convenio GT-EN.3ª.4, las 32 entidades federativas resolvieron “avanzar en la configuración del Sistema Nacional de Planeación de la Educación Normal y en la regulación de la matrícula de las instituciones formadoras de docentes”.
En el acuerdo GT-EN.10ª.2 decidieron “reforzar las acciones para mejorar la planeación de la matrícula y el proceso de ingreso a las escuelas normales en el ciclo escolar 2011-2012”. Así, en todos los estados de la República se ha aplicado la metodología propuesta por la SEP para “regular la matrícula”.
Laura Poy Solano
La Jornada
Viernes 24 de junio de 2011
Desaparecer las escuelas normales sería uno de los “más graves errores” del sistema educativo nacional, no sólo porque se carece de un modelo público alternativo de formación para el magisterio, sino también porque “los profesores egresados de sus aulas han sido por décadas los únicos que han llegado a las comunidades más empobrecidas y lejanas para educar a miles de mexicanos, tarea que ningún egresado de licenciatura o posgrado querrá hacer”, aseguraron especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En entrevista, afirmaron que antes de aplicar adjetivos como “monstruos” o escuelas patito, es necesario realizar una análisis de lo que “han sido las normales, su financiamiento y objetivos pedagógicos. No podemos desecharlas o decir que son un monstruo si antes no evaluamos qué resultados han obtenido, y si no alcanzaron las metas, identificar cuál fue la razón. No podemos aceptar la desaparición de un sistema de formación de docentes que ha dado a México excelentes maestros, sin que se nos diga por qué y qué modelo lo sustituiría”.
Teresa Farfán Cabrera, investigadora de la UAM-Xochimilco, experta en planeación y desarrollo de la educación, destacó que “estamos ante un problema multifactorial en el que por un lado está la tarea formativa que han cumplido las normales y, por otra, un modelo educativo neoliberal que se busca imponer desde el gobierno federal y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que encabeza Elba Esther Gordillo Morales”.
Desigual competencia
Los maestros normalistas, agregó, enfrentan una competencia desigual, porque son ellos quienes por décadas han atendido a los alumnos en las comunidades más empobrecidas del país con “muy bajos salarios y en condiciones precarias”. Ahora se les pide que enseñen por competencias, que den resultados a través de la prueba Enlace, cuando no han tenido acceso a mejores salarios ni condiciones laborales, “y de esto no se puede culpar a la educación normalista”.
Sergio Martínez Romo, especialista en política educativa y catedrático de la UAM-Xochimilco, aseguró que considerar a las normales como “monstruos” no es ningún “análisis serio. Sólo puede generarse en un contexto político-electoral que busca mostrar la fuerza de un sindicato y de su aparato para negociar mejores posiciones políticas”.
Cerrar las normales, indicó, no es ninguna solución. Además cabe preguntarle al presidente de Fundación Televisa y Mexicanos Primero, Claudio X. González –quien demandó el cierre de estas instituciones por ser un “hervidero de política y de grilla”–, a qué normales se refiere, “porque hace muchos años que funcionan normales privadas, algunas de excelente calidad, pero muchas otras han sido sólo un buen negocio”.
Indicaron que las normales demandan una reforma profunda de su modelo pedagógico, pero “aún son vigentes los objetivos que les dieron origen, pues hay mexicanos a quienes no les han garantizado su derecho a acceder a una educación laica, gratuita y obligatoria como establece la Constitución”.
En entrevista, afirmaron que antes de aplicar adjetivos como “monstruos” o escuelas patito, es necesario realizar una análisis de lo que “han sido las normales, su financiamiento y objetivos pedagógicos. No podemos desecharlas o decir que son un monstruo si antes no evaluamos qué resultados han obtenido, y si no alcanzaron las metas, identificar cuál fue la razón. No podemos aceptar la desaparición de un sistema de formación de docentes que ha dado a México excelentes maestros, sin que se nos diga por qué y qué modelo lo sustituiría”.
Teresa Farfán Cabrera, investigadora de la UAM-Xochimilco, experta en planeación y desarrollo de la educación, destacó que “estamos ante un problema multifactorial en el que por un lado está la tarea formativa que han cumplido las normales y, por otra, un modelo educativo neoliberal que se busca imponer desde el gobierno federal y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que encabeza Elba Esther Gordillo Morales”.
Desigual competencia
Los maestros normalistas, agregó, enfrentan una competencia desigual, porque son ellos quienes por décadas han atendido a los alumnos en las comunidades más empobrecidas del país con “muy bajos salarios y en condiciones precarias”. Ahora se les pide que enseñen por competencias, que den resultados a través de la prueba Enlace, cuando no han tenido acceso a mejores salarios ni condiciones laborales, “y de esto no se puede culpar a la educación normalista”.
Sergio Martínez Romo, especialista en política educativa y catedrático de la UAM-Xochimilco, aseguró que considerar a las normales como “monstruos” no es ningún “análisis serio. Sólo puede generarse en un contexto político-electoral que busca mostrar la fuerza de un sindicato y de su aparato para negociar mejores posiciones políticas”.
Cerrar las normales, indicó, no es ninguna solución. Además cabe preguntarle al presidente de Fundación Televisa y Mexicanos Primero, Claudio X. González –quien demandó el cierre de estas instituciones por ser un “hervidero de política y de grilla”–, a qué normales se refiere, “porque hace muchos años que funcionan normales privadas, algunas de excelente calidad, pero muchas otras han sido sólo un buen negocio”.
Indicaron que las normales demandan una reforma profunda de su modelo pedagógico, pero “aún son vigentes los objetivos que les dieron origen, pues hay mexicanos a quienes no les han garantizado su derecho a acceder a una educación laica, gratuita y obligatoria como establece la Constitución”.
Egresados de normales, con mejores resultados en concurso para docentes
Karina Avilés
La Jornada
Viernes 24 de junio de 2011
Karina Avilés
La Jornada
Viernes 24 de junio de 2011
Aunque para la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo las normales públicas ya no son ni siquiera escuelas patitos sino “monstruos”, sus egresados lograron en el pasado examen nacional para obtener una plaza el mejor desempeño en comparación con los profesionales de otras instituciones –uno de cada tres obtuvo un nivel aceptable–: 85 por ciento mejoró o construyó aulas y los planteles rurales mostraron un despunte significativo, ya que casi 50 por ciento de sus egresados acreditó la prueba el año pasado para ingresar al servicio docente.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el perfil académico de los profesores de tiempo completo con maestría o doctorado en las normales públicas se elevó de 28.9 a 35.7 por ciento en tres años.
Sin embargo, en la década pasada –con las administraciones del PAN– ha disminuido significativamente la matrícula de las escuelas formadoras de maestros. A finales de los noventa, la población estudiantil llegó a 210 mil 544 alumnos, pero a partir del año 2000 la matrícula vino en picada hasta registrar 128 mil 433 alumnos en el ciclo 2009-2010, lo cual significa una pérdida de 60 por ciento de los estudiantes.
En el país hay 450 normales, de las cuales 265, esto es, 59 por ciento, son públicas, y 185, que significa 41 por ciento, privadas.
Con base en los programas impartidos, 26 por ciento son licenciaturas en prescolar, 30 por ciento son de primaria y 28 por ciento de secundaria. A las licenciaturas en enseñanza especial les corresponde 6.6 por ciento, a la de educación física 7.3 por ciento, mientras que los estudios de primaria intercultural bilingüe tienen 2 por ciento. Y hay otras modalidades, como la educación inicial, con una participación menor.
La última reforma en la educación normal fue la de 1997-1999. Y en esta administración iniciará una nueva transformación curricular, a partir del próximo ciclo escolar, en agosto de este año.
Según los informes de la dependencia encabezada por Alonso Lujambio, hay dos aspectos centrales en la política para estos centros: regular la matrícula y, junto con ello, establecer “nuevos protocolos para el ingreso” a las normales. A raíz de ello se perdió la asignación automática de las plazas para los egresados de los centros públicos.
En el seno del Consejo Nacional de Autoridades Educativas (Conaedu) se han tomado diversos acuerdos para implementar lo anterior. Así, en el convenio GT-EN.3ª.4, las 32 entidades federativas resolvieron “avanzar en la configuración del Sistema Nacional de Planeación de la Educación Normal y en la regulación de la matrícula de las instituciones formadoras de docentes”.
En el acuerdo GT-EN.10ª.2 decidieron “reforzar las acciones para mejorar la planeación de la matrícula y el proceso de ingreso a las escuelas normales en el ciclo escolar 2011-2012”. Así, en todos los estados de la República se ha aplicado la metodología propuesta por la SEP para “regular la matrícula”.
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