Dossier 1. Para entender lo que está pasando en Palestina

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Banqueros anglosajones organizaron la Segunda Guerra Mundial - Valentin Katasonov (Dossier Especial - Segunda Guerra Mundial)

Banqueros anglosajones organizaron la Segunda Guerra Mundial

Valentin Katasonov

https://www.voltairenet.org/article187569.html


En ocasión del 70º aniversario de la Victoria sobre el nazismo publicamos un estudio de Valentín Katasonov sobre el financiamiento del partido nazi y el rearme del III Reich. El autor se basa en documentos publicados en 2012 que confirman que banqueros estadounidenses y británicos organizaron la Segunda Guerra Mundial, con la complicidad del presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt y del primer ministro británico Neville Chamberlain y con la esperanza de acabar con la Unión Soviética. Este estudio sugiere una serie de interrogantes que serán objeto de un próximo artículo.


De izquierda a derecha, Hjalmar Schacht, ministro de Economía de Hitler, con su buen amigo Montagu Norman, gobernador del Banco de Inglaterra de 1920 a 1944. Según los documentos del Banco de Inglaterra revelados en 2012, el oro de Checoslovaquia había sido depositado en Londres en una subcuenta a nombre del Banco de Pagos Internacionales (BPI). Cuando los nazis entraron en Praga, en marzo de 1939, de inmediato enviaron soldados al Banco Nacional. Los administradores recibieron orden, bajo amenaza de muerte, de emitir dos órdenes de transferencia. La primera ordenaba al BPI transferir 23,1 toneladas de oro de su subcuenta checoeslovaca en el Banco de Inglaterra a la subcuenta del Reichsbank, también en el Banco de Inglaterra. La segunda orden encargaba al Banco de Inglaterra transferir unas 27 toneladas de oro del Banco Nacional de Checoeslovaquia a la subcuenta del BPI en el Banco de Inglaterra.

La Segunda Guerra Mundial no fue provocada por un rabioso Fuhrer que se había apoderado de Alemania. La Segunda Guerra Mundial es obra de una oligarquía mundial, o más exactamente de los plutócratas anglo-estadounidenses.

Utilizando instrumentos como la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco de Inglaterra, esos elementos comenzaron a preparar el siguiente conflicto de envergadura planetaria inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial. Su blanco era la Unión Soviética.

Los planes Dawes y Young, la creación del Banco de Pagos Internacionales (BPI) [1], la suspensión del pago por parte de Alemania de las reparaciones de guerra previstas en el Tratado de Versalles y la aceptación de aquella decisión por los ex aliados de Rusia, las masivas inversiones extranjeras en la economía del III Reich, la militarización de la economía alemana y las violaciones del Tratado de Versalles son etapas en el camino que conduce a la guerra.

Detrás de aquel complot se hallaban personajes claves: los Rockefeller, los Morgan, Lord Montagu Norman (gobernador del Banco de Inglaterra) y Hjalmar Schacht (presidente del Reichsbank y ministro de Economía del gobierno de Hitler). El programa estratégico de los Rockefeller y los Morgan era sojuzgar Europa económicamente, saturar Alemania de inversiones y créditos extranjeros y empujarla a asestar un golpe mortal a la Rusia soviética para que esta última volviese al capitalismo, en calidad de colonia.

Montagu Norman (1871-1950) desempeñó un papel importante como intermediario en el diálogo entre los medios financieros estadounidenses y los jefes de empresas alemanas. Hjalmar Schacht organizó la reconstrucción del sector vinculado a la defensa en la economía alemana. La operación de los plutócratas contaba con la cobertura que le ofrecían políticos como Franklin Roosevelt, Neville Chamberlain y Winston Churchill. En Alemania los ejecutores de aquellos proyectos eran Hitler y Hjalmar Schacht. Según varios historiadores, Hjalmar Schacht desempeñó un papel más importante que Hitler, pero se mantenía en la sombra.

Al término de la Primera Guerra Mundial, el Plan Dawes tenía como objetivo comprometer la Triple Entente y cobrar las reparaciones de guerra que debía pagar Alemania. El Plan Daves –propuesto por el Comité presidido por Charles G. Dawes– designaba un intento realizado en 1924 por resolver el problema de las reparaciones de guerra, que estaba minando la política internacional desde el fin de la Primera Guerra Mundial y la firma del Tratado de Versalles –reticente, Francia cobró más del 50% del monto de las reparaciones. Entre 1924 y 1929, Alemania recibió 2 500 millones de dólares de Estados Unidos y 1 500 millones de Gran Bretaña en el marco del Plan Dawes. Son sumas considerables que corresponden a 1 000 millardos [2] de dólares actuales.

Hjalmar Schacht desempeñó un papel activo en la aplicación del Plan Dawes. En 1929, resumió los resultados del plan declarando que Alemania había recibido en 5 años más préstamos extranjeros que Estados Unidos en los 40 años anteriores a la Primera Guerra Mundial. Por consiguiente, en 1929, Alemania se había convertido en la segunda potencia industrial a nivel mundial, por delante de Gran Bretaña.

Durante los años 1930, Alemania siguió obteniendo inversiones y préstamos. Redactado en 1929 y adoptado oficialmente en 1930, el denominado Plan Dawes era un programa tendiente a garantizar el pago de las deudas de guerra que Alemania debía pagar al término de la Primera Guerra Mundial. Fue presentado por el comité presidido (de 1929 a 1930) por el industrial estadounidense Owen D. Young, fundador y primer presidente de la RCA (Radio Corporation of America). En aquella época, Young era también miembro del consejo de administración de la Fundación Rockefeller y había sido, además, uno de los representantes implicados en un dispositivo de rediseño de las reparaciones de guerra, el Plan Dawes de 1924.

Según el plan, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) fue creado en 1930 para que Alemania pagase las reparaciones a los vencedores. En realidad, el dinero tomó un camino muy diferente: salió de Estados Unidos y Gran Bretaña para aterrizar en Alemania.

El capital de la mayoría de las empresas alemanas estratégicamente importantes era, parcial o completamente, estadounidense. Una parte estaba bajo control de los inversionistas británicos. Los sectores como las refinerías de petróleo y el proceso de licuefacción de carbón de la economía alemana estaban en manos de Standard Oil, perteneciente a los Rockefeller. El gigante de la industria química Farbenindustrie AG pasó al control del grupo Morgan. Un 40% de la red telefónica y un 30% de las acciones de Focke Wulf se hallaban bajo control de la firma estadounidense ITT. La radio y los gigantes de la industria eléctrica AEG, Siemens y Osram pasaron al control de General Electric, de Estados Unidos. ITT y General Electric eran parte del imperio Morgan. El 100% de las acciones de Volkswagen pertenecía a Ford, también de Estados Unidos.

En el momento de la llegada de Hitler al poder, el capital financiero estadounidense controlaba, como vemos, prácticamente todos los sectores de importancia estratégica de la industria alemana –refinerías de petróleo, producción de combustible líquido a partir del carbón, química, construcción de vehículos automotores, ingeniería eléctrica, radio– así como gran parte de la industria de construcción mecánica (278 empresas en total). Los grandes bancos alemanes, como el Deutsche Bank, el Dresdner Bank, el Donat Bank y otros, se hallaban bajo control estadounidense.

El 30 de enero de 1938, Hitler se convertía en canciller de Alemania. Pero antes, los banqueros estadounidenses habían estudiado muy cuidadosamente su candidatura. Hjalmar Schacht había viajado a Estados Unidos durante el otoño de 1930 para hablar de aquella nominación con varios colegas estadounidenses. La designación de Hitler fue aprobada finalmente durante una reunión secreta de personalidades de las finanzas en Estados Unidos. En 1932, Schacht pasó todo el año convenciendo a los banqueros alemanes de que el mejor candidato al cargo de canciller era Hitler. Y lo logró.

A mediados de noviembre de 1932, 17 de los más poderosos banqueros e industriales alemanes dirigieron al presidente Hindenburg una carta exigiéndole que nombrara canciller a Hitler. La última reunión de trabajo de los financieros alemanes previa a la elección tuvo lugar el 4 de enero de 1933 en Colonia, en la residencia del banquero Kurt von Schroder. El partido nazi llegó al poder inmediatamente después. Las relaciones financieras y económicas de Alemania con los anglosajones se hicieron entonces aún más estrechas.

Hitler anunció inmediatamente su negativa a pagar las reparaciones de guerra. Puso en duda que Inglaterra y Francia pudiesen pagar sus propias deudas, acumuladas durante la Primera Guerra Mundial, a Estados Unidos. Se reunió con el presidente Franklin Roosevelt y con los grandes banqueros estadounidenses para pedir una línea de crédito por 1 000 millones de dólares.

En junio del mismo año, Hjalmar Schacht viajó a Londres para entrevistarse con Montagu Norman. Los británicos accedieron a conceder un préstamo de 2 000 millones de dólares. No pusieron ninguna objeción en cuanto a la decisión de Alemania de suspender el pago de su deuda.

Según algunos historiadores, Estados Unidos y Gran Bretaña se mostraron tan complacientes porque, desde 1932, la Unión Soviética había implementado su plan quinquenal de desarrollo económico tendiente a alcanzar nuevas metas como potencia industrial. En el sector de la industria pesada habían surgido miles de empresas y la dependencia de la URSS en materia de importación de productos industriales había disminuido considerablemente. Como consecuencia de ello, las posibilidades de estrangular económicamente a la Unión Soviética se habían reducido prácticamente a cero. Se decidió entonces recurrir a la guerra y, en función de ese objetivo, emprender la militarización acelerada de Alemania.

Para esta última, la obtención de créditos en Estados Unidos no presentaba prácticamente ningún problema. Hitler había llegado al poder en Alemania casi al mismo tiempo que Franklin Roosevelt en Estados Unidos. Los banqueros que apoyaron a Hitler en 1931 son precisamente los mismos que apoyaron la elección de Roosevelt. Ya en el cargo, el nuevo presidente no podía hacer otra cosa que conceder generosos créditos a Alemania. Por cierto, muchos notaron la gran similitud entre el New Deal de Roosevelt y la política económica del III Reich. No había en ello nada sorprendente ya que eran los mismos quienes estaban garantizando con sus consejos el salvamento de los dos gobiernos. Y representaban principalmente los medios financieros estadounidenses.

El New Deal de Roosevelt no tardó presentar problemas. En 1937, Estados Unidos se hundía en la crisis económica. En 1939, la economía estadounidense funcionaba a un 33% de su capacidad industrial (19% en los peores momentos de la crisis registrada de 1929 a 1933).

Rexford G. Tugwell, un economista del primer Brain Trust, un equipo de académicos de la Universidad de Columbia creado por Franklin Roosevelt y que contribuyó a las recomendaciones políticas que condujeron al New Deal de ese presidente, escribía en 1939 que la administración había fracasado. La situación se mantuvo sin cambios hasta que Hitler invadió Polonia. Sólo los poderosos vientos de la guerra podían disipar la bruma. Todas las iniciativa de Roosevelt estaban condenadas al fracaso [3]. Lo único que podía salvar el capitalismo estadounidense era una guerra mundial. En 1939, los plutócratas recurrieron a todos los medios a su disposición para presionar a Hitler e incitarlo a desatar una guerra a gran escala en el este de Europa.

El ya mencionado Banco de Pagos Internacionales (BPI) tuvo un papel importante en la Segunda Guerra Mundial. Verdadera cabeza de playa de los intereses estadounidenses en Europa, el BPI garantizaba el vínculo de las empresas de Estados Unidos y Gran Bretaña con las empresas alemanas. Era una especie de zona franca que protegía al capital cosmopolita ante iniciativas políticas, guerras, sanciones, etc.

El Banco de Pagos Internacionales se creó bajo la forma de una entidad comercial pública. Su inmunidad ante interferencias gubernamentales y, por ejemplo, los impuestos, estaba garantizada por el acuerdo internacional firmado en La Haya, en 1930.

Los banqueros de la Reserva Federal de Nueva York –muy vinculados a Morgan, a Montagu Norman (gobernador del Banco de Inglaterra) y a los financieros alemanes como Hjalmar Schacht (de quien ya hemos precisado que fue presidente del Reichsbank y ministro de Economía del gobierno de Hitler), Walther Funk (quien sustituyó a Hjalmar Schacht como presidente del Reichsbank) y Emil Puhl– desempeñaron todos un papel importante en la fundación del BPI. Entre sus fundadores figuraban los bancos centrales de Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y Bélgica, así como algunos bancos privados.

El Banco Federal de Nueva York hizo lo mejor que pudo, pero no estuvo entre los establecimientos fundadores del BPI. Estados Unidos estaba representado por First National Bank of New York, J.P. Morgan and Company, First National Bank of Chicago, pertenecientes todos al imperio Morgan. Japón también estuvo representado por bancos privados. En 1931-1932, 19 bancos centrales europeos se unían al Banco de Pagos Internacionales. Gates W. McGarrah, banquero del clan Rockefeller, fue el primer presidente del consejo de administración del BPI. Luego fue reemplazado por León Fraser, representante del clan Morgan. Durante la guerra, el presidente del BPI fue Thomas H. McKittrick, de Estados Unidos.

Mucho se ha escrito sobre las actividades del BPI al servicio de los intereses del III Reich. Entre otras cosas, estuvo implicado en transacciones con diferentes países, inclusive aquellos con los que Alemania estaba en guerra.

Después de Pearl Harbor, el Banco de Pagos Internacionales actuaba como corresponsal de la Federal Reserve Bank de Nueva York. Y durante la guerra estuvo bajo control de los nazis, a pesar de que su presidente era el estadounidense Thomas Huntington McKittrick. Mientras los soldados morían en los campos de batalla, la dirección del BPI se reunía en Basilea con los banqueros de Alemania, Japón, Italia, Bélgica, Gran Bretaña y Estados Unidos. Los representantes de las potencias beligerantes trabajaban tranquilamente, en un clima de comprensión mutua, en el oasis de paz suizo.

Fue en Suiza donde Alemania depositó, para mantenerlo a buen recaudo, el oro del que se había apoderado en los cuatro puntos cardinales de Europa. En marzo de 1938, cuando Hitler se apoderó de Viena, parte del oro de Austria había sido transferido a las cajas fuertes del BPI. Lo mismo había sucedido con el oro del Banco Nacional checoeslovaco (48 millones de dólares). Cuando estalló la guerra, el oro entraba constantemente al Banco de Pagos Internacionales. Alemania lo obtenía en los campos de concentración y mediante el saqueo de los países ocupados –incluyendo todo lo que pertenecía a los civiles: joyas, cigarreras, utensilios de todo tipo… dientes de oro. Fue todo eso lo que se ha dado en llamar “el oro nazi”. Se fundía en lingotes para almacenarlo en el Banco de Pagos Internacionales, en Suiza o fuera de Europa.

En su libro Trading With The Enemy: An Expose of The Nazi-American Money Plot 1933-1949, Charles Higham escribe que durante la Guerra los nazis transfirieron 378 millones de dólares a las cuentas del Banco de Pagos Internacionales.

Es importante mencionar el oro de Checoeslovaquia. Algunas informaciones han salido a la luz después de la apertura de los archivos del Banco de Inglaterra, en 2012, [4]. En marzo de 1939, Alemania ocupaba Praga. Los nazis exigieron 48 millones de dólares de las reservas nacionales de oro. Se les respondió que aquella suma ya había sido transferida al Banco de Pagos Internacionales. Por orden de Berlín, el oro fue transferido a la cuenta del Reichsbank en el mismo Banco de Pagos Internacionales. Posteriormente, el Banco de Inglaterra estuvo implicado en las transacciones efectuadas por orden del Reichsbank al Banco de Pagos Internacionales. Aquellas órdenes se retransmitían a Londres. Por consiguiente, hubo complicidad entre el Reichsbank alemán, el Banco de Pagos Internacionales y el Banco de Inglaterra. En 1939 estalló un escándalo en Gran Bretaña cuando se supo que el Banco de Inglaterra ejecutaba las transacciones con oro checo según las órdenes no del gobierno checo sino de Berlín o de Basilea. Por ejemplo, en junio de 1939, 3 meses antes del inicio de la guerra entre Gran Bretaña y Alemania, el Banco de Inglaterra ayudó a los nazis a transferir hacia la cuenta de Alemania el oro equivalente a 440 000 libras esterlinas y a enviar parte del oro a Nueva York -Alemania garantizaba así la neutralidad de Estados Unidos en caso de intervención alemana en Polonia.

Aquellas transacciones ilegales con oro checo se realizaron con el acuerdo tácito del gobierno de Gran Bretaña, que estaba perfectamente al corriente de lo que estaba sucediendo. El primer ministro británico Neville Chamberlain, el ministro de Finanzas sir John Simon y los demás responsables británicos de alto rango hicieron todo lo posible por ocultar la verdad, recurriendo incluso a la mentira más descarada al afirmar que el oro había sido restituido a su legítimo propietario o que nunca había sido transferido al Reichsbank.

Los documentos del Banco de Inglaterra publicados últimamente revelan los hechos y demuestran que los responsables gubernamentales mintieron, para protegerse a sí mismos y para encubrir las actividades del Banco de Inglaterra y del Banco de Pagos Internacionales. La coordinación de aquellas actividades criminales era un juego de niños ya que el director del Banco de Inglaterra Montagu Norman también presidía el Consejo de Administración del Banco de Pagos Internacionales. Por cierto, Montagu Norman nunca disimuló su simpatía por los fascistas.

La Conferencia de Bretton Woods –oficialmente Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas– reunió a los 730 delegados de los 44 países aliados en el hotel Mount Washington, en Bretton Woods (New Hampshire), Estados Unidos, con vista a regular la vida monetaria y financiera internacional al término de la Segunda Guerra Mundial. Esta conferencia se desarrolló del 1º al 22 de julio de 1944. El Banco de Pagos Internacionales se veía repentinamente bajo los proyectores. Se decía que había colaborado con la Alemania fascista. Sin entrar en detalles, me limitaré a decir que después de una serie de peripecias –algunos delegados estadounidenses se opusieron a la moción– los delegados coincidieron en que había que cerrar el BPI. Aquella decisión de la conferencia internacional nunca llegó a aplicarse. Se enterró todo lo que podía desacreditar las actividades del BPI durante la Segunda Guerra Mundial. Lo cual contribuye, aún hoy en día, a falsear la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Para terminar, vale la pena decir unas palabras sobre Hjalmar Schacht (1877-1970), el ex presidente del Reichsbank y ministro de Economía del gobierno fascista de Alemania. En 1945, Schacht fue juzgado en Núremberg pero resultó absuelto el 1º de octubre de 1946. Así escapaba a las acusaciones de asesinato.

Por razones que nunca han sido explicadas, Hjalmar Schacht no figuraba en la lista de los principales criminales de guerra de 1945. Lo más interesante es que volvió a su vida profesional como si no hubiese sucedido nada y fundó la firma Schacht GmbH en Dusseldorf. Este detalle puede parecer insignificante. Pero confirma una vez más que los plutócratas anglo-estadounidenses y sus representantes plenipotenciarios en Alemania habían preparado y, en cierta medida, influido en todo el proceso de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora los plutócratas quieren reescribir la historia de la Segunda Guerra Mundial y modificar además sus resultados.

[1] También conocido como BIS, siglas en inglés correspondientes a Bank for International Settlements, o BRI, siglas en francés correspondientes a Banque des Reglements Internationaux, así como BIZ, siglas en alemán correspondientes a Bank für Internationalen Zahlungsausgleich. Tiene su sede en la ciudad suiza de Basilea. Nota de la Red Voltaire.

[2] 1 millardo = 1 000 millones

[3] P. Tugwell, The Democratic Roosevelt, A Biography of Franklin D. Roosevelt, Nueva York, 1957, p 477.

[4] http://www.bankofengland.co.uk/archive/Documents/archivedocs/wwh/2/p3c9p1292-1301.pdf

El ascenso del nazismo a hombros del capital - Antonio Abreu (Dossier Especial - Segunda Guerra Mundial)

El ascenso del nazismo a hombros del capital

Extracto del artículo de Antonio Abreu

9/03/2020.

Completo en: https://www.abrilabril.pt/internacional/ascensao-do-nazismo-aos-ombros-do-capital


El ascenso de Hitler fue lento, pero se consolidó a lo largo de los años a expensas del gran apoyo financiero de los industriales que apreciaban la forma en que se oponía a los sindicatos y a los marxistas.

Un tendero está retratado junto a un escaparate con precios hiperinflados y un montón de billetes.

República de Weimar, Alemania, 1920. Créditos/ HistoriaOx

El apoyo nazi por las grandes empresas y multinacionales

Algunas de las empresas más importantes, alemanas y multinacionales, que apoyaron a los nazis:

IG Farben: la gigantesca compañía se involucró mucho con los nazis e inventó el Zyklon-B, el gas que se usaba en los campos de exterminio. IG Farben formó un grupo que incluía a BASF, Bayer y Hoescht.

BASF - Utilización de prisioneros de campos de concentración como mano de obra esclava en sus fábricas de pinturas.

Bayer - La multinacional farmacéutica se benefició voluntariamente del nazismo y de los campos de concentración para probar sus fármacos. A principios de la década de 1930, donó 400.000 marcos a Adolf Hitler y al Partido Nazi.

IBM: con el apoyo de IBM y sus afiliados, los nazis explotaron la tecnología de tarjetas perforadas para administrar su máquina de guerra e identificar, localizar y destruir a todos los que se oponían, incluida la "administración" automatizada para acelerar seis fases de los 12 años del Holocausto, y la velocidad y eficacia de la guerra relámpago.

Krupp - En los Juicios de Nuremberg, 12 personas fueron condenadas, incluido Alfred Krupp. En 1999, la empresa se fusionó con otra gran siderúrgica alemana y formó ThyssenKrupp. En la década de 2010, Siemens comenzó a pagar indemnizaciones a las familias de sus trabajadores esclavizados.

General Electric - En colaboración con Krupp, Alemania, la estadounidense General Electric, intencional y artificialmente, elevó el precio del carburo de tungsteno, un material de vital importancia para los metales de las máquinas necesarias para la guerra. Aunque solo recibió una multa de $ 36,000 en total después de la guerra, General Electric ganó alrededor de $ 1.5 millones de este fraude solo en 1936, lo que obstaculizó el esfuerzo por ganar la guerra y aumentó el costo para derrotar a los nazis.

Coca-Cola - Para el gusto de los alemanes en las décadas previas al conflicto, Coca-Cola de Alemania, durante la guerra, no pudo importar los ingredientes necesarios para producirla. Y así decidieron hacer un nuevo refresco con lo que tenían a mano. Así nació Fanta.

Nestlé – Suministró de chocolates al ejército alemán, con miles de esclavos en sus líneas de producción

Dr. Oetkmer - Participó en el Fondo de Compensación por Trabajo Forzado, una organización de empresas alemanas que asumieron la responsabilidad del trabajo forzoso durante la Segunda Guerra Mundial y robó muchas obras de arte valiosas.

Ford - Henry Ford era bien conocido por su lucha antisemita y anticomunista. La fábrica alemana de Ford produjo un tercio de los camiones militares utilizados por el ejército alemán durante la guerra, y realizó gran parte del trabajo con los prisioneros. Lo que es aún más sorprendente es que Ford forzó el trabajo en 1940, cuando el brazo estadounidense de la empresa todavía tenía el control total de las instalaciones en Alemania.

BMW - Utilizó a 30.000 trabajadores, prisioneros de guerra, mano de obra esclava y reclusos de campos de concentración, en la producción de motores para la Luftwaffe. BMW, centrada únicamente en aviones y motocicletas durante la guerra, fue solo un proveedor de maquinaria de guerra para los nazis.

Volkswagen - Con la guerra, la producción de automóviles civiles dejó de ser una prioridad para Volkswagen y se dedicó también a la fabricación de armas. En 1940 llegaron 300 polacos, los primeros trabajadores forzosos de la zona. Y Volkswagen empezó a basar gran parte de su plantilla en trabajos forzados, entre prisioneros de guerra, civiles extranjeros y prisioneros de campos de concentración. En 1944, 11.334 de las 17.365 personas que trabajaban en la fábrica eran trabajadores forzados de diferentes nacionalidades.

Prisioneros del campo de concentración de Dachau como mano de obra esclava en una fábrica de municiones nazi durante la Segunda Guerra Mundial Créditos

Daimler-Benz: desde 1937, Daimler-Benz AG produce cada vez más piezas de armamento, como el camión LG 3000 y motores para aviones, como el DB 600 y el DB 601. Para crear capacidad adicional para la producción de motores para aviones, además de la fábrica de Marienfelde, la fábrica de Genshagen se construyó en un bosque bien escondido al sur de Berlín en 1936. Los trabajadores de Europa del Este y los prisioneros de guerra fueron internados en campos. Las SS obligaron a los detenidos de los campos de concentración a vivir en condiciones inhumanas. Eran “prestados” a empresas a cambio de dinero. En 1944, aproximadamente la mitad de los casi 64.000 trabajadores de Daimler Benz eran trabajadores civiles forzados, prisioneros de guerra o detenidos en campos de concentración.

Estudios de Hollywood - Para seguir haciendo negocios en Alemania después del ascenso al poder de Hitler, los estudios de Hollywood acordaron no hacer películas que atacaran a los nazis o condenaran la persecución de los judíos en Alemania. Figuras en este negocio fueron Joseph Goebbels y el jefe de Metro Goldween Mayer (MGM).

Hugo Boss: diseñó los intimidantes uniformes de las SS, así como las camisas marrones de las SA y las Juventudes Hitlerianas.

Chase Bank - La contribución de Chase Bank (ahora JP Morgan Chase) a los nazis no es muy sorprendente, ya que uno de sus accionistas más importantes, JD Rockefeller, financió directamente los experimentos eugenésicos de antes de la guerra. Entre 1936 y 1941, Chase y otros bancos estadounidenses ayudaron a los alemanes con la recaudación de recursos que alcanzaron más de 20 millones de dólares.

Banco alemán- comenzó por despedir a sus empleados judíos, luego pasó a la "arianización" de la empresa (363 procesos), es decir, la transferencia del control accionario a no judíos, según la propia empresa. Esta expulsión de la población judía de los negocios del país alcanzó su punto máximo en 1938 cuando, tras una serie de leyes y decretos, se prohibió a los judíos participar en cualquier actividad económica. En 1938, el gobierno nazi comenzó a monitorear y congelar sistemáticamente los activos judíos, lo que afectó a los clientes del Deutsche Bank y otros bancos. Al final de la guerra, casi todos los activos y depósitos de los clientes judíos habían sido transferidos al Reich, según el banco. Deutsche Bank también participó en el comercio de oro entre 1942 y 1944.

Aliam - Fundada en Alemania en 1890, no sorprende que fuera la mayor compañía de seguros alemana cuando los nazis llegaron al poder. Como tal, posteriormente se involucró en el régimen nazi. Su principal asesor, Kurt Schmidt, también fue ministro de Economía de Hitler, y la compañía aseguró las instalaciones y el personal de Auschwitz. El director general aseguró el pago al estado nazi, en lugar de a los beneficiarios judíos afectados por la "Noche de Cristal". Además, la empresa trabajó en estrecha colaboración con el gobierno nazi para rastrear las pólizas de seguro de los judíos alemanes enviados a los campos de exterminio y, durante la guerra, aseguró la transferencia al régimen nazi de las propiedades de las que estos mismos judíos fueron privados.

Koda k - Utilizó mano de obra esclava en la sucursal alemana de la empresa durante la guerra. Las sucursales de Kodak en países europeos "neutrales" hicieron grandes negocios con los nazis, proporcionando un mercado para sus productos pero también permitiendo valiosas divisas. La rama portuguesa incluso envió sus beneficios a La Haya, que estaba ocupada por los nazis en ese momento. Esta empresa no solo producía las cámaras. Diversificaron el negocio y produjeron disparadores, detonadores y otros artículos militares para los alemanes.

Novartis: las empresas químicas suizas Ciba y Sandoz se fusionaron para formar Novartis, mejor conocida por su famoso fármaco, Ritalin. En 1933, la sucursal de Berlín de Ciba despidió a toda la junta directiva y la reemplazó con un grupo de personas arias más "aceptables". Mientras tanto, Sandoz estaba ocupado haciendo lo mismo con su presidente. Las empresas produjeron pinturas, medicamentos y productos químicos para los nazis durante la guerra.

Crímenes de los nazis, fascistas y militaristas japoneses en la Segunda Guerra Mundial - Antonio Abreu (Dossier Especial - Segunda Guerra Mundial)

Crímenes de los nazis, fascistas y militaristas japoneses en la Segunda Guerra Mundial

Antonio Abreu

28 de abril de 2020

https://www.abrilabril.pt/internacional/crimes-dos-nazis-fascistas-e-militaristas-japoneses-na-2a-guerra-mundial


Descubrir todas las atrocidades que cometieron los más diversos países durante la Segunda Guerra Mundial no ha sido tarea fácil, pero es fundamental para escribir la historia.

Prisioneros en el campo de concentración nazi

La Segunda Guerra Mundial despertó las ideas más horribles en invasores y agresores. Los actos cometidos durante este período son, hasta el día de hoy, algunos de los más horribles de la historia y, de alguna manera, la mayoría de ellos lograron permanecer ocultos en el tiempo.

Sabemos que se han probado algunos métodos de tortura inhumanos, así como algunos experimentos inimaginables, pero muchas de estas historias permanecen ocultas. Descubrir todas las atrocidades que cometieron los más diversos países durante esta mortífera guerra no ha sido tarea fácil, pero es fundamental para escribir la historia.

Los crímenes de los nazis

Los nazis fueron los responsables del Holocausto que se saldó con el asesinato de unos seis millones de judíos de Europa Central y del Este, prisioneros de guerra soviéticos, gitanos y otras minorías para ellos «indeseables».

La policía secreta de los nazis, la Gestapo, se hizo mundialmente conocida tras sus crímenes contra la humanidad.

El 20 de julio de 1942, Wilhelm Keitel, alto comandante de las fuerzas armadas nazis, firmó una orden que determinaba que los prisioneros soviéticos de Auschwitz que persistieran en sobrevivir debían ser marcados con un hierro candente y especificaba : «La marca debe tener la forma de un ángulo de unos 45º, cuyo lado mayor medirá un centímetro, mirando hacia arriba y estará grabado con un hierro al rojo vivo en la nalga izquierda (...)».

Un aspecto que durante mucho tiempo se conoció poco fue el de los llamados experimentos “médicos”. El grado de horror fue tal que solo las revistas profesionales pudieron publicar en su totalidad lo que se expuso verbalmente en los juicios de Nuremberg.

La primera serie de experimentos se refirió al recalentamiento de los aviadores en el mar. Consistía en sumergir a los prisioneros con su equipo de cuero en charcos de agua helada, algunos hasta el cuello y otros hasta el cabello. Se observó, midió y cronometró la congelación progresiva. A su debido tiempo, la tortura fue interrumpida para probar diferentes métodos de reanimación.

Una segunda serie de experimentos se refería a los efectos de la compresión y descompresión en el organismo humano. Eran supuestas investigaciones de interés para los aviadores de altura que habían descendido en paracaídas. Se instalaron cúpulas experimentales en el campo de Dachau y los verdugos tomaron notas mientras las víctimas sufrían las más terribles agonías en cada célula de su cuerpo.

Se llevaron a cabo experimentos de otro tipo en varios campos, a saber, heridas con proyectiles envenenados, experimentos con gases asfixiantes u otros productos tóxicos, inhalación de microbios (peste, lepra y otros), trabajos de vivisección, injertos óseos y esterilización.

Bayer compró mujeres en Auschwitz para sus laboratorios a 200 marcos cada una. Los sujetos de prueba masculinos y femeninos fueron quemados, golpeados, torturados, mutilados y asesinados lentamente.

La técnica del despoblamiento consistía en el «desplazamiento de unidades raciales enteras» y la eliminación de «millones de seres de raza inferior que se multiplican como gusanos».

Se organizaron mercados de esclavos blancos para los soldados alemanes.

Heinrich Himmler, jefe de las SS, el 4 de octubre de 1942, ante la élite de sus oficiales, justificó este saqueo biológico de la siguiente manera: «Entre los productos de estos cruces seguramente habrá algunos buenos tipos raciales. Pienso, por tanto, que tenemos el deber de sacar de en medio a estos niños, robarlos si es necesario, y llevarlos con nosotros (…). Anexaremos la sangre de una buena raza, y le daremos su lugar entre nuestro pueblo. El excedente será destruido».

Y Himmler concluyó la idea: «debemos ser honestos, decentes, leales y buenos camaradas, con gente de nuestra misma sangre, pero sólo con ellos. Lo que les sucede a los rusos y checos me es completamente indiferente (…). El hecho de que las poblaciones prosperen o mueran sólo me interesa en la medida en que las necesitemos como esclavas de nuestra Kultur ».

Estos objetivos, transcritos de los dos discursos de Posen, en los que defendía abiertamente la «Solución Final», fueron parte esencial de la acusación en el Tribunal de Nuremberg.

R. Walther Darré, Ministro de Agricultura del Reich, en un discurso reproducido en la revista Life en diciembre de 1940, también anunció “debemos crear una nueva aristocracia de señores alemanes. Esta aristocracia debe poseer esclavos, deben ser de su propiedad, deben ser liberados de la tierra y no deben ser alemanes”.

En 1943 había alrededor de dos millones de esclavos en Alemania trabajando para "amos" alemanes.

Los esclavos eran mantenidos en las más deplorables condiciones de miseria. Murieron de hambre y enfermedades por miles, pero siempre llegaban nuevos envíos de las regiones ocupadas.

Los días de mercado, las amas de casa, los comerciantes y los granjeros se reunían en gran número alrededor de los corrales de alambre de púas para mirar a los recién llegados. Los esclavos fueron sacados de los campos, acompañados por guardias nazis, armados con pistolas y látigos, y llevados a los mercados.

Los compradores palpaban los músculos de los esclavos, hombres y mujeres, sacudían sus cajas torácicas y examinaban sus dientes. Por orden del gobierno, el precio de cada esclavo, hombre o mujer, variaba entre diez y quince Reichmarks.

Los judíos, insistía Hitler, eran "simples parásitos". «En Polonia, este estado de cosas ya se ha resuelto fundamentalmente. Si los judíos no quieren trabajar, los matan y si quieren trabajar, sucumbirán al trabajo». Hitler explicó que «deben ser tratados como el bacilo tuberculoso que infecta un cuerpo sano. No es crueldad, cuando recordamos que incluso criaturas inocentes, como liebres y ciervos, son muertas aunque no hagan daño a nadie». Y Hitler advirtió: «Las naciones que no se deshagan de los judíos están condenadas a desaparecer».

Cuando entraron en Auschwitz, las tropas soviéticas descubrieron 648 cadáveres y más de 7.000 supervivientes esqueléticos y hambrientos. En Auschwtiz-Birkenau había 5800 judíos. En el campo principal de Auschwitz encontraron 1200 polacos. En Monowitz se encontraron con 650 trabajadores esclavos de diferentes nacionalidades. También descubrieron las ruinas de 29 enormes almacenes que las SS habían incendiado antes de su retirada .

Sin embargo, seis de estos almacenes habían escapado a la destrucción y en su interior encontraron 836.000 vestidos de mujer, 348.000 trajes de hombre y 38.000 pares de zapatos de hombre.

Muchos miles de personas fueron asesinadas en las cámaras de gas. Este «trabajo» requería un componente computarizado que IBM proporcionó con tarjetas perforadas...

Personas, desnudas (primero hombres, luego mujeres y finalmente niños), eran conducidas o empujadas desde el baño hacia las oscuras estructuras de cemento, en las que se ubicaban 200 o 250 personas en cada una, y desde cuyo techo, cada 20 metros, los grifos salen de la pared.

Solo había una pequeña claraboya en el techo y una mirilla en la puerta. En lugar de la ducha, comenzaría el proceso de gasificación. Primero, una cierta cantidad de aire caliente fue expulsada a través del techo, y luego cayó una lluvia de cristales de Zyklon B de color azul claro, que se evaporaron rápidamente en contacto con el aire caliente. En un corto espacio de dos a diez minutos estaban todos muertos.

Para cada víctima, la última fase fue la de los hornos crematorios.

A un lado, en grandes mesas de operaciones, los especialistas examinaban todos los cuerpos antes de introducirlos en los hornos, extrayendo primero los empastes de oro.

Incluso después de la muerte, los deportados seguían siendo una fuente de riqueza para las SS. Toneladas de oro dental de cadáveres llenaron el tesoro de las SS. Durante el proceso de Nuremberg, el peso del cabello suministrado por el campo de Auschwitz se estimó en 60 toneladas. Parte del cabello se entregó a fábricas de fieltro. Los huesos se calcinaban y vendían o molían para hacer superfosfatos.

La terrible frase que las SS se divertían en repetir en todos los campos, a la llegada de cada uno de los convoyes de prisioneros, adquiría un significado oscuro: «Aquí se entra por la puerta y se sale por la chimenea».

Los crímenes de los imperialistas japoneses

Si los alemanes mataron a seis millones de judíos y 20 millones de ciudadanos soviéticos, los japoneses asesinaron alrededor de 30 millones de filipinos, malayos, vietnamitas, camboyanos, indonesios y birmanos y al menos 23 millones de chinos étnicos.

Ambos países saquearon los países conquistados a una escala monumental, aunque los japoneses saquearon más, durante un período más largo, que los nazis. Ambos esclavizaron a millones de prisioneros a quienes explotaron como trabajadores forzados y, en el caso de los japoneses, como prostitutas forzadas para las tropas en el frente.

Los campos de prisioneros de guerra de Japón, muchos de los cuales se utilizaron como campos de trabajo, también tenían altas tasas de mortalidad. El Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente concluyó que la tasa de mortalidad de los prisioneros de guerra occidentales era del 27,1% (para los prisioneros de guerra estadounidenses, del 37%, siete veces la de los prisioneros de guerra alemanes e italianos). Aunque 37.583 prisioneros del Reino Unido, 28.500 de los Países Bajos y 14.473 de los EE. UU. fueron liberados después de la rendición de Japón, ¡el número de chinos que fueron liberados fue solo 56!...

La tasa de mortalidad de los prisioneros de guerra chinos fue mucho más alta porque por directiva, ratificada el 5 de agosto de 1937 por el emperador Hirohito, se eliminaron las restricciones del derecho internacional sobre el trato de esos prisioneros de guerra.

Los crímenes de los japoneses contra el pueblo chino

La Segunda Guerra Sino-Japonesa estuvo marcada, en primer lugar, por la brutalidad del ejército japonés en relación con el chino, ya que el primero se volcó violenta e indiscriminadamente contra civiles y soldados. Además, una segunda característica de este conflicto fue la incapacidad de los ejércitos chinos para montar una resistencia efectiva contra los ejércitos enemigos, lo que habría enojado mucho a los estadounidenses cuando entraron en el conflicto en 1941.

En 1937, Japón avanzó rápidamente a lo largo de parte de la costa y aseguró el control de Beijing y Nanjing, dos importantes ciudades chinas. En Nanjing tuvo lugar el incidente que estuvo marcado por la brutalidad institucionalizada en el ejército japonés durante este período de guerras: la violación de Nanjing.

Las masacres y violaciones de Nanking tuvieron lugar entre 1937 y 1938 cuando las tropas japonesas invadieron la ciudad de Nanking e impusieron una auténtica masacre a la población local. Además, hubo violaciones masivas en toda la ciudad: los historiadores estiman que alrededor de 20.000 mujeres fueron violadas, incluidas niñas. La masacre de civiles en Nanjing puede haber alcanzado los 300.000 muertos.

La ejecución y la violación indiscriminada de civiles no solo ocurrieron en Nanjing, sino que fue una práctica común del ejército japonés durante la guerra. Otra evidencia de la brutalidad japonesa fue la Unidad 731, una unidad secreta creada para realizar pruebas biológicas a prisioneros chinos. Miles de chinos capturados fueron asesinados en pruebas en la base de la unidad cerca de Harbin, muchos de ellos sometidos a vivisección sin el beneficio de la anestesia. Algunas víctimas fueron atadas a estacas para que bombas de ántrax pudieran detonarse a su alrededor. Ha habido muchas mujeres infectadas con sífilis en el laboratorio. Y los civiles de la región han sido secuestrados e inyectados con virus mortales.

Muchos de los responsables de las atrocidades en China fueron juzgados por los Aliados en el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente.

El ejército japonés asesinó a unos seis millones de chinos, indonesios, coreanos, filipinos e indochinos, entre otros, incluidos los prisioneros de guerra occidentales. Solo en China, en el período 1937-45, aproximadamente 3,9 millones de chinos, en su mayoría civiles, fueron asesinados como resultado directo de las operaciones japonesas y 10,2 millones en el curso de la guerra.

Los prisioneros de guerra eran enviados a campos de concentración (o de trabajo) y pasaban por situaciones deplorables. La policía política de Kempeitai podría someter a sus prisioneros a condiciones miserables, tortura y muerte. Los presos se vieron obligados a realizar trabajos forzados y se enfrentaban constantemente al hambre, las enfermedades y las duras condiciones climáticas.

Después de invadir y conquistar Singapur, los japoneses lanzaron la Operación Sook Ching. Kempeitai consideró que todos los hombres chinos de 15 a 50 años eran un peligro inminente y los obligó a someterse a una selección. Aquellos que cumplieran con este requisito previo tendrían que responder algunas preguntas que finalmente decidirían su futuro.

Los considerados comunistas, nacionalistas o miembros de una sociedad secreta fueron ejecutados. Lo mismo ocurría con quienes hablaban inglés, tenían un tatuaje, eran funcionarios, maestros, veteranos o delincuentes. Los demás fueron marcados con la palabra "examinados" y liberados.

Durante las Guerras Sino-Japonesas y la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente 200.000 mujeres fueron obligadas por los militares a prostituirse ante ellas. Fueron enviadas como esclavas sexuales por todo el este de Asia y se las conoció como "mujeres de solaz". La mayoría eran coreanas y algunas de ellas tenían solo 16 años. La violencia sexual que enfrentaron duró años y sucedió varias veces seguidas.

En 2015, el Primer Ministro de Japón hizo una declaración oficial, disculpándose por lo sucedido. Las 46 mujeres que sobrevivieron ese año recibieron alrededor de $200,000 cada una.

La unidad militar conocida como Unidad 731 fue responsable de preparar armas químicas y matar a miles de personas. Se hizo una prueba con «bombas de plaga» para intentar averiguar si estas armas infectadas serían capaces de provocar un brote de enfermedad en el lugar donde fueran lanzadas. La investigación tuvo el efecto imaginado y terminó matando a unos tres mil civiles chinos.

Otras pruebas absurdas fueron hechas por ellos y resultaron, en total, en la muerte de 300 mil personas. Entre las atrocidades cometidas por ellos estaban poner a las personas en cámaras de presión para ver cuánto tiempo podía resistir el cuerpo humano antes de explotar, infectar a civiles con enfermedades, diseccionar a los enfermos para examinar el efecto que tenía en ellos y congelar a los prisioneros hasta la muerte para comprender mejor su comportamiento en estas condiciones.

La ciudad china de Shanghai fue ocupada por los japoneses en 1937. Desde entonces, aquellos que se opusieron al comando japonés fueron considerados antijaponeses y, en consecuencia, enviados a Bridge House. El edificio, conocido con ese nombre, se encontraba en la propia ciudad y estaba comandado por los Kempeitai. El sitio fue utilizado para ejecuciones por decapitación y uno de sus principales objetivos fue el editor de tabloides antijaponeses, Cai Diaotu.

Según el historiador Zhifen Ju, al menos cinco millones de civiles chinos del norte de China y Manchukuo fueron esclavizados por la Junta de Desarrollo de Asia Oriental, o Kōain, entre 1935 y 1941 para trabajar en minas e industrias de guerra. Después de 1942, ese número alcanzó alrededor de 10 millones.

La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos estima que en Java entre cuatro y diez millones de Romusha (japonés: "trabajadores manuales") fueron obligados a trabajar por el ejército japonés. Alrededor de 270.000 de estos trabajadores javaneses fueron enviados a otras áreas controladas por japoneses en el sudeste asiático, y solo 52.000 fueron repatriados a Java.

Crímenes japoneses contra otros pueblos

Durante una disputa en las Indias Orientales Holandesas, unos 200 militares británicos quedaron atrapados en la isla de Java. Incluso tomado por los japoneses, los militares permanecieron luchando todo el tiempo que pudieron. Pero la Policía Secreta de Japón, la Kempeitai, los encarceló dentro de jaulas de bambú, lo que pasó a ser conocido como «cestas de cerdo». Después de todo eso, todavía fueron cruelmente ejecutados. Fueron arrojados al océano, provocando que una parte de ellos se ahogara mientras que la otra terminó siendo devorada, aún con vida, por los tiburones.

Los japoneses utilizaron campos de trabajo o de concentración, que, además de China, también fueron utilizados por los japoneses en varias partes del este de Asia. Prisioneros de guerra fueron enviados al lugar y pasaron por situaciones deplorables.

Una de las principales preocupaciones de los presos en regiones frías como Mukden era la muerte por congelación. Mientras estaban en áreas cálidas como Sandakan, temían las enfermedades tropicales a las que estaban expuestos.

Después de invadir y conquistar Singapur, los japoneses comenzaron la Operación Sook Ching. Kempeitai consideró que todos los hombres chinos de 15 a 50 años eran un peligro inminente y los obligó a someterse a una selección. Allí, todos aquellos que cumplieran con este requisito previo tendrían que responder algunas preguntas que, en consecuencia, decidirían su futuro.

La isla de Guam fue tomada por los japoneses en 1944 y resultó en crímenes importantes. Después de comenzar a perder el control del lugar, la policía secreta japonesa, la Kempeitai, terminó actuando como una loca. Comenzaron a torturar, violar, decapitar y disparar a civiles en la isla. El acto atroz se hizo conocido después de que sucedió.

Los crímenes de los fascistas italianos

En 1923, Benito Mussolini, inició una campaña para consolidar el control sobre el territorio italiano de Libia y las fuerzas italianas comenzaron a ocupar amplias zonas de este país para permitir el rápido establecimiento de los colonizadores italianos.

Se encontraron con la resistencia de los Senussi, liderados por Omar Al-Mukhtar, un héroe de la resistencia que luego sería ahorcado por los fascistas. Los civiles sospechosos de colaborar con los Senussi fueron ejecutados. Los refugiados del conflicto fueron bombardeados y ametrallados por aviones italianos.

En 1930, en el norte de Cirenaica, alrededor de 20.000 beduinos fueron desplazados y sus tierras entregadas a los colonos italianos. Los beduinos se vieron obligados a caminar por el desierto hasta los campos de concentración. Prevalecían el hambre y otras malas condiciones en los campos, y los desplazados fueron utilizados en trabajos forzados, lo que finalmente provocó la muerte de alrededor de 4.000 internos hasta que los campos se cerraron en septiembre de 1933. Murieron más de 80.000 habitantes de Cirenaica.

De la Segunda Guerra Italo-Etíope hay evidencia documental de violaciones italianas de las leyes de la guerra. Estos incluyeron el uso de armas químicas como el gas mostaza, el uso de campos de concentración y ataques a las instalaciones de la Cruz Roja.

Según el gobierno etíope, la invasión italiana causó 382.800 muertes de civiles: 17.800 mujeres y niños asesinados por bombardeos, alrededor de 30.000 personas murieron en la masacre de febrero de 1937, alrededor de 35.000.000 murieron en concentración y alrededor de 300.000 personas murieron de privaciones debido a la destrucción de sus pueblos y granjas.

El gobierno etíope también afirmó que los italianos destruyeron unas 2000 iglesias y 525.000 casas, confiscaron o sacrificaron cerca de seis millones de cabezas de ganado, siete millones de ovejas y cabras y 1,7 millones de caballos, mulas y camellos.

Durante la ocupación italiana de 1936-1941, también ocurrieron atrocidades, en febrero de 1937. En las masacres de Yekatit 12 (fecha del calendario etíope) pueden haber sido asesinados hasta 30.000 etíopes y muchos más arrestados como represalia por el intento de asesinato del Diputado -Rey Rodolfo Graziani. Miles de etíopes también murieron en campos de concentración como Danane y Nocra.

En la Guerra Civil española, alrededor de 75.000 soldados italianos del Corpo Truppe Volontarie, así como alrededor de 7.000 hombres de la Aviazione Legionaria lucharon junto a los fascistas españoles contra la República. Este bombardeó objetivos militares, como la infraestructura ferroviaria de Xàtiva, y también participó en muchos bombardeos de objetivos civiles con el fin de "debilitar la moral de los rojos".

Uno de los bombardeos más trágicos fue el de Barcelona, ​​en el que murieron alrededor de 1300 civiles, y miles resultaron heridos o perdieron sus casas. Otras ciudades sometidas al terror de los bombardeos italianos fueron Durango, Alicante, Granollers y Guernica.

Los gobiernos británico y estadounidense, con el fin de contener ilegítimamente la gran influencia de la posguerra del Partido Comunista Italiano, socavaron efectivamente la búsqueda de la justicia al tolerar los esfuerzos realizados por las altas autoridades italianas para evitar la extradición y el enjuiciamiento de todos los presuntos criminales de guerra.

La negación de los crímenes de guerra italianos fue impulsada por el estado italiano, los académicos y los medios de comunicación, que intentaron presentar a Italia como una víctima del nazismo alemán.

Los sospechosos, que se sabe que estuvieron en la lista de criminales de guerra italianos, nunca vieron nada parecido a los juicios de Nuremberg, porque, con el inicio de la Guerra Fría, el gobierno británico vio en Pietro Badoglio, quien también estaba en la lista, una garantía de una Italia anticomunista en la posguerra. Las solicitudes de extradición realizadas por Yugoslavia, Grecia y Etiopía al final de la Segunda Guerra Mundial quedaron sin respuesta.

En la antigua Yugoslavia, la provincia de Ljubljana en Eslovenia vio la deportación de más de 25.000 personas, lo que representaba el 7,5 % de su población total. La operación, una de las más drásticas de Europa, llenó muchos campos de concentración italianos, como Rab, Gonars, Monigo, Renicci di Anghiari, Risiera di San Sabba y otros lugares. Los sobrevivientes no recibieron ninguna compensación de posguerra del estado italiano. Solo en la ciudad de Rab, murieron más de 3500 pacientes hospitalizados.

A principios de julio de 1942, las tropas italianas informaron haber disparado contra civiles, asesinando a 800 civiles croatas y eslovenos y quemando 20 casas cerca de Split, en la costa dálmata. Más tarde ese mes, la fuerza aérea italiana informó haber destruido prácticamente cuatro aldeas yugoslavas y asesinado a cientos de civiles, en venganza por un ataque de la guerrilla local que resultó en la muerte de dos oficiales de alto rango.

En la segunda semana de agosto de 1942, las tropas italianas informaron que quemaron seis pueblos croatas y mataron a tiros a más de 200 civiles en represalia por los ataques de la guerrilla. Según los informes, en septiembre de 1942, el ejército italiano destruyó alrededor de 100 pueblos en Eslovenia y mató a unos 7.000 aldeanos en represalia por los ataques de las guerrillas locales.

Eventos similares tuvieron lugar en Grecia en los primeros años de la guerra.

Como parte de la ocupación del país por parte del Eje, la ocupación italiana de Grecia fue brutal, lo que resultó en represalias como la masacre de Domenikon. El gobierno griego afirmó que las fuerzas de ocupación italianas destruyeron unos 110.000 edificios e infligieron daños económicos de seis mil millones de dólares (tipos de cambio de 1938). Ejecutaron a unos 11.000 civiles.

Los ataques generaron números casi idénticos a los atribuidos a las fuerzas de ocupación alemanas. Los italianos también mataron de hambre a Grecia al mismo tiempo que ocupaban la mayor parte del país y, junto con los alemanes, fueron los responsables de iniciar una política a gran escala de saqueo de todo lo de valor en Grecia, incluida la comida para las fuerzas de ocupación.

La hambruna griega resultó en la muerte de unos 300.000 civiles griegos. Las autoridades del Eje en Grecia robaron a la población hambrienta toda la cosecha de maíz, uvas, aceitunas y pasas. Incluso se incautaron las verduras, el pescado, la leche y la mantequilla...

La represión de la memoria condujo al revisionismo histórico en Italia. Hasta 2003, los medios italianos publicarían la afirmación de Silvio Berlusconi, según la cual Benito Mussolini sólo "enviaba a la gente de vacaciones"...

La resistencia italiana (los partiggiani), en la que el Partido Comunista Italiano desempeñó un papel fundamental, fueron tratados bárbaramente en prisiones fascistas o fusilados.

Después de la guerra, Mussolini fue fusilado por combatientes de la resistencia italiana, pero solo cinco criminales fascistas de alto rango fueron juzgados y ejecutados por tribunales militares, algunos de ellos por haber ejecutado a soldados estadounidenses y británicos .

Grupos y movimientos colaboracionistas en otros países

Otros ejemplos de colaboracionismo se dieron en mayor o menor medida en Polonia, Estados Unidos, Bélgica, Países Bajos, Croacia, Eslovaquia, Hungría y especialmente en Noruega, donde Vidkun Quisling gobernó de forma totalmente favorable a los nazis. El término «Quisling», en varios lugares de Europa, se convirtió en sinónimo de colaboracionista con los nazis. Tito lo aplicó contra los fascistas croatas que apoyaron a los nazis durante la invasión de Yugoslavia.

También hay noticias del colaboracionismo durante la Segunda Guerra Mundial en territorios soviéticos, donde los nacionalistas bálticos y ucranianos colaboraron con las tropas de Adolf Hitler .

En el caso de Ucrania, resulta especialmente chocante que Stephan Bandera siga siendo considerado un héroe nacional hoy en día y que fuera la figura histórica que inspiró el golpe fascista de Kiev en 2014, que ha provocado a los habitantes de origen ruso de Crimea, Donetsk y Luhansk hasta el día de hoy. Limpieza étnica de decenas de miles de polacos en el oeste de Ucrania, algo que el Parlamento de Polonia reconoció en 2016 como un "genocidio".

Con ese objetivo, la Organización de Nacionalistas Ucranianos y su brazo militar, la UPA, colaboraron con las fuerzas nazis, luchando contra los polacos y contra el avance del Ejército Rojo, en la Segunda Guerra Mundial.

Los miembros de su movimiento están acusados ​​de participar en masacres, a saber, de judíos, polacos, comunistas y de participar en la organización de campos de concentración nazis.

Al finalizar el conflicto mundial, la UPA se mantuvo activa, colaborando con los servicios secretos de varios países occidentales en actividades contra la Unión Soviética y contra la Polonia socialista, contra cuyo ejército combatía.

Con respecto a Hungría, el gobernante del país en la década de 1930, Miklós Horthy, estableció una alianza con la Alemania nazi. Con el apoyo del gobernante alemán Adolf Hitler, Hungría pudo recuperar las tierras húngaras perdidas. En ese momento, Hungría participó en las invasiones de la Unión Soviética y Yugoslavia.

A lo largo de los años, su contribución a los esfuerzos bélicos y la deportación de judíos húngaros es lo que marca su gobierno, a pesar de que se retiró del Eje en 1944, cuando los alemanes invadieron Hungría.

Horthy, tras la derrota de la República Soviética de Hungría en 1920, que había tenido como presidente a Bela Kun, debido a la invasión de su territorio por parte de Rumanía, ya había comenzado una etapa de «terror blanco». El Terror Blanco tenía sus raíces ideológicas en la Idea Szeged, descrita por Randolph L. Braham como “una amalgama nebulosa de puntos de vista político-propagandísticos cuyos temas centrales incluían la lucha contra el bolchevismo, la promoción del antisemitismo, el nacionalismo chovinista y el revisionismo: una idea que precedió tanto al fascismo italiano como al nazismo alemán».

En Polonia, el colaboracionismo existía como existía en otros países bálticos. La Policía Azul tenía, entre sus funciones, tareas como mantener el orden y regular el tráfico, pero también velar por que se cumplieran las normas de los guetos judíos, incluso someterlos a hambre, y también llevar a cabo ejecuciones, algunas bajo órdenes directas de los mismos. los alemanes.

En el libro Vecinos (edición Pedra da Lua), el sociólogo estadounidense de origen polaco, Jan Thomasz Gross, reconstruye un episodio en Jedwabne en el que unos 1600 judíos (hombres, mujeres, niños) fueron llevados a un establo y asesinados. Quienes se los llevaron y quemaron el establo fueron otros polacos, sus vecinos. Polonia fue uno de los países con mayor población judía. Con el ascenso de los nazis, en los años treinta, vivían allí unos tres millones de judíos. Hoy, a lo sumo diez mil vivirán en el país.

La Brigada de las Montañas de la Santa Cruz de la Fuerza Armada Nacional fue recuperada en 2018 y homenajeada en ceremonias promovidas por el Estado. Este grupo paramilitar de extrema derecha, durante la Segunda Guerra Mundial, luchó contra partisanos soviéticos y comunistas polacos, y ahora contó con el apoyo del presidente polaco, Andrzej Duda, y con la presencia de representantes del partido en el gobierno de la época, quienes así insistieron en subrayar la «rehabilitación» de los colaboradores de los nazis.

Al mismo tiempo que este gobierno polaco promovía la rehabilitación de las fuerzas fascistas, anticomunistas y colaboracionistas con los nazis en la Segunda Guerra Mundial, llevó a cabo iniciativas con el objetivo de criminalizar la ideología comunista e interceptar las actividades de los comunistas polacos.

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