Los
Brigadistas-UNAM
Junio de 2012
Junio de 2012
Nacida
en un contexto electoral en el que todo iba viento en popa para
Enrique Peña Nieto, la masiva movilización #YoSoy132 irrumpió para
darle un nuevo carácter al momento por el que atraviesa el país.
Hasta ahora su frescura, su novedad, su vitalidad, su fortaleza,
recaen en la amplitud de posiciones políticas e ideológicas que en
él convergen y que, a pesar de las diferencias, han logrado avanzar
en unidad con el objetivo de demandar, por un lado, un freno al poder
casi ilimitado de los medios de comunicación (que les permite
fabricar candidatos presidenciales), y por el otro, detener la
imposición de Peña Nieto que desde las esferas de la élite del
poder se ha trabajado por más de seis años. Las decenas de brigadas
informativas, las marchas, los mítines, los actos culturales, los
foros de discusión, están mostrando la existencia de un importante
sector de la población dispuesto a movilizarse para evitar que Peña
Nieto llegue a la presidencia. Tras su aparición #YoSoy132 ha
crecido, las muestras de solidaridad y respaldo, a nivel nacional e
internacional, no se han hecho esperar. #YoSoy132 tiene su columna
vertebral en los estudiantes, tanto de escuelas públicas como
privadas, que han puesto los puntos sobre las íes en cuanto a
lo caduco del sistema actual en nuestro país.
La
discusión sobre la organización
No
sin dificultades, el movimiento ha logrado mantenerse unido. Sin
embargo, desde su interior van descollando dos visiones sobre la
estructura que debe adoptarse para discutir y decidir
posicionamientos y acciones a seguir en la pelea que hoy libramos.
Esta polémica no es sólo una cuestión de forma, sino que se
encuentra atravesada por un fuerte carácter político sobre qué
es lo más benéfico para el movimiento hacia adelante.
Una
posición sostiene que #YoSoy132 debe ser dirigido por un reducido
grupo de compañeros, a quienes les sean delegadas capacidades
de decisión y convocatoria. Desde esta perspectiva el movimiento
debería ser abierto pero, por “operatividad”, es mejor que las
plenarias sean cerradas y con participación exclusiva de voceros.
Propone asambleas cerradas y, por tanto, dirección política de unos
pocos. Por la vía de los hechos ese punto de vista es el que ha
prevalecido. Un grupo de compañeros, argumentando la celeridad de
las acciones, ha tomado decisiones sin
consultar a la Asamblea Interuniversitaria; acciones como la marcha
del 10 de junio “para ver el debate” (convocada con diferente
horario y ruta que la Marcha #AntiEPN, la cual sí fue acordada por
la asamblea #Yosoy132); el hecho de que en la Universidad
Iberoamericana se negara el acceso a todos, contraviniendo acuerdos
anteriores; el echar a andar iniciativas sin esperar a que sean
discutidas en asamblea; la intención de hacer pasar un acta
constitutiva sin discusión previa en las asambleas locales, reflejan
la firme intención de basar decisiones trascendentales en pocas
personas.
Entre
los argumentos esgrimidos por esta posición se encuentra el de la
fluidez de las asambleas, la eficacia y la operatividad
necesaria para el movimiento. Parten del principio de que todo lo que
es masivo es ineficaz e inoperante, de la supuesta imposibilidad de
organizar a mucha gente, olvidándose del carácter amplio y masivo
que el propio movimiento tiene. Las asambleas del #YoSoy132 han sido
largas y hasta cierto punto burocráticas y desgastantes, pues toman
muy pocos acuerdos. En el afán de controlar todo, inician tres horas
tarde por el exceso en el registro previo y los no pocos problemas
generados por la segregación de voceros, que son separados de
observadores, que a su vez son separados de los miembros de
organizaciones sociales, etc. Basta mencionar que en la Universidad
Iberoamericana transcurrieron más de ocho horas en otorgarse los
votos a los compañeros provenientes de los Estados de la república.
Un resultado de esta forma de organizar las asambleas es que, por
ejemplo, el plan de acción no ha tenido una discusión profunda, a
la altura del momento histórico que atravesamos, y suele ser un
collage de acciones acordadas en asambleas locales, sin mayor
balance y discusión, impidiendo darle mayor fuerza a las acciones
centrales.
Otro
argumento utilizado por esa posición es que se debe tener confianza
en los voceros. Esa visión no concuerda con la construcción de la
democracia dentro y fuera del conglomerado de posiciones, grupos o
estudiantes en lo individual, que conformamos el #YoSoy132. La figura
del “observador”, por ejemplo, apareció so pretexto de la
operatividad de las Asambleas generales sin que fuese discutida por
ninguna instancia representativa y lo que es aun peor: nadie sabe
quién o quiénes decidieron que los asistentes del movimiento que no
son necesariamente voceros, no tenían el derecho a opinar y debían
estar en la reunión con el condicionamiento de estar “sentados”,
“sin hacer ruido”, bajo vigilancia de la comisión de logística.
En
contraparte, existe la posición de quienes, junto con muchos
estudiantes más, hemos planteado que el movimiento debe ser dirigido
desde las bases, a partir de la discusión abierta, lo más amplia
posible, constantemente sujeto a la vigilancia de los que con sus
acciones, sus brigadas, sus discusiones, lo hacen realidad. No se
puede omitir, de facto, la existencia de quienes sostenemos la idea
de convocar a asambleas abiertas, públicas, y los más concurridas
posible, que discutan, decidan y ejecuten sus acuerdos, que
construyan una representación democrática. Las dificultades que
este movimiento ha tenido para organizarse no residen en la
masividad de las asambleas, sino en el hecho de
no permitir que todos tengamos la posibilidad de expresarnos y de
decidir el carácter de las acciones a tomar.
En
pocas palabras: desde nuestro punto de vista las reuniones cerradas,
por la vía de los hechos, generan una dirección reducida del
movimiento, sin una vigilancia de masas de los planteamientos y con
un coto de poder que pone en el centro lo que ese grupo considera
importante sin necesariamente tomar en cuenta a las asambleas que, al
fin y al cabo, son las que le dan vida al movimiento. En cambio,
reuniones abiertas, de amplia participación y discusión, construyen
una dirección más extensa, colectiva y realmente representativa.
Es
mentira que a mayor cantidad de asistentes a una asamblea menor
operatividad y eficacia exista. Un ejemplo de que asambleas masivas
pueden ser ordenadas y respetuosas es lo ocurrido el 30 de mayo en
las islas de CU, donde más de 6 mil participantes pudieron verter su
opinión, en distintos temas, llegando a conclusiones y resolutivos
que penosamente no han sido retomados como se debiera. Eso no excluye
la existencia, tanto en reuniones cerradas como abiertas, de cierta
rispidez a la hora de la discusión política, lo cual es
absolutamente natural, siempre que no se salga de los marcos del
respeto.
En
un movimiento tan amplio como éste, debemos apelar a la construcción
de un sistema que otorgue mayor confianza, abierto, democrático y
con voz a todos los miembros del movimiento reconocidos por sus
asambleas, que haga posible que los representantes estén sujetos a
las resoluciones emanadas de ellas.
Según
la definición del propio movimiento se trata entonces de que nuestra
voz se haga escuchar y llegue a la mayor cantidad de gente posible.
Que haga eco en el pueblo, que podamos sumarlo a nuestras
movilizaciones y que cada día que pase seamos más y más los que
hagamos frente, de manera organizada, a Peña Nieto.
Desde
nuestra perspectiva al movimiento le afectan muchas las actitudes
excluyentes. Es contrario a sus principios que se pretenda dirigirlo
desde un grupo de personas que podrían decidir sin tomar en cuenta
la discusión de las asambleas locales.
#YoSoy132
se ha convertido en un referente imprescindible en la realidad
nacional. Ni siquiera los medios de comunicación, a pesar de
su cerco y parcialidad, han podido ocultar lo trascendente de este
movimiento que aspira a cambiar nuestro país. Es increíble la
simpatía que ha despertado en diversos sectores de la población
mexicana, no es por eso fortuita la campaña mediática en contra del
#YoSoy132, pretendiendo restar solidaridad y la incorporación a éste
de la mayor cantidad de gente posible. En ese sentido, no nos
extrañan los intentos por desprestigiar al movimiento con videos de
supuestas escisiones, fabricadas y sumamente difundidas por los
grandes medios, de estudiantes que supuestamente fueron #YoSoy132 y
ahora reniegan. O intentando hacer pasar a esta expresión legítima
de los estudiantes, como construcción del PRD o de López Obrador.
Nada más falso.
La
estrategia de lucha
Detrás
de las discusiones sobre la organización se revela una importante
polémica sobre la estrategia de lucha. Para algunos, el elemento
central de las movilizaciones tiene como objetivo llevar la mayor
cantidad de gente a las urnas y vigilar el proceso electoral. Las
propuestas del debate alterno, la observación de casillas, la
formación de una comisión que tenga interlocución con diputados y
senadores, el PREP alternativo, etc., llevan ese signo. Apostar toda
la fuerza del movimiento exclusivamente a esas propuestas, no
contemplan el otro punto de vista planteado desde el propio
movimiento. En algunas asambleas, por ejemplo, se ha señalado que la
vigilancia y el tomar fotos a las actas de cada urna, son para ver
“si el movimiento #YoSoy132 avala o no la elección”. Esa idea es
con la que estamos en desacuerdo.
Esa
posición es legítima, pero está coja, necesita un complemento, y
es que esta elección está viciada desde su inicio. Televisa, los
grandes medios de comunicación, los intereses de mafias
empresariales, etc., llevan años preparando la imposición. El que
los números salgan favorables para Peña, aun en el conteo
“independiente” no nos lleva a concluir que debemos reconocerlo
como presidente. #YoSoy132 ha insistido, recurrentemente, en que el
la imposición está decidida, construida desde las cúpulas de
poder: nuestra lucha es por impedirla. Además, no podemos, por más
vigilancia que pudiera haber el día de la elección,
reconocer a quien fue el artífice de la inolvidable represión
en Atenco. No podemos, bajo ninguna circunstancia, reconocer a quien
ratifica su carácter represivo, intolerante y delincuencial,
anunciando como su asesor en seguridad al general colombiano Oscar
Naranjo, investigado en su país por vínculos con el narcotráfico,
artífice junto con el actual presidente colombiano del caso de los
“falsos positivos” (masacres de miles de campesinos colombianos a
los que se les ponía uniforme militar para presentar sus cadáveres
como bajas de la guerrilla), brazo derecho del gobierno que más
descaradamente ha fortalecido al paramilitarismo y responsable de
cientos de operativos de aniquilamiento de oposiciones políticas,
incluido el ilegal bombardeo en Sucumbíos (territorio ecuatoriano),
en que fueron asesinados cuatro estudiantes de la UNAM que realizaban
proyectos de investigación. Un gobierno de Peña Nieto significaría
la represión brutal, no podemos reconocer al personaje que encarna
lo más arcaico de la política en México.
Nuestra
labor en este momento es realizar la mayor cantidad de acciones
posibles contra Peña Nieto con la finalidad de evitar su arribo al
poder. Toda acción debe estar encaminada a ello. Si pese a todo
finalmente Peña Nieto es impuesto como presidente, tenemos una
discusión pendiente en todas las asambleas del movimiento, de cómo
luchar contra esa imposición.
Reconocemos
la importancia de actos como el debate o la vigilancia de las urnas,
sin embargo dichas medidas, por sí solas, resultan limitadas e
insuficientes. Si únicamente ponemos atención a esas acciones, se
corre el riesgo de legitimar una eventual imposición, que no
necesariamente significa el “embarazo” de las urnas. Aunque donde
tenga la oportunidad de hacerlo, la mapachería priísta echará a
andar toda su suciedad: la compra del voto, el voto corporativo, el
acarreo, etc. #YoSoy132 no puede olvidarse de que, si no es con
movilización popular, toda medida está condenada al fracaso. Se ha
demostrado que el movimiento va más allá de lo electoral, en las
marchas convocadas existe un fuerte arraigo en contra del candidato
del PRI. Las miles de personas que han salido a las calles no se
manifiestan simplemente por que existan elecciones limpias sino, y
sobre todo, contra Enrique Peña Nieto, de ahí que #YoSoy132 sea
visto como un movimiento popular en contra de su imposición.
Este movimiento estudiantil ha denunciado el intento de poner, nuevamente y por la fuerza, al PRI en la presidencia, como representante de los sectores más autoritarios y retrógrados de poder en el país. Nos hemos fijado impedir esa imposición, ése es nuestro reto. Para conseguirlo, las urnas no serán suficientes. Será necesaria una fuerza política en la calle, que esté dispuesta a luchar y sirva como elemento de disuasión hacia los poderosos que pretenden imponer a Peña Nieto en la presidencia. Por eso apostamos a la movilización, a la apertura de la discusión, a ampliarla en el sentido de qué hacer ante el muy posible escenario de que se consume la imposición.
Existen posiciones dentro del movimiento, que pretenden obviar la existencia de las actuales expresiones sociales Anti Peña que hoy muestran una gran disposición de lucha popular. Pero la realidad está distante a su necedad. En las calles la gente marcha en contra del candidato priísta, los grupos (grandes y pequeños) que se organizan, discuten y actúan a lo largo de todo el país, lo hacen pensando en cómo desenmascararlo y detenerlo. Este ambiente es generalizado. No hay un solo lugar en el que Peña Nieto se pare sin que exista un acto de repudio en su contra. Es decir, existe un ánimo verdadero de pelea, de dar la batalla a los medios, al PRI, a su candidato represor y a todos los que se encuentran detrás de él.
El pueblo mexicano, los más humildes, las amas de casa, los obreros, las organizaciones sociales, gritan “Yo soy 132”, no sólo por lo justo de las demandas que éste ha planteado, sino porque las sienten suyas y hay que saber aprovechar esta efervescencia en aras de derrotar a un enemigo que, aunque herido, no deja de tener fuerza.
Este movimiento estudiantil ha denunciado el intento de poner, nuevamente y por la fuerza, al PRI en la presidencia, como representante de los sectores más autoritarios y retrógrados de poder en el país. Nos hemos fijado impedir esa imposición, ése es nuestro reto. Para conseguirlo, las urnas no serán suficientes. Será necesaria una fuerza política en la calle, que esté dispuesta a luchar y sirva como elemento de disuasión hacia los poderosos que pretenden imponer a Peña Nieto en la presidencia. Por eso apostamos a la movilización, a la apertura de la discusión, a ampliarla en el sentido de qué hacer ante el muy posible escenario de que se consume la imposición.
Existen posiciones dentro del movimiento, que pretenden obviar la existencia de las actuales expresiones sociales Anti Peña que hoy muestran una gran disposición de lucha popular. Pero la realidad está distante a su necedad. En las calles la gente marcha en contra del candidato priísta, los grupos (grandes y pequeños) que se organizan, discuten y actúan a lo largo de todo el país, lo hacen pensando en cómo desenmascararlo y detenerlo. Este ambiente es generalizado. No hay un solo lugar en el que Peña Nieto se pare sin que exista un acto de repudio en su contra. Es decir, existe un ánimo verdadero de pelea, de dar la batalla a los medios, al PRI, a su candidato represor y a todos los que se encuentran detrás de él.
El pueblo mexicano, los más humildes, las amas de casa, los obreros, las organizaciones sociales, gritan “Yo soy 132”, no sólo por lo justo de las demandas que éste ha planteado, sino porque las sienten suyas y hay que saber aprovechar esta efervescencia en aras de derrotar a un enemigo que, aunque herido, no deja de tener fuerza.
http://unamenrebeldia.blogspot.com
Twitter: @cghUNAM
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Compas este es el verdadero grupo en face de inge
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El otro que tienen ahí, mm bueno, ya ni les digo qién lo hizo y bajo que sospechosos motivos..
Walter