Se
cierra la primera etapa... Comienza la segunda.
Los
Brigadistas-UNAM
Uno:
Otra vez:
Toda la carne al asador para el día de la elección... y nada, nada
preparado para hacerle frente a la situación que de forma altamente
probable -y desde hace mucho previsible- volverá a presentarse al
día siguiente de la elección.
Hace seis
años, ante el enojo de una multitud por el desenlace de las
elecciones, se implementó un plan "de acción" (el Plantón
de Reforma) cuyo verdadero objetivo fue que se
enfriaran las cosas. Es decir,
se era consciente de
que eso
no serviría mayormente para
echar atrás la imposición, pero había que hacer
creer a quienes habían
apoyado que se estaba haciendo frente a ella, que
ésta...¡no sería permitida! Luego se diría: "¿Y qué
querían que hiciéramos? ¡Cualquier otra cosa hubiera sido llevar a
la gente al matadero!".
(...¿Por
qué será que una y otra vez se identifica “ir más allá del
voto” con “llamar a la violencia”? ¿Por qué se parte de la
dicotomía “lucha electoral ó lucha violenta”? ¿Dónde quedan
varias décadas de luchas masivas estudiantiles, obreras,
magisteriales, campesinas, urbano populares? ¿Será necesario que
alguien les haga una interminable lista de ejemplos para que no lo
olviden?...).
O sea,
que al igual que ocurrió en 1988, llegado el momento decisivo no se
está dispuesto a emprender una lucha verdadera por defender el
principio de unas elecciones limpias. Pareciera que el razonamiento
es: “Ojalá y los de arriba nos permitan llegar. Pero si no, gritos
más gritos menos, a apechugar todos. Vamos a tratar de convencer a
los de arriba por todos los medios (mostrándoles que hay mucho
pueblo que nos apoya, por un lado, y por el otro, comprometiéndonos
públicamente a que no afectaremos sus intereses, sino en tal caso,
los de la "clase política" que tampoco les gusta a ellos),
de que nos den chance. Si no aceptan, pues a tragar camote. Otros
seis años, y volvemos a intentarlo. Hasta que haya alguien de
nosotros que les guste lo suficiente a ellos, y entonces sí, nos den
permiso”.
(Estaría
bueno que así plantearan las cosas desde un principio, sería
interesante ver quién está dispuesto a seguirlos en ese caso).
“Por lo
pronto hay que convencer a los más posibles de que podemos ganar;
hay que vencer una y otra vez la histórica desconfianza en los
procesos electorales en nuestro país, generada a golpe de fraudes e
imposiciones durante un siglo. Hay que lograr que se vuelva a
albergar la esperanza de que es posible lograr por esa vía 'un
cambio verdadero', aunque aceptemos a última hora las reglas no
escritas que pueden hacer imposible el triunfo. De esa ilusión
dependemos nosotros, sin ella, no somos nada. O casi nada, porque ya
somos algo gracias a que hemos administrado el descontento de otros
antes, y eso nos ha ido dando poder... aunque no todo el que
quisiéramos.”
¿Preparar
una lucha que vaya más allá del 1° de julio? ¡No hombre, no es
necesario, no se preocupen! ¡Seguro ganamos!
(... ¿Y
si se pierde? ¿Sería moralmente aceptable retirarse de la pelea,
teniendo conciencia de que muchos de los que fueron convocados
seguirán en ella? ¿Cómo estaba aquello de la ética?...)
Dos:
El proceso electoral ha estado escandalosamente viciado de origen.
Las denuncias conocidas hasta ahora de los millonarios desembolsos
del erario público a favor de las televisoras privadas para promover
la imagen de Peña Nieto a lo largo de estos seis años, son apenas
una parte del derroche de recursos puestos en juego para lograr el
regreso del PRI a la presidencia de la República. Una parte con
graves consecuencias por sí misma, por supuesto: el 79% de la
población de nuestro país se entera de las noticias a través de la
televisión (otro 10% lo hace a través de la radio, que casi en su
totalidad está en equivalentes manos que las televisoras; sólo un
5.6% lo hace a través de los periódicos y apenas un 1.8% a través
del Internet). La televisión envenena las conciencias, cada vez se
hace más evidente la necesidad de tomar medidas de fondo para evitar
el uso faccioso de semejantes medios, capaces de hacer un daño mayor
al que provocaba el control de la Iglesia sobre la educación, siglos
atrás.
Una
auditoría
verdadera
al
paso
de
Peña
Nieto
por
el
gobierno
del
estado
de
México
dejaría
atónito
a
todo
el
país (y al mundo entero).
Y
a
eso
habría
que
agregar
los
multimillonarios
recursos
y
acciones
emprendidas
por
más
de
20
gobiernos
estatales,
incontables
presidencias
municipales,
comisariados
ejidales
(manejo
de
apoyos
oficiales
al
campo,
créditos
agrarios
y
otros
"favores"),
aún
bajo
el
control
del
priísmo;
los
sindicatos
charros
(Pemex,
SNTE,
CFE,
FSTSE,
etc);
las
organizaciones
de
la
CNOP
(comercio
ambulante,
locatarios
de
mercados,
solicitantes
de
vivienda,
etc).
En
resumen,
lo
que
históricamente
se
ha
conocido
como
el voto corporativo,
que
sigue
teniendo
un
peso
demasiado
grande
a
pesar
de
que
se
ha
visto
seriamente
menguado
respecto
a
otras
épocas
(por
la
lucha
de
muchos
años
contra
el
charrismo
sindical
y
la
construcción
de
organizaciones
campesinas,
magisteriales
y
populares
independientes,
por
un
lado;
y
por
otro,
por
la
puesta
en
marcha
del
propio
proyecto
neoliberal,
que
al
arrebatar
derechos
adquiridos
a
la
población,
antes
administrados
por
el
aparato
corporativo,
debilitó
el
piso
en
que
éste
estaba
montado).
Y, de postre, lo que aún puedan hacer el día de la elección,
particularmente en las zonas más aisladas, y en aquellas controladas
por el narco, socio histórico del PRI. Se informaba hace unos días
que hay cerca de 5 millones de votantes en las zonas bajo control del
narcotráfico.
Los dados están demasiado cargados como para no prever el muy
posible desenlace de regreso del PRI a la presidencia del país.
Luchar más allá del voto no tiene por qué identificarse con
violencia. Tan irresponsable sería jugar a la violencia, como
aceptar la imposición y no dar una respuesta a la altura de un golpe
de este tamaño, largamente preparado y anunciado. Más aún
considerando las características personales de quien podría estar a
punto de ser impuesto.
Tres:
Lo
que
mejor
muestra
a
Peña
Nieto
es
su
reacción
en
la
Ibero
ante
la
pregunta
sobre
Atenco.
Eso
es
realmente
lo
que
lo
pinta
de
cuerpo
entero,
lo
que
debe
prender
las
alarmas
de
toda
la
población,
y
que
claramente
han
intuido
los
estudiantes.
Todavía
después
de
6
años
de
la
represión,
su
reacción
espontánea
es
la
reivindicación
con
vehemencia
de
lo
ocurrido,
"asumo
la
plena
responsabilidad
de
los
hechos".
Todos
vimos
las
salvajes
golpizas
emprendidas
por
sus
policías
contra
quienes
se
toparan
enfrente
en
la
toma
de
aquél
pequeño
pueblo,
allanando
casas
y
destrozando
pertenencias
de
gente
humilde;
los
asesinatos
de
dos
muchachos;
la
violación
de
decenas
de
mujeres;
las
penas
impuestas
de
112 años de cárcel
(¡se
dice
pronto!)
a
los
dirigentes
campesinos
de
aquella
lucha
por
defender
su
tierra;
la
persecución
durante
cuatro
años
de
otros
más
que
no
pudieron
apresar
en
el
operativo.
Esta
vena
soberbia
y
represiva,
asoma
constantemente
como
una
sombra
detrás
de
cada
reacción
"no
planeada"
del
figurín
televisivo
ante
una
situación
adversa.
Su
reacción
espontánea
tras
el
descalabro
que
sufrió
en
la
Ibero,
pidiendo
que
le
investigaran
inmediatamente
quiénes
habían
sido
los
organizadores
y
participantes
en
el
acto
de
repudio.
Las
imágenes
de
efusivos
abrazos
con
personajes
denunciados
públicamente
como
asesinos
directos,
como
las
publicadas
por
el
diario
Reforma
a
principios
de
abril
al
paso
del
candidato
por
el
estado
de
Oaxaca
(al
lado
de
las
cuales
publicaba
a
su
vez
las
fotos
de los mismos
anfitriones
unos
cuantos
años
atrás,
prodigando
una
salvaje
golpiza
a
un
maestro
de
la
APPO,
de
la
cual
resultó
muerto).
Y,
de
manera
destacada,
la
reciente
presentación
del
Jefe
de
la
Policía
Nacional
de
Colombia
como
su
futuro
asesor
"para
combatir
la
delincuencia"
en
nuestro
país,
hablan
del
verdadero
perfil
del
priísta.
Colombia,
que
es
el
principal
receptor
en
América
Latina
de
ayuda
militar
por
parte
de
Estados
Unidos,
emplea
tan
sólo
el
15%
del
presupuesto
destinado
a
sus
fuerzas
policiacas
al
combate
al
narcotráfico.
Cuando
hablan
del
"combate
a
la
delincuencia",
los
"delincuentes"
a
los
que
se
refieren
son
los
luchadores
sociales,
guerrilleros
y
no.
Ocupa
el
primer
lugar
en
asesinatos
de
sindicalistas
en
América
Latina;
el
primer
lugar
en
existencia
de
grupos
paramilitares
que
efectúan
espeluznantes
masacres
en
coordinación
con
el
Ejército
y
la
Policía
Nacional
de
aquél
país; el primer lugar en
campesinos desplazados por las acción de los grupos paramilitares y
la fuerza pública, en favor de la ocupación de sus tierras por
parte de empresas mineras transnacionales.
Y
algo
más.
La
Federación
Internacional
de
Derechos
Humanos
ha
denunciado
que
"se
ha
convertido
en
un
fenómeno
sin
precedentes
la
existencia
de...
personas
asesinadas
por
la
Fuerza
Pública
que
luego
son
presentados
como
'muertes
en
combate'...
Es
ésa
práctica
que
ha
dado
en
llamarse
falsos positivos,
denominación
técnica
generalmente
utilizada
para
designar
"el
asesinato
a
sangre
fría
y
predeterminado
de
civiles
inocentes,
con
fines
de
beneficio"...
Han
sido
entrevistados
testigos
y
supervivientes
que
han
descrito
este
tipo
de
matanzas
en
los
departamentos
de
Antioquia,
Arauca,
Valle
del
Cauca,
Casanare,
Cesar,
Córdoba,
Huila,
Meta,
Norte
de
Santander,
Putumayo,
Sucre
y
Vuchada...".
Y
cómo
olvidar
el
operativo
de
Sucumbíos,
en
que
fueron
asesinados
decenas
de
personas
inocentes,
entre
ellas
cuatro
mexicanos.
Ahí tenemos la trayectoria del siniestro futuro asesor del priísta
"para el combate a la delincuencia". Ahí tenemos la
verdadera fotografía de los pensamientos que habitan en la cabeza de
Peña Nieto.
Cuatro:
Por
primera
vez,
ha
emergido
un
movimiento
con independencia política
de
los
partidos
participantes,
que
se
propone
actuar
en
el
proceso
electoral
no
guiado
por
la
lógica
de
apoyar
a
un
candidato,
sino
de
impedir
el
regreso
de
un
régimen
que
se
creía
desplazado
de
la
cumbre
del
poder
por
la
lucha
de
varias
generaciones,
encarnado
en
un
personaje
que
simboliza
lo
más
abyecto
de
ese
régimen:
la
brutalidad
policíaca,
la
utilización
a
su
antojo
de
los
órganos
de
justicia,
la
soberbia,
la
arrogancia,
el
poder
sin
límites,
la
impunidad,
la
corrupción.
Y
que
además
pretende
regresar
por
sus
fueros
con
sus
métodos
de
siempre:
la
inoculación
en
las
conciencias
de
una
imagen
prefabricada,
falsa,
aprovechándose
del
enorme
poder
de
la
televisión
puesta
a
su
servicio;
el
aprovechamiento
de
la
miseria
para
traficar
con
las
necesidades
de
la
gente,
condicionar
sus
derechos,
intentar
comprar
sus
voluntades.
Que la consigna más sentida de este movimiento haya sido evitar la
imposición de Peña Nieto, lo ubica en el terreno de una lucha que
trasciende al 1° de julio, habida cuenta de la altísima
probabilidad percibida por todos de que la elección resulte
precisamente en el intento de legitimar tal imposición. No es
meramente una cuestión semántica. Quienes creyeron ver en esta
consigna "un fin electorero", lo mismo que quienes han
creído que el verdadero objetivo que encierra es "convocar a la
población a que emita un voto libre y razonado" o, más aún,
"apoyar a un candidato", todavía no se dan cuenta del
terreno que están pisando.
¿Que
esta
lucha
objetivamente
favorece
a
un
candidato?
Es
evidente.
¿Que
en
las
filas
de
dicho
movimiento
hay
gente
que
a
la
vez
impulsa
a
tal
candidato?
También
es
evidente.
Es
más,
se
podría
decir
que
algunos
de
ellos
han
intentado
copar
la
"Coordinadora"
autonombrada
de
tal
movimiento,
con
prácticas
que
deberían
de
darles
vergüenza.
Pero
esto
es
efímero.
Por
más
que
han
hecho
esfuerzos
por
restringir
el
alcance
de
la
lucha
actual
al
1°
de
julio,
para
después
convertirla
en
una
"negociación
de
demandas
con
el
que
quede"
(con
el
consecuente
reconocimiento
del
mismo),
la
van
a
tener
difícil.
Como
la
han
tenido
difícil
para
desprenderlo
de
su
carácter
anti-Peña,
por
más
maniobras
que
han
hecho
al
respecto.
Porque
una
cosa
son
las
reuniones
a
puerta
cerrada
de
una
incipiente
coordinación
de
la
lucha;
otra
distinta,
las
reuniones
abiertas
en
que
tienen
que
defenderse
las
posiciones
de
frente
a
cientos
de
muchachos
interesados
y
preocupados
por
el
curso
que
tomen
los
acontecimientos;
y
otra
más
es
la
masa
que
sale
y
sale
a
la
calle,
que
se
ha
encargado
de
dejar
bien
claro
que
su
lucha
es
contra
Peña
Nieto,
por
impedir
la
restauración
del
priísmo,
por
defender
elecciones limpias
de principio a fin,
y
que
difícilmente
reconocerán
los
resultados
de
la
elección
si
éstos
resultan
favorables
al
mismo;
después
de
todo,
ni
siquiera
se
debió
haber
aceptado
que
un
responsable
confeso
de
asesinatos
y
violaciones
tumultarias
haya
sido
candidato
a
la
República;
y
más
vale
intentar
echar
atrás
ese
entuerto
ahora,
que
aguantar
lo
que
se
viene
en
los
seis
años
siguientes.
El
1°
de
julio
culmina
apenas
el
primer
intento
de
impedir
la
imposición.
Si
ahí
se
logra
parar
el
golpe,
perfecto;
hagamos,
como
hasta
ahora,
todo
lo
posible
porque
así
sea.
El
movimiento
lejos
de
debilitarse,
se
verá
fortalecido,
pues
mucho
habría
tenido
que
ver
él
con
ese
desenlace,
y
estará
en
buenas
condiciones
de
seguir
empujando
hacia
delante
el
proceso
gracias a su
independencia política
respecto
al
ganador en ese caso.
Pero
todos
sabemos
-lo
hemos
sabido
desde
un
principio-
que
esto
es
sumamente
improbable.
Y
como
la
lucha
no
era
por
colocar
en
el
gobierno
a
uno
de
los
candidatos,
sino
por
impedir
la
imposición
de
otro
(con
todo
lo
que
esto
significa
y
que
ya
hemos
señalado),
se
abrirá
entonces
la
segunda
etapa
de esta misma lucha,
más
compleja,
pero
más
profunda
a
la
vez,
más
decisiva.
Todo
indica
que
unos
se
retirarán
de
ella,
mientras
que
otros
habrán
de
sumarse.
Por lo pronto, con tan sólo su fuerza actual, ya ha jugado un papel
bastante relevante en transformar las cosas: no sólo impulsando
hacia arriba las antes nulas posibilidades de vencer a Peña Nieto,
sino haciendo mucho más costoso para el régimen salirse con
maniobras demasiado obvias durante el conteo de los votos el 1° de
julio; es decir, forzando a medidas más relevantes de control del
fraude en la última fase de la elección.
¿Se sostendrá realmente el movimiento si el desenlace es la
imposición largamente anunciada? ¿Será capaz de darle cuerpo,
estructura a una lucha nacional para echar atrás la imposición? ¿Y
si López Obrador sale y reconoce los resultados, acepta la
imposición (quejas más, quejas menos)?... No se sabe hasta dónde
se podrá llegar. Tiene muy poco tiempo de haber surgido, las
asambleas en las escuelas aún son muy pequeñas y en general su
organización interna todavía es bastante endeble. Tendría, además
de hacer más fuertes a sus propias Asambleas, consolidar lo más
posible la incorporación de las universidades de provincia y dar el
paso de ir sumando a otros contingentes del pueblo, buscando no
reducir esto a la simple suma de los grupos ya presentes aquí o
allá, sino a través de representaciones de Asambleas de muy
distinto tipo, y ello no será fácil.
No se sabe. Pero las posibilidades ahí están, abiertas, vivas. Por
lo pronto, ya fueron dados dos grandes pasos para abrir la segunda
etapa: convocar a un Encuentro Nacional de Estudiantes el 6, 7 y 8 de
julio en el estado de Morelos; y convocar a una Convención Nacional
el 14 y 15 de julio, en San Salvador Atenco, símbolo indeleble de
este despertar de conciencia nacional. Ambos eventos, naturalmente,
para discutir y decidir entre todos, desde todos los rincones del
país, qué hacer ante lo que resulte el 1° de julio.
México,
junio de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario