Víctor M. Quintana S.
La Jornada
17 de Septiembre
Si en septiembre de 2003 organizaciones rurales de todo el mundo, ante la reunión ministerial de la OMC en Cancún gritaban Fuera la OMC de la agricultura, ahora claman Campesinos y campesinas enfriamos el planeta. Si hace siete años lograron en buena medida descarrilar la cumbre librecambista, ahora lo que pretenden es encarrilar la 16 Conferencia de las Partes (COP16) de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, a celebrarse en ese puerto del Caribe mexicano del 29 de noviembre al 10 de diciembre próximos. Encarrilarla dentro de los marcos de los derechos de los pueblos y de la madre tierra y no del capitalismo, que cada vez más revela su carácter devastador de la naturaleza, de las comunidades, de los saberes, del espíritu de las personas.
Hace dos semanas las organizaciones de la Vía Campesina, región Norteamérica, se reunieron en El Paso, Texas. Ahí delinearon un claro programa de movilizaciones rumbo a la COP16 de Cancún. El objetivo de sus acciones es múltiple:
Se proponen desmantelar las falsas soluciones al cambio climático propuestas por el gran capital y los gobiernos a él subordinados. Denunciar el mercado en que se han convertido las negociaciones climáticas: subasta de pagos para seguir contaminando, especulación con los bonos de carbono, venta de falsas soluciones por empresas como Monsanto.
Buscan difundir ampliamente los cinco factores por los que la agricultura industrial contribuye al cambio climático: el transporte mundial de alimentos a largas distancias; la imposición de los medios industriales de producción agropecuaria; la mecanización a ultranza; los agroquímicos, la geoingeniería. Consecuentemente, la destrucción de la biodiversidad y capacidad para captar carbono y la conversión de tierra y bosques en zonas no agrícolas. Así, la actividad agrícola se transforma de productora a consumidora de energía.
Al mismo tiempo, la Vía Campesina se propone plantear a la opinión pública global un ofrecimiento muy claro: si se apoya a la agricultura campesina, ésta puede ser uno de los factores decisivos para enfriar el planeta. La agricultura campesina, además de contribuir positivamente al equilibrio de carbono, proporciona 2 mil 800 millones de puestos de trabajo en el mundo, a la vez que va construyendo soluciones a la crisis alimentaria actual. La investigación científica demuestra que los pueblos campesinos e indígenas pueden reducir las emisiones globales actuales al 75 por ciento, gracias a su producción diversificada a pequeña escala, la expansión de los mercados locales y el manejo integral del suelo, el bosque y el agua.
El referente de las movilizaciones de la Vía Campesina es la Confererencia Mundial sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, celebrada en Cochabamba, Bolivia, en abril pasado. En ella, 35 mil representantes de organizaciones rurales de todo el mundo construyeron el Acuerdo de los Pueblos. Sus pilares son el respeto a los derechos de los pueblos campesinos e indígenas, y los derechos de la madre tierra, así como la soberanía alimentaria. Su colaboración, las miles de soluciones al cambio climático, a la pobreza y a la desnutrición con base en modelos de producción y consumo alternativos al capitalista, basados en la justicia, la solidaridad, el fortalecimiento de las comunidades y el cuidado del medio ambiente. Por todo esto proponen que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático adopte las demandas de este Acuerdo de los Pueblos y no el Entendimiento de Copenhague, mediocre documento de compromiso, de muy débil exigencia.
Para exponer a la opinión pública global sus críticas y sus propuestas es que la Vía Campesina ha organizado este ciclo de movilizaciones. Comenzará con caravanas de toda Norteamérica que partirán del centro y el occidente de México hasta Cancún. En este puerto, junto con muy diversas organizaciones efectuará el foro alternativo global Por la vida, la justicia ambiental y social, en los mismos días del encuentro oficial.
Pero la discusión de este tema, que compromete el presente y el futuro cercano de la humanidad y toda la comunidad de los seres vivos, no puede circunscribirse a Cancún, ni a las solas organizaciones campesinas e indígenas. Es necesario que, ante las informaciones oficiales y oficialistas sobre la conferencia, las organizaciones que buscan otro mundo posible desplieguen un intenso esfuerzo de comunicación y de diálogo, para que la ciudadanía de todo el planeta vaya entendiendo lo que está en juego y las alternativas que se proponen. Para lograrlo, es necesario organizar miles de Cancunes, como señala la Vía Campesina. Abrir foros paralelos de información y discusión en las más localidades posibles. Converger el 7 de diciembre con acciones de protesta en rechazo a las falsas soluciones, que lucran con el calentamiento global y la destrucción de especies vivientes. Promover por todos lados encuentros y articulaciones de personas y de comunidades para generar, desde abajo, la conciencia que detenga el cambio climático y haga posible una nueva Tierra.
Parafraseando aquel viejo comercial, la Vía Campesina nos convoca a que, si no podemos ir a Cancún, cuando menos hagamos nuestro Cancún hasta en la azotea.
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