Dossier 1. Para entender lo que está pasando en Palestina

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Las juventudes de Peña Nieto


Genaro Lozano
 
15 Nov. 11

Seguro que usted también conoce a uno. Tienen menos de 30 años, por lo que nacieron a mediados de los 80, y no tienen empacho alguno en revelar que son "fans" de Enrique Peña Nieto.

Son jóvenes que no vivieron la represión del PRI en 1968 y cuyos padres tampoco se preocuparon por contarles esa historia. Por ello no saben quién era Gustavo Díaz Ordaz y no relacionan a Tlatelolco con una matanza de estudiantes. Tampoco se lamentan de que el PRI haya encubierto a dicho ex presidente y jamás permitido su juicio.

Tampoco habían nacido en 1976, cuando José López Portillo obtuvo el 93.5% de los votos en unas elecciones presidenciales en las que su único contrincante fue José López Portillo. Mucho menos recuerdan cuando éste, emocionado por los recursos petroleros, prometió "administrar la abundancia" para después entregar un país en la miseria, con más del 90% de inflación, con un peso devaluado y con una deuda de más de 59 mil millones de dólares.

Apenas tenían un año de vida o acaso sus madres veinteañeras estaban embarazadas cuando a Miguel de la Madrid Hurtado lo derrumbó el temblor de 1985 en la Ciudad de México y no supo cómo reaccionar ante la catástrofe, incluso rechazando la ayuda internacional. Eran apenas unos bebés cuando a su secretario de Gobernación se "le cayó el sistema" y declaró como su sucesor a Carlos Salinas de Gortari, el hombre que prometió conducir a México al primer mundo y al que en el camino, el país se le perdió, con todo y su hermano.

Esos jóvenes peñanietistas cumplieron tal vez quince años cuando Ernesto Zedillo le entregó el país a Vicente Fox y por eso no entienden cuando a Denise Dresser se le sale un "cuando me dicen antipriista lo veo como un piropo" porque no recuerdan las peores prácticas del PRI.

Ese PRI de los carros completos y los acarreos. Ese PRI de la deuda de Humberto Moreira en Coahuila y el silencio de Peña Nieto ante ello. El PRI que lleva casi 12 años sin saber ser oposición. El PRI que creó el monstruo del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación y a su lideresa, la intocable Elba Esther Gordillo, que ha causado un desastre educativo.

El PRI que se monta en una plataforma socialdemócrata, apoyando el reconocimiento legal de parejas del mismo sexo con una ley en Coahuila, pero el mismo PRI que "blindó" la Constitución de Yucatán para evitar los "matrimonios gays". El PRI que se alía con el PAN para criminalizar a las mujeres por decidir sobre su cuerpo en 18 estados de la República. El PRI con desorden de identidad, el PRI de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Ese PRI que siente que México le debe todo y que ya se ve de regreso en Los Pinos ante la incompetencia de los gobiernos panistas y los más de 50 mil muertos que dejará este oscuro sexenio. El PRI dividido que en el Senado con Manlio Fabio Beltrones apoyó la reforma política, pero que en la Cámara de Diputados, con legisladores del grupo de Peña Nieto, se opuso tajantemente a ella y la mutiló.

A los jóvenes peñanietistas no parece importarles que Peña Nieto haya mentido en su informe de gobierno al señalar que el número de homicidios dolosos y que el robo de autos disminuyeron en su sexenio. A esos jóvenes no les importa, son fans de Peña Nieto y lo quieren en Los Pinos, con todo y su Gaviota.

¿Por qué se da este fenómeno? Quienes nacieron después del 85 votaron por primera vez en la presidencial del 2006. Así que lo que ell@s han vivido más intensamente han sido los dos sexenios del PAN. Much@s de esos jóvenes votarán por primera vez en el 2012 y para ellos el regreso del PRI a Los Pinos sería una alternancia, en lugar de un retroceso.

Cabría preguntarse también si Peña Nieto está haciendo algo bien. El control de su imagen tal vez sea su mayor acierto, pero también el hecho de que ha sido él, junto a Beltrones, quienes se adelantan a los demás precandidat@s al proponer lo que harían de llegar a la Presidencia.

En sí, un triunfo del PRI no sería un retroceso democrático. Si el PRI gana la contienda presidencial de forma limpia, veríamos a la democracia funcionando en su sentido más minimalista. Como dice el politólogo Adam Przeworski, "la democracia es un sistema en el que los partidos ganan y pierden elecciones... y en el que hay ganadores y perdedores en diferentes momentos".

El problema es que Peña Nieto no ha roto con lo peor de su partido y de su tradición en el poder. El problema es que el escándalo de Moreira era una buena oportunidad para que el aspirante presidencial pidiera la renuncia de Moreira y en cambio le dio su "total respaldo". El problema es que Peña Nieto no ha demostrado qué significa ese "nuevo PRI" que pregona. El problema es que Peña Nieto ya está en las redes sociales, graba twitcams y twittea, pero lo siguen mapaches cibernéticos y cuentas creadas por sus estrategas electorales, cortesía de Eruviel. Y el problema de fondo es, me temo, que l@s jóvenes peñanietistas son de esos nuevos votantes a quienes el partido no importa, sino el candidato.


Twitter: @genarolozano

Blog: www.reforma.com/blogs/genarolozano

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