LOS BRIGADISTAS # 15
DICIEMBRE DE 2011
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) de Egipto, ha asumido el poder del país africano desde que el pueblo, enardecido por casi 3 décadas de opresión, echó a Hosni Mubarak del gobierno en la primavera pasada. Sin embargo, las cosas no han mejorado: esta junta militar gobernante, con Hussein Tantawi al frente, se ha encargado de mostrar que son tan corruptos y represores como el mandatario derrocado.
Diez meses tienen los militares en el poder. Han sido suficientes para que el pueblo egipcio, que en principio dio el beneficio de la duda al ejército (por negarse a reprimir las gigantezcas movilizaciones populares), perciba que los ideales que lo llevaron a levantarse y tomar las plazas, fueron traicionados. Los personeros y funcionarios de Mubarak, lejos de ser aislados y echados definitivamente del gobierno como se esperaba, siguen jugando un papel importante en la toma de decisiones, cobijados ahora por los militares. El Estado ha sido reorganizado, pero no para sanearlo de corrupción, sino para proteger los privilegios de los nuevos ocupantes: la alta jerarquía militar . El CSFA, por ejemplo, intentó establecer en un nuevo proyecto constitucional, la facultad del ejército para definir su propio presupuesto, sin tomar en cuenta al parlamento.
Articulistas como Ángel Guerra, denuncian que el movimiento social ha sido permanentemente hostigado y reprimido. En estos meses se han desarrollado "una cantidad de juicios militares sin precedente contra activistas" (La Jornada, 24 noviembre 2011). A pesar de la presión popular, la junta militar se había negado a fijar fecha para la elección presidencial.
El viernes 18 de noviembre, partidos, colonos, agrupaciones de trabajadores y de estudiantes, convocaron a una marcha hacia la Plaza Tahrir, para exigir la "calendarización del traspaso del poder a los civiles". Un numeroso grupo de jóvenes, al finalizar la movilización, decidieron quedarse en plantón. La respuesta del gobierno militar fue la represión, pero esta vez con una nueva arma: gases paralizantes. Se trata de un nuevo instrumento de represión y tortura, un gas fabricado en Estados Unidos, que se ha vuelto popular entre los gobiernos del norte de África para dispersar las revueltas populares; no es un gas lacrimógeno normal, este paraliza el sistema nervioso central de las personas, dejándolas como moscas muertas en las plazas, con los ojos en blanco, náuseas, vómito y sin poder mover los músculos. Investigadores afirman que esa nueva arma química tiene efectos irreversibles para la gente.
Pronto la indignación creció. Los miles, una vez más se convirtieron en cientos de miles y ahora en millones, que tras la brutalidad contra los manifestantes, han salido a repudiar a la Junta Militar gobernante.
Miles de heridos y decenas de muertos ha causado esta última refriega contra el pueblo. Los militares salieron a "pedir perdón", en un acto de verdadero cinismo.
Pretendiendo apagar las protestas, el gobierno anunció, además, inmediatas elecciones parlamentarias, que se llevaron a cabo en medio de manifestaciones de repudio, y se fijó para junio de 2012 la realización de las elecciones presidenciales. En lo que eso sucede, se propuso la creación de un gobierno de "salvación nacional".
Demasiado tarde: el pueblo, que ha reocupado masivamente las plazas, a lo largo y ancho del país, no caerá en esta nueva trampa.
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