Los Brigadistas #3
Primera quincena de octubre 2009
1. Introducción
Quienes estuvieron el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, quienes padecieron aquella salvaje represión y sobrevivieron a ella, difícilmente podrían haber pensado en ese momento que su lucha había ganado algo. Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría seguramente se sintieron triunfantes porque aquel 2 de octubre callaron para siempre a muchos jóvenes y porque tras esa masacre, el levantamiento estudiantil no sería ya un obstáculo para realizar sus olimpiadas sin mayores contratiempos.
Tal vez ni unos ni otros tenían en ese momento la posibilidad de medir la enorme trascendencia que aquel movimiento tendría en el futuro de las luchas de nuestro país y el enorme costo político que aquella represión tendría para el Estado.
2. Las principales enseñanzas del movimiento
El 24 de julio de 1968, a partir de un pleito callejero entre pandillas, los granaderos realizan un ataque contra la vocacional 5, reprimiendo salvajemente a los estudiantes que se encontraban en ella, de manera arbitraria e injustificada. Pero esta vez, el hecho no quedó impune. Al ser atacados los estudiantes politécnicos y, días después, los preparatorianos de San Ildefonso, se derramó el vaso de la indignación por largos años de represión sistemática y por la imposibilidad de manifestarse. El gobierno, con la prepotencia de siempre, respondió a las protestas contra la represión con más represión, usando incluso al ejército, lo que a su vez estimuló la voluntad decidida de los estudiantes.
2.1 Las demandas centrales
Desde sus inicios, la lucha estudiantil tomó la forma de un enfrentamiento contra el Estado. En primer lugar, los estudiantes identificaron como su enemigo a los policías y granaderos que los reprimían. En segundo lugar, hicieron suya la exigencia de libertad no sólo de los estudiantes detenidos, sino de todos los presos políticos (algunos de los cuales, tenían cerca de 10 años en la cárcel). En tercer lugar, el engranaje jurídico para encarcelar a todos los luchadores sociales se sustentaba en los artículos 145 y 145 bis del código penal que permitían calificar como “disolución social” cualquier protesta que el gobierno no pudieran controlar.
Así, las tres demandas centrales que dieron estructura al pliego petitorio del Consejo Nacional de Huelga (CNH) fueron: desaparición del cuerpo de granaderos, libertad a los presos políticos y derogación de los artículos 145 y 145 bis, mismas que sintetizaban aspiraciones de todo el pueblo y rebasan el ámbito puramente estudiantil.
2.2 La organización estudiantil
El rápido proceso de ruptura con el Estado permitió a los estudiantes construir órganos alternativos de decisión para organizar su lucha basados en las asambleas. En las escuelas y facultades de la UNAM y el Poli, los auditorios se llenaron de jóvenes que discutían cómo defender a los planteles del centro, que tomaban muy diversas iniciativas para responder a la violencia estatal, y que poco a poco fueron decidiendo unirse a la huelga nacional, misma que llegó a abarcar 70 escuelas en todo el país. Los estudiantes formaron comisiones de propaganda, de brigadas, de finanzas, etcétera, y todas esas comisiones conformaron los comités de lucha de cada escuela o facultad.
Cada institución en huelga (al principio UNAM y Poli, después Chapingo, la Normal Superior y varias universidades de provincia) fue integrando comités centrales o comités coordinadores para organizar la acción política. El pliego petitorio se fue precisando y se acordó que cualquier plática tendiente a resolver el conflicto, debía ser pública. La dirección del movimiento se unificó y el 9 de agosto de 1968 surgió, en una masiva asamblea donde participaron 38 comités de lucha, un órgano de representación para la conducción del movimiento general: el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Es importante destacar que todos los integrantes del CNH fueron elegidos directamente en las asambleas, eran responsables ante ellas y removibles por ellas.
Al mismo tiempo, las calles, parques, plazas, mercados, camiones y las salidas de las fábricas, se convirtieron en escenario de la acción de propaganda e información de las brigadas estudiantiles que enfrentaron la calumniosa campaña de desprestigio con volantes y mítines relámpago.
Así, las brigadas, comités de lucha y asambleas, son la estructura organizativa democrática que se da el movimiento. Su instancia unificadora, el CNH, es un organismo completamente al margen del marco institucional; que impugna, denuncia y ataca al Estado; que cuestiona su estructura de poder y representa en los hechos, un poder paralelo al estatal dentro de las escuelas. Este tipo de organización tiene antecedentes en luchas previas, pero nunca había tomado una forma tan acabada en nuestro país.
3. Dos líneas generales dentro del CNH
En el CNH interactúan sectores con puntos de vista e intereses distintos y poco a poco se va desarrollando una tendencia natural hacia la agrupación en dos grandes corrientes. Pese a que la discusión entre estas corrientes no logró desarrollarse plenamente en el CNH, a finales de agosto y principios de septiembre se presentó una polémica que marcó lo que cada una de ellas representaba.
Por un lado, la corriente encabezada por los estudiantes miembros del Partido Comunista Mexicano (PCM) planteó la necesidad de “cambiar de táctica”, levantar la huelga y buscar la negociación con el gobierno, sacrificando la exigencia de diálogo público. Por otro lado, la posición mayoritaria en el CNH sigue poniendo en el centro la solución del pliego petitorio, el diálogo público cómo única manera de resolverlo y la huelga como único medio para obtener ambos objetivos.
El 18 de septiembre el ejército toma Ciudad Universitaria y el 23 de ese mismo mes, cae el casco de Santo Tomás tras una heroica defensa de los estudiantes politécnicos que durante 6 horas le dieron batalla a los granaderos. La dispersión se apodera del CNH, con trabajos logran reunirse parte de sus integrantes pero completamente desvinculados de los activistas que mantienen el brigadeo. En esta situación, la corriente que pugnaba por la negociación encamina sus pasos en esa dirección y el mismo 2 de octubre en la mañana se reúne a puerta cerrada con representantes del gobierno, asumiendo la representación de todo el movimiento.
4. La masacre
El mitin citado a las 5 pm, empieza a concentrase en la plaza de Las Tres Culturas. Cerca de diez mil personas se reúnen, la mayoría estudiantes, pero también amas de casa con niños pequeños, obreros y pueblo en general. La plaza fue cercada por tanques de guerra y cerca de 6 mil efectivos del ejército armados con metralletas, fusiles de grueso calibre y pistolas. Los oradores insistían a los asistentes que evitaran provocaciones y mantuvieran la calma cuando desde uno de los tres helicópteros que sobrevolaban la concentración, cayó una luz de bengala que se asume que fue la señal para iniciar el ataque.
Se oyeron ráfagas de ametralladora sin saber exactamente de dónde venían y la gente empezó a correr tratando de escapar. En medio del caos, francotiradores situados en las azoteas de los edificios de Tlatelolco, disparaban. Las ráfagas de ametralladora se repetían con distinta frecuencia y un cañonazo desde un tanque provocó un incendio en el edificio 16 de Septiembre. Más tarde, hay otro incendio en el edifico Chihuahua, donde estaba localizado el templete del mitin y en el que se suponía que se albergaban dirigentes del CNH. Granaderos y militares recorrieron durante horas los edificios de la unidad habitacional sacando a punta de bayonetas a los estudiantes albergados por los vecinos del lugar.
La represión fue brutal. Al parecer, miles de personas resultaron heridas y cientos cayeron muertas. Nunca se pudieron contabilizar. Varios cientos de asistentes y espectadores, fueron detenidos.
5. Actualidad del 68
Durante 41 años, la herencia del 68 ha marcado al movimiento estudiantil mexicano. Generación tras generación, se ha mantenido el rescate de sus enseñanzas y en los momentos de fuerte pelea, el movimiento estudiantil ha retomado las formas organizativas que aquel movimiento mostró. Entonces y ahora, la lucha estudiantil ha sido semillero de activistas que llevan esa herencia a otros sectores en lucha en los que en mayor o menor medida, se han construido organizaciones similares.
El movimiento de 68 no ha desaparecido del mapa político nacional y de la memoria popular, porque sus demandas no han perdido vigencia. La lista de presos políticos en el país, es muy grande. El delito de disolución social ha toma otras formas, como el secuestro equiparado con el que hoy se condena a Ignacio del Valle y a muchos luchadores sociales. Los cuerpos represivos, con los múltiples nombres que han tomado, siguen siendo el principal instrumento estatal para enfrentar protestas que el gobierno no puede controlar.
Por ello, los estudiantes actuales tienen una responsabilidad que asumir en el frente de lucha actual y, estamos convencidos, sabrán hacerlo con la dignidad y la entereza que han caracterizado al movimiento estudiantil nacional.
Estudiantes, profesores y trabajadores universitarios, que luchamos por la construcción de una Universidad y un Mundo mejor.
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