Dossier 1. Para entender lo que está pasando en Palestina

  Contenido: PARTE I. Historia de una resistencia y lucha: 1. Conflicto Israel-Palestina: una breve historia en map...

PALABRAS DE FRAY RAÚL VERA LÓPEZ, O.P. EN ACTEAL.

Hoy hace 14 años, víctimas de la guerra de baja intensidad, utilizada como estrategia contrainsurgente por el gobierno mexicano, quien tenía como principales actores a los grupos paramilitares, armados y pagados por él mismo y entrenados por el Ejército Mexicano, fueron asesinadas 49 personas, entre ellas 9 varones, 16 niños y adolescentes, 20 mujeres y 4 no nacidos en el vientre de su madre.

La elaboración de la averiguación previa por parte de la Procuraduría General de la República (PGR), fue preparada de tal manera que, hasta el día de hoy, no se pueden juzgar a los autores intelectuales de dicha guerra de baja intensidad, y los autores materiales lograron su excarcelación con la intervención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). De este modo, después de 14 años, ese crimen permanece impune, pues la PGR consideró que cada uno de los asesinos vino por su cuenta, y no como delincuentes asociados constituyendo un grupo paramilitar.

Para la indagación que llevó a cabo la SCJN, solamente se basó en los expedientes de la PGR; no fueron convocados los sobrevivientes que identificaron a los paramilitares porque eran bien conocidos por ellos, pues precisamente estaban refugiados en Acteal porque en sus propios parajes corrían peligro, los querían obligar a integrarse a esos grupos armados que organizaba el ejército para azolar a las comunidades.

Estos grupos armados atacaban los pueblos para expulsarlos de sus parajes, saqueaban e incendiaban sus casas, robaban sus pertenencias, el producto de sus cosechas y sus escasas cabezas de ganado. Destruían sus dispensarios y hacían gala de violencia contra sus templos, sus santos eran destruidos y sus mobiliarios quemados. Después de estos saqueos y asesinatos, porque también fueron responsables de muertes y desapariciones forzadas por parte de los paramilitares, los militares y la policía estatal establecían sus campamentos en sus comunidades con la excusa que en esos parajes había violencia.

La estrategia tenía como principio, “quítale el agua al pez para que se muera”; el pez eran los insurrectos, milicianos y bases zapatistas y el agua era el tejido social. La acción paramilitar conducida por el ejército tenía como objetivo impedir que las comunidades proporcionaran cualquier tipo de apoyo a los insurrectos, por eso no podían producir alimento ni podían conformar cualquier clase de organización que potenciara al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La estrategia contrainsurgente consistía en destruir la base social, orillando a los habitantes de la región a vivir en la miseria, debajo de hules y entre el lodo, cerca de alguna población que pudiera recibirlos en sus alrededores.

Como parte de la estrategia era anular cualquier tipo de organización que fortaleciera a los insurrectos, por eso se fueron contra las Abejas, que ni eran bases zapatistas, ni estaban en una actitud violenta, sino que eran pacifistas, y no obstante vivir como desplazados de sus comunidades, estaban organizados para reivindicar derechos y generar conciencia ante todas las injusticias que aquí se vivían desde antes del inicio del movimiento armado. Tales injusticias seguían realizándose durante la guerra de baja intensidad que cada vez cobraba más víctimas, pues solamente aquí en la zona donde está Acteal, en los parajes del municipio de Chenalhó, desde el mes de octubre de 1997, hasta el día del ataque paramilitar a Acteal, se realizaron más de 20 ataques violentos por parte de los paramilitares en distintos parajes, para obligarlos a desplazarse. Acteal era uno de los tantos grupos que estaban desplazados. Por eso los miembros de los grupos paramilitares eran bien conocidos por los sobrevivientes de Acteal.

Para colmo de esta ignominia, el Gobierno mexicano estaba sentado en diálogo con los representantes del EZLN, junto con la mediación de Don Samuel Ruiz y la CONAI, en San Andrés Larrainzar, elaborando los acuerdos de paz. Mientras el Presidente Zedillo hacía la desecha de tender una mano a los insurrectos en los diálogos de San Andrés, con la otra mano organizaba muerte y destrucción para las comunidades indígenas de Chiapas.

Ante el panorama que hoy vivimos en el país, de una guerra abierta nuevamente por el presidente de la República en turno, en donde las principales víctimas las pone el pueblo mexicano, pues nuevamente, como aquí en Chiapas, no importa la justicia. En esta supuesta guerra contra el crimen organizado, nuevamente, como hace 14 años en Chiapas, se vuelve a utilizar al Ejército que sigue violando derechos humanos y realiza ejecuciones extrajudiciales y sus crímenes permanecen impunes. Hoy también los policías son cómplices de quienes cometen robos, asesinatos, secuestros y desapariciones forzadas. Hoy, como ayer, los criminales también tienen aliados dentro de los tres niveles de gobierno federal, estatal y municipal, de lo contrario, no contarían con la protección que mantiene impunes el 98 por ciento de sus crímenes.

Gracias a ustedes miembros del grupo las Abejas porque siguen resistiendo a los abusos tanto del gobierno estatal como el federal; gracias por enseñarnos que ante la irracionalidad y el cinismo de las autoridades, además de la denuncia de los atropellos que cometen, ustedes siguen trabajando por una sociedad justa donde se respete la vida y su integridad, donde las instituciones se pongan al servicio de la justicia y el derecho para todos los habitantes de Chiapas, donde la paz acompañe el desarrollo de la vida de México y de este estado. Gracias a ustedes, sobrevivientes de la masacre de Acteal, porque conservan la memoria de este crimen abominable y reavivan nuestra conciencia para, el día de hoy, defender la justicia que es el único camino que nos puede llevar a la paz. Dios les bendiga.

Acteal, Chiapas, 22 de diciembre del 2011

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