Dossier 1. Para entender lo que está pasando en Palestina

  Contenido: PARTE I. Historia de una resistencia y lucha: 1. Conflicto Israel-Palestina: una breve historia en map...

Mirando una foto

En el invento maravilloso de retener la imagen, de hacerla perpetua, se guarda la belleza o el horror de la realidad. Mirando una foto uno mira mucho más, más allá de ella, le busca las entrañas, los entresijos de la vida y, en ésta, del dolor. En ella aparece un hombre con el agua sucia, llena de lodo y mierda, hasta la cintura. La playera levantada muestra parte de su cuerpo. Lleva una gorra y no es complicado adivinar el oficio que realiza: albañil, carpintero, cargador. Labores todas ellas mal pagadas y rudas, con las que apenas alcanza para el diario sustento. El hombre se cubre el rostro con ambas manos, ¿lo hace por cansancio?, ¿por tristeza?, ¿por desesperación?, ¿por desolación?, ¿por vergüenza?, ¿por todo ello? Su casa, humilde desde los cimientos, está igualmente triste, ennegrecida por los días de lluvia y el reflejo del agua. El hombre llora, casi es seguro. A su derecha aparece lo que fue la alacena, de ésas comunes en un hogar pobre: en la que se guardan los objetos de cocina y apenas, de vez en vez, llegan a asomar los víveres. Tras de sí, un poco a la izquierda, flota el refrigerador y más a la izquierda una mesa con el mantel florido, atrás sólo hay unas cuantas bolsas y apenas se ve la ventana por la que el sol, sin conseguirlo completamente, intenta colarse. La humedad se ha comido la pintura, el agua todo el patrimonio. La foto señala otra cosa: la muerte, la simbólica muerte de años y años incansables de esfuerzo, de lucha diaria, de entrar a tandas y cajas de ahorro y hacer magia para vivir en un municipio donde, tan sólo por los gastos de transporte, es difícil vivir. Mírese bien al hombre. Mírese bien el refrigerador, ¿lo ve?, ¿siente lo que ve?, ¿ve lo que siente? El hombre, con cara de angustia y dolor, que las manos intentan cubrir, llora a sus deudos. El refrigerador, diga si no, parece un ataúd. Y el hombre hace guardia. Sufre como en un sepelio. Como en el momento de velar al muerto en la funeraria. Como una misa de cuerpo presente. El hombre llora por dentro, es seguro. No quiere tirar lágrimas por el miedo a hacer crecer la inundación y lleva un pedazo de papel en la mano izquierda por si alguna lo traiciona.

La foto no lo sabe pero nos dice otras cosas y nos despierta dudas. Nos dice, por ejemplo, que así están las colonias pobres, las más pobres, de los municipios mexiquenses de Chalco y Valle de Chalco. La foto y el hombre son la imagen de miles que reciben en racimo promesas de ayuda, pero nada llega. Dice la foto el modo de actuar del gobierno federal y estatal, porque no es la primera vez de una inundación así, ya Ernesto Zedillo y Vicente Fox habían “enfrentado” un problema similar. La foto dice que Calderón y Peña Nieto fueron a tomarse la foto pero no a resolver nada. Entonces uno se pregunta ¿por qué Peña Nieto no deja de pagar millonadas para su anticipada campaña electoral e invierte en resolver problemas tan importantes como estos?, ¿por qué no se conmueven ya no como gobernantes sino como hombres ante el dolor de los más pobres?, ¿por qué si los habitantes protestan son reprimidos y humillados?, ¿por qué Valle de Chalco o Angangueo en Michoacán son el rostro de México?, ¿por qué los gobernantes piensan que la demagogia resolverá algo?, ¿por qué tantos por qués y ninguna respuesta?

Esa foto, no lo sabe, o sabiéndolo nació y señala, por eso, que de no hacer algo ese es nuestro futuro: inundarnos de mierda y asco. La foto reclama, como reclama el hombre en ella, un actuar, un grito, un hacer, de lo contrario los que arriba gobiernan inundarán el país de su suciedad, de militares, de pobreza absoluta, de mayor desempleo, de soberbia y estupidez.

Esta foto duele y uno no sabe a ciencia cierta dónde pero duele, acá, cerca del pecho y uno quisiera rasgarlo para aliviar el dolor o gritar o llorar. La foto llora, como el hombre en ella, y llora uno de tanta rabia, de tanta impotencia. Entonces uno quisiera tener a la mano una piedra y lanzarla lejos para que con ella el dolor se fuera.

Vale la pena escuchar a la foto, y al hombre en la foto, es un susurro apenas, pero empieza a ser clamor. El hombre dice, como en secreto, que a pesar de todo se levantará y levantará su humilde casa con todo el amor y con toda la fuerza de sus manos.

La foto dice, que a pesar de la soberbia y la humillación gubernamental, el hombre en ella y los miles que son él, saldrán adelante.

La foto dice que otros miles que la han visto se secan las lágrimas y gritan un solo grito de un solo pueblo que se empieza a levantar.

Mirando esta foto uno sabe que dice la verdad.



Fotografía de Alfredo Domínguez. La Jornada, 13 de febrero 2010.


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