Dossier 1. Para entender lo que está pasando en Palestina

  Contenido: PARTE I. Historia de una resistencia y lucha: 1. Conflicto Israel-Palestina: una breve historia en map...

Intervención de la Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Honduras

(Encuentro del pueblo de México con el presidente Zelaya realizado en el Teatro de la Ciudad el día miércoles 5 de agosto del 2009)

Excelentísimos

Manuel Zelaya Rosales, Presidente de la República de Honduras

Patricia Rodas, Ministra de relaciones exteriores del gobierno del presidente constitucional de Honduras

Rosalinda Bueso Asfura, Embajadora de la República de Honduras en México

Compañeros todos:

Hace ya 38 días que nos amanecimos con la noticia de que el ejército hondureño acababa de dar un golpe de Estado, derrocando y exiliando por la fuerza a su presidente e instaurando un Estado de sitio a lo largo y ancho del país para hacerle frente a la respuesta del pueblo, que se volcó a las calles desde aquél mismo momento.

Varias cosas han ido quedando claras a lo largo de estas semanas:

1°) El golpe fue planeado por un pequeño grupo de empresarios y terratenientes que controlan los principales diarios (propiedad de tres familias), los canales de televisión (propiedad de una familia), la banca, la agroindustria, empresas energéticas y de la construcción hondureñas. Se habla de entre 10 y 15 empresarios directamente involucrados en la organización del golpe. Son ellos quienes han manejado a su antojo el Parlamento, el Poder Judicial, los dos principales partidos políticos, la jerarquía eclesiástica...y el ejército.

2°) El golpe venía preparándose desde tiempo atrás, en coordinación con conocidos representantes de la derecha y el Pentágono estadounidenses, estrechamente vinculados a empresas transnacionales como la Chiquita Brands (antes United Fruit), dueña y señora, y activa promotora de múltiples masacres y golpes de Estado en diversos países de América Central y el Caribe durante todo el siglo XX.

3°) Los altos mandos del ejército hondureño, que se formaron en la tristemente célebre Escuela de las Américas, mantienen una relación de subordinación con los altos mandos militares norteamericanos, quienes sostienen una presencia permanente en territorio hondureño a través de la base militar de Soto Cano (Palmerola), ubicada a escasos 100 kilómetros de la capital.

4°) Los “delitos” cometidos por el presidente Zelaya nada tienen que ver con “haber violado la Constitución” de su país. Sus delitos son de otra índole: haber dedicado recursos para extender los derechos a la educación y a la salud a los sectores más marginados de la población, aumentar en un 60% el salario de los trabajadores, proteger zonas ecológicas de la depredación de las empresas, acabar con el monopolio de los combustibles, denunciar la permanente manipulación de la información por los grandes medios de comunicación, promover la participación política del pueblo...y lo más grave: haber visitado a Fidel y acercarse a Chávez, Correa y Evo, llegando al colmo de incorporar a su país al ALBA. En esas condiciones, la sola posibilidad de que el pueblo soberano opinara sobre la conveniencia o no de someter a consulta una posible reforma global a la Constitución, resultó ya inaceptable para una oligarquía soberbia y mezquina, acostumbrada a hacer lo que se le venga en gana con el país y su gente.

Es la misma oligarquía que festejó el asesinato en 1842 de Francisco Morazán, ilustre personaje de la historia de nuestra América que luchó tenazmente por unificar a toda Centroamérica en una sola nación, que puso un freno al poder de la iglesia y que se propuso llevar la educación a la gente humilde, entre otras cosas. Es la misma oligarquía que movilizó a su ejército para bloquear a César Augusto Sandino cuando era atacado por el ejército norteamericano, en 1927. Que colaboró activamente con el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954. Que envió tropas a la República Dominicana para apoyar la invasión de los marines en 1965. Que expulsó a decenas de miles de inmigrantes salvadoreños y empujó a su pueblo en una guerra de odio para pelearle el territorio a los dueños de aquél otro país en 1969, causando miles de muertos. Que puso su territorio al servicio de la contra nicaragüense para organizar desde ahí sus brutales ataques al pueblo sandinista en los años 80.

Siempre los mismos, la misma brutalidad, la misma soberbia con los de abajo...y sumisión con los de arriba, con los verdaderos dueños del negocio, sus amos, los grandes consorcios norteamericanos.

Pero el pueblo aprende... Las sorprendentes movilizaciones que hemos visto en estos 38 días, van dejando una huella indeleble sobre la conciencia de cientos de miles de trabajadores del campo y la ciudad hondureños...las marchas una y otra vez en las principales ciudades, las caminatas desde las provincias al aeropuerto de Tegucigalpa el día que se esperaba que llegara el presidente Zelaya, las caminatas desde las ciudades a la frontera con Nicaragua para encontrarse con él, la decisión de burlar los bloqueos del ejército atravesando montañas para llegar al punto de encuentro...las huelgas, las tomas de oficinas públicas, los bloqueos de carreteras a pesar del estado de sitio decretado por el gobierno golpista...los enfrentamientos de todo tipo con el ejército, desde verbales, con jaloneos, hasta la represión sufrida a manos de éste...Varios muertos, cientos de detenidos, desaparecidos, golpeados...y el pueblo no cede...a pesar de la desproporción de fuerzas, puños contra fusiles...el pueblo no cede...

El Departamento de Estado norteamericano ha hecho lo imposible por dejar que el tiempo corra, esperando que esta indignación popular acabe por diluirse, y que el rechazo de multitud de países que generó el golpe, acabe por enfriarse...Las dos únicas posibilidades que pretende mantener en pie son: el no regreso de Zelaya (la posición de los golpistas), o su regreso comprometido a incorporar en su gobierno a los golpistas, y a renunciar a su propósito de que la gente opine sobre la conveniencia de reformar la Constitución (la propuesta de Arias). Es decir, pretenden que no regrese, o que lo haga quedando atado de manos para seguir adelante...en condiciones en que faltan tan sólo tres meses para las elecciones de las que quedaría excluido como candidato...Cada día que pasa acorta las posibilidades del presidente Zelaya de hacer algo por su pueblo.

De ahí la urgencia de la solidaridad de todos los pueblos... acción que es necesaria no sólo por el futuro del pueblo hondureño (lo que ya sería suficiente por sí mismo), sino por algo más: ¿Qué esperamos que ocurra con las oligarquías de los países vecinos -y no sólo los vecinos- si finalmente los golpistas se salen con la suya? ¿Qué ocurrirá en Guatemala, en Nicaragua, en El Salvador, países en donde las fuerzas reaccionarias han perdido las elecciones y cuyos gobiernos se han acercado al polo de izquierda representado por Cuba y Venezuela? ¿Creemos que esas oligarquías esperarán tranquilas a que culminen sus períodos esos nuevos gobiernos? ¿Y qué sucederá entonces en Ecuador, o Bolivia o Venezuela misma?

La correlación de fuerzas general de América Latina que para bien de los pueblos se ha ido corriendo a la izquierda en estos últimos años, está en la mira. Del desenlace del conflicto en Honduras puede depender mucho más que la sola suerte del pueblo hondureño.

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