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El mercado libre y desregulado está destruyendo las dos fuentes principales del bienestar social: la tierra y el trabajo

01-11-2010
Según el científico social británico David Harvey

Cronicon.net


David Harvey, uno de los más connotados intelectuales de la izquierda anglosajona, y un geógrafo y urbanista de prestigio mundial fue el conferencista central del IV Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos, organizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires.

Su visión crítica de la crisis capitalista desde su óptica europea y norteamericana da luces respecto del límite al que ha llegado el mundo por culpa de un sistema codicioso y depredador que no tiene límites.

Harvey es conocido además por sus formulaciones en torno al Derecho a la Ciudad y a la Acumulación por desposesión. En la capital argentina se detuvo para explicar ésta última.

Autor de varios trabajos ya clásicos sobre urbanismo y la dinámica espacial del capitalismo, cuenta también con trabajos de investigación que constituyen contribuciones importantes a la teoría económica. Ha escrito una obra de referencia en el campo de la crítica cultural: La condición de la postmodernidad. Nació en 1935 en el Reino Unido. Se doctoró en la Universidad de Canbridge en geografía histórica, actualmente es profesor en la City University de Nueva York y catedrático visitante de London School of Economics.

El Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net recogió sus planteamientos en la siguiente síntesis:

Acumulación por desposesión

Mi visión del neoliberalismo es la apropiación de un conjunto de ideas de Friedrich Hayek y Milton Friedman, según las cuales la libertad está garantizada con propiedad privada más fuerte, mercado libre y reducción del Estado. Esta retórica no es sino un mecanismo para la reestructuración y consolidación del poder de clase y, en este sentido, el proyecto neoliberal ha sido todo un éxito. Es una idea que reproducen los medios de comunicación, pero lo cierto es que lo aparente es muy distinto a la realidad.

El ajuste estructural fue condición del FMI para salvar la crisis de México en 1994, que en últimas es una intervención gubernamental porque los banqueros hicieron lo que se les vino en gana pero luego el rescate corrió por cuenta del Estado y, por ende, de los ciudadanos. Por eso las finanzas del Estado se disminuyen y que los ciudadanos se frieguen, como ha sucedido en Grecia, España y el estado norteamericano de California. Como resultado de la crisis fiscal viene la austeridad en perjuicio de los derechos básicos de la sociedad. Es decir, se ha protegido a los bancos y se ha destruido al pueblo.

Infortunadamente en algunos países del mundo el neoliberalismo que es un proyecto de acumulación y dominación, se ha profundizado y ha ganado fuerza. Sin embargo, el capital ha tenido dificultades para lograr rentabilidad por lo que ha acudido a la economía ficcional, a la especulación, además se enfrenta a serias limitaciones medioambientales, de mercado y de rentabilidad. No se puede olvidar que el surgimiento de la clase capitalista no dependió originalmente de su capacidad de generar excedente. Descansaba en su habilidad para apropiarse de éste, tratarlo como si fuera de su propiedad privada y enviarlo a circular en busca de mayor excedente. Mientras que el comercio, la banca y la usura proveen oportunidad de obtener beneficios, el capitalismo como un sistema social llega a depender de la formación de un proletariado y en el empleo del trabajo asalariado. No obstante, para el neoliberalismo los trabajadores han constituido un problema, pese que la crisis no fue causada por los sindicalistas.

Es que un mercado capitalista libre y desregulado solo puede sobrevivir destruyendo las dos fuentes principales del bienestar social: la tierra y el trabajador.

Necesitamos comprender el modo en que la deuda nacional y el sistema de crédito han sido, desde el comienzo, vehículos fundamentales para la acumulación primitiva, o para lo que yo llamo acumulación por desposesión.

Hay una cantidad agregada de acumulación a través de la desposesión que debe ser mantenida si el sistema capitalista pretende adquirir algún tipo de estabilidad. El desarrollo geográfico a través de la desposesión, en consecuencia, es un corolario de la estabilidad capitalista.

Pero esto habla solamente sobre una parte de la historia de la acumulación capitalista a través de la desposesión. La otra mitad mira de manera más cercana a la canibalización de bienes que va dentro del sistema capitalista mismo como acciones (tales como el capital financiero) que aprovechan oportunidades para apropiarse de bienes ajenos (tales como industriales o terratenientes) o como los territorios o las configuraciones regionales de capital: ciudades, regiones, estados, buscan adquirir o destruir los bienes de sus rivales a través de la competencia comercial y/o las maniobras geopolíticas incluyendo intervenciones militares y disrupciones.

Componentes de la acumulación por desposesión

Cuatro grandes módulos componen la acumulación por desposesión en tanto patrón capitalista dominante en la era neoliberal. El primero consiste en la privatización y mercantilización de recursos vitales en grados que las utopías negativas de la ciencia ficción no habían previsto, como por ejemplo, la comercialización del aire a través de la compra y venta de cuotas de emisión de gases, transformando en negocio la degradación medioambiental, o la privatización del ciclo vegetal por parte de transnacionales como Monsanto que por medio del patentamiento de semillas modificadas con el tiempo resultan irremplazables dada la modificación del hábitat.

El segundo módulo es la financiarización iniciada en los años setenta y ampliada en los noventa, pero que recién en 2008 dio lugar a una nueva crisis capitalista con graves consecuencia sociales.

Las turbulencias y derrumbes económicos gira el tercer módulo: la gestión y manipulación de la crisis, que en 2005 fue una trampa para transferir activos de la periferia hacia el centro del capitalismo. En la medida en que los activos valiosos pierden su valor en las crisis, son adquiridos por migajas a través de ellas. Se calcula el equivalente a 50 planes Marshall lo que ha sido transferido de la periferia a los acreedores del centro.

Las redistribuciones estatales es el cuarto módulo y tiene que ver con otras prácticas de desposesión fuera las mencionadas privatizaciones, mediante las cuales los Estados nacionales suelen ser agentes indispensables de la restauración plutocrática más contundente de la historia del capitalismo. Estas otras formas incluyen algunas paradojas particularmente visibles en Chile e Irak, donde la ola privatizadora a través de la cual se concretó la desposesión, abarcó casi todas las áreas, salvo el recurso madre (cobre y petróleo respectivamente) que siguió en manos de los Estado dadas las necesidades de fortalecer sus funciones de gendarme.

Cualquier teoría del desarrollo geográfico desigual dentro del capitalismo debe incorporar la acumulación y la devaluación a través de la desposesión como fuerza fundamental si quiere tener validez general.

China, un gran sistema de producción

Si bien el modelo económico de China que le está permitiendo crecer a un 10% anual no puede ser permanente, esta nación constituye un gran sistema de producción. Hubo una huelga de los trabajadores gracias a la cual lograron un 30% de aumento en sus salarios lo que ha fortalecido el mercado interno.

A los países que tienen vínculos comerciales con China les está yendo muy bien, pero esta gran nación asiática puede ser el nuevo epicentro de la crisis. La gran pregunta es en dónde ser la próxima crisis.

Lo que comenzó siendo una exploración a tientas de nuevas ecuaciones sociales y productivas, adquirió una dinámica de desarrollo fabulosamente acelerada a partir de la neoliberalización del resto del mundo. En un comienzo, el Partido Comunista chino había abierto la puerta muy lentamente, a partir de las “cuatro modernizaciones” de Deng Xiaoping en 1978, y el experimento de Guandong que en 1987 volvió exitoso el perfil exportador por el lado de las ventajas comparativas. Pero luego, un desarrollo con dinámica autosostenida en China, cebado por el giro neoliberal del capitalismo avanzado, comenzó a disputar la tutela del proceso a la posibilidad de comando que se esmeraba por conservar el Partido. Este despegue económico con proyección en la económica global no puede explicarse con independencia de la liberalización de flujos capitalistas a partir de la década de 1990, provenientes del centro capitalista en busca de mercados, mano de obra barata y recursos naturales. Tres factores que, disponibles en proporciones chinas y coordinados por el Partido Comunista más fuerte que haya existido jamás, transformaron al país en el “centro de producción deslocalizada a gran escala” más grande del mundo.

Las contradicciones dinámicas en China son diversas y conciernen a distintas esferas de la realidad social. La capacidad de exportar parte de esas contradicciones al resto del mundo al modo del imperialismo social, parecen lejanas por el momento, más por el tamaño de la escala china que por falta de disposición a hacer valer la pretensión de fábrica global.

¡Hasta aquí hemos llegado!

Desde el punto de vista capitalista el mundo se está suicidando, por esa razón hay que crear un proyecto revolucionario alternativo al capitalismo que permita mejorar las condiciones de la gente, para afirmar que otro mundo es posible.

Que podamos salir de esta crisis sistemática del capitalismo por alguna otra vía depende, y por mucho, de la relación de fuerzas entre las clases sociales. Depende de hasta qué punto el conjunto de la población diga: “¡hasta aquí hemos llegado; hay que cambiar el sistema!”

No basta, por lo tanto, denunciar la irracionalidad del capitalismo. Es importante recordar lo que Marx y Engels apuntaron en el Manifiesto Comunista con respecto a los profundos cambios que el capitalismo trajo consigo: una nueva relación con la naturaleza, nuevas tecnologías, nuevas relaciones sociales, otro sistema de producción, cambios profundos en la vida cotidiana de las personas y nuevos arreglos político-institucionales. Todos esos momentos tuvieron un proceso de co-evolución. El movimiento anticapitalista tiene que luchar en todas esas dimensiones y no solamente en una de ellas como muchos grupos hacen actualmente. El gran fracaso del comunismo fue el no conseguir mantener en movimiento todos esos procesos. Fundamentalmente, la vida diaria tiene que cambiar, las relaciones sociales tienen que cambiar.





Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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