Dossier 1. Para entender lo que está pasando en Palestina

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Desinformar sobre la economía de Venezuela

Mark Weisbrot
guardian.co.uk

Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez


Si quiere un ejemplo perfecto de obediencia de los medios de comunicación a la versión oficial, no busque más allá de los pronósticos de catástrofe económica para Venezuela.

La inmensa mayoría de los medios de comunicación se suele ver arrastrada por la marea cuando el gobierno de Estados Unidos lleva a cabo alguna campaña política o de relaciones públicas importante en el ámbito de la política exterior. Pero casi en ningún otro caso la situación es tan monolítica como con Venezuela. Incluso durante los preparativos de la Guerra de Iraq hubo un número importante de periodistas y editorialistas que no aceptaron la versión oficial. Sin embargo, en lo tocante a Venezuela, los medios de comunicación se parecen más a un jurado compuesto por doce miembros con un único cerebro.

Desde que la oposición venezolana decidió hacer campaña para las elecciones de septiembre con el tema de la elevada tasa de homicidios de Venezuela, la prensa internacional se ha visto inundada de reportajes sobre el asunto, algunos de ellos tremendamente exagerados . En realidad, se trata de un logro propagandístico sorprendente de la oposición venezolana. Si bien en términos de audiencia la mayor parte de los medios de comunicación venezolanos sigue siendo propiedad de la oposición política local, la prensa internacional no. Por lo general, para que arranque una campaña mediática de semejante magnitud es preciso encontrar algún tipo de gancho informativo, aunque se trate de un dato como el asesinato número diez mil o una declaración política de la Casa Blanca. Pero, en este caso, lo único que hizo falta fue la decisión de la oposición política venezolana de que el asunto de los homicidios sería su principal tema de campaña... y la prensa internacional se abalanzó sobre la cuestión .

El lema «sólo malas noticias, siempre malas noticias» ha prevalecido de forma abrumadora incluso durante la época de expansión económica de Venezuela, que entre los años 2003 y 2008 ha batido todos los récords. La economía creció como nunca , la pobreza se redujo a más de la mitad y hubo grandes conquistas en cuestiones de empleo. El gasto social real por persona se multiplicó por más de tres y la atención sanitaria gratuita se amplió a millones de habitantes. Hará falta mucho esfuerzo para encontrar estos datos básicos expuestos en un artículo periodístico importante, pese a que los economistas de las organizaciones internacionales que se ocupan de las estadísticas apenas discutan su veracidad.

En mayo, por ejemplo, un organismo vinculado a Naciones Unidas, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) descubrió que entre los años 2002 y 2008 Venezuela había reducido la desigualdad más que cualquier otro país de América Latina, lo que la situaba como el país con una distribución de la renta más equitativa de toda la región. El dato todavía espera ser mencionado en la prensa internacional de primera línea.

Venezuela entró en recesión en el año 2009, y es fácil imaginar que, desde ese momento, la prensa ha prestado mucha más atención a la evolución del PIB del país que cuando Venezuela crecía más deprisa que cualquier otra economía del continente. Entonces, en el mes de enero, el gobierno devaluó la moneda, y la prensa pronosticó un aumento desaforado de la inflación: nada menos que hasta del 60 por ciento para este año . La denominada «estanflación», la suma del estancamiento de la recesión y el incremento de la inflación, pasó a ser el concepto de moda.

La inflación «descontrolada» no se produjo; de hecho, con los datos de los últimos tres meses la inflación, cuya proyección anual la haría ascender al 21 por ciento, es considerablemente más baja que antes de la devaluación. He aquí otro indicador más de que los economistas que emplean como fuente los medios de comunicación dominantes han puesto barreras a la comprensión del funcionamiento real de la economía de Venezuela.

Ahora parece como si Venezuela hubiera salido de la recesión en el segundo trimestre del año en curso. Con el ajuste anual estacional, la economía creció un 5,2 por ciento en el segundo trimestre. En el mes de junio, Morgan Stanley preveía que la economía se contraería un 6,2 por ciento este año y un 1,2 por ciento el próximo. Las predicciones a largo plazo del Fondo Monetario Internacional (FMI) auguran para Venezuela pesimismo y fatalidad: decremento del PIB per cápita durante los próximos cinco años. Es preciso señalar que el FMI planteó a los autores del libro Dow 36,000 una especie de concurso para realizar pronósticos imaginativos, repletos de estimaciones a la baja reiteradas, inexactas y estrambóticas de la economía venezolana para la fase de expansión.

Todo esto puede parecer normal si lo comparamos con la cobertura informativa dada a la economía más poderosa del mundo, la de Estados Unidos, donde la inmensa mayoría de los medios de comunicación pasaron por alto, sin que se sepa cómo, las dos mayores burbujas bursátiles de la historia del mundo: la del mercado de valores y, a continuación, la burbuja inmobiliaria. Pero hubo excepciones importantes al respecto (por ejemplo, The New York Times en 2006). Con Venezuela... bueno, se hace uno la idea.

Como es natural, el crecimiento sostenido de Venezuela no está garantizado; dependerá de que el gobierno formule y respete el compromiso de mantener los elevados niveles de demanda agregada. En ese sentido, su situación inmediata es semejante a la de Estados Unidos, la Eurozona y muchas otras economías más desarrolladas, cuya recuperación económica es ahora mismo lenta e incierta.

Venezuela dispone de las reservas de divisas adecuadas, cuenta con superávit comercial y de la balanza por cuenta corriente, sus niveles de deuda pública exterior son bajos y, si lo precisa, tiene cierta capacidad de endeudamiento exterior. Todo esto ha quedado patente hace muy poco, en el mes de abril, con la suscripción en China de un crédito de 20.000 millones de dólares (aproximadamente, el 6 por ciento del PIB de Venezuela). Así, es extremadamente improbable que se encuentre con escasez de divisas. Por consiguiente, puede utilizar el gasto y la inversión públicos todo lo que sea necesario para garantizar que la economía crezca lo bastante para hacer aumentar el empleo y los niveles de vida, como hacía antes de la recesión de 2009. (En Estados Unidos el gobierno podría actuar igual, incluso, con más facilidad; pero no parece verse venir por el momento.) Esta situación puede seguir así muchos años.

Al margen de lo que suceda, podemos esperar recibir cobertura de los medios informativos de una de las partes de la historia. De modo que no lo olvide: aun cuando lea The New York Times u oiga hablar de Venezuela en la emisora NPR, no deja de recibir información de Fox News. Si quiere acceder a algo más ponderado, tendrá que buscarlo en internet.


Fuente: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/cifamerica/2010/sep/10/venezuela-economics

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