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Salinas, la mano que peina el copete

JENARO VILLAMIL
Proceso.com.mx

Enrique Peña Nieto no sólo pretende ser el candidato del PRI a la Presidencia, sino que apuesta a lo que él considera la fórmula perfecta para llegar a Los Pinos: conjugar el padrinazgo político con la publicidad televisiva. Por un lado, Carlos Salinas de Gortari teje alianzas coyunturales en el PRI para entronizarlo hacia el 2012 y, por el otro, las televisoras promueven su imagen sin recato. Los directivos del duopolio se muestran complacidos con Peña Nieto, al grado de que cuando hablan de él lo llaman "nuestro candidato"… Con autorización de la editorial Random House Mondadori y de la revista Proceso se reproducen fragmentos del libro Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto. La obra entra en circulación esta semana.

El Estado de México siempre ha sido clave para el proyecto político de Carlos Salinas de Gortari. En esa entidad inauguró su programa de recuperación clientelar –el Pronasol, en el municipio de Chalco–, y participó en negocios inmobiliarios junto con sus hermanos. En especial con Enrique Salinas de Gortari, quien fue asesinado el 8 de diciembre de 2004, en Huixquilucan; un caso que no se ha esclarecido.

El expresidente contó como aliado fundamental con el político¬empresario más influyente de la entidad, Carlos Hank Gon¬zález, amigo de su padre, Raúl Salinas Lozano, en el gabinete de Adolfo López Mateos. Buena parte de sus colaboradores fueron políticos mexiquenses de primer nivel: Emilio Chuayffet, Ignacio Pichardo, Humberto Benítez, entre muchos otros.

Por si fuera poco, en el penal de alta seguridad de Almoloya estuvo preso durante casi una década Raúl Salinas de Gortari, el hermano incómodo, quien recibió un trato especial del gobierno de Arturo Montiel. En agradecimiento a los favores recibidos, Carlos Salinas de Gortari alentó las ambiciones presidenciales de Arturo Montiel. De esta manera apostó a las dos principales figuras que buscaron la nominación del PRI en 2006: Roberto Madrazo y Arturo Mon¬tiel. Los demás precandidatos carecían de fuerza suficiente o eran estigmatizados como "zedillistas" por el exmandatario.

Lo más importante es que el Estado de México y, en especial, el gobierno de Peña Nieto, le ha sido útil a Salinas de Gortari para "regularizar" paulatinamente su figura pública.

Salinas dejó sentir su presencia el 27 de julio de 2005 durante los funerales de Gilberto Enrique Peña del Mazo, padre del gobernador electo, que falleció a los 68 años víctima de un paro cardiaco. Acompañado por el exgobernador Emilio Chuayffet, Salinas apareció en el velorio organizado en Atlacomulco. A escasa distancia de él estaba Alfredo del Mazo González. En privado, el exgobernador comentó: "Es doloroso que Gilberto no vea la última parte de este proceso".


En un mes, Peña Nieto y Salinas de Gortari volvieron a coinci¬dir públicamente. Compartieron asientos en "Celebremos México", el maratónico festival organizado por Televisa en el Palacio de Bellas Artes, el 30 de agosto de 2005. Para esas fechas, el expresidente ya había asistido a ceremonias especiales de Televisa y se le señalaba como uno de los consejeros especiales de Emilio Azcárraga Jean, el presidente del consorcio.

El 15 de septiembre del mismo año, ante tres mil invitados al teatro Morelos de Toluca, Salinas acudió a la toma de posesión de Peña Nieto. Como era de esperarse, robó los reflectores. Gritos de "¡fuera, fuera!", se escucharon cuando un grupo de maestros y opositores lo identificaron en el evento del joven mandatario. Tuvo que abandonar el recinto en medio de un fuerte operativo de seguridad.

La influencia de Carlos Salinas en el gobierno de Peña Nieto no se limita a actos protocolarios. Ante el escándalo de la corrupción de Montiel, el expresidente asesoró al actual gobernador para desvanecer las acusaciones por enriquecimiento. También apadrinó la estrategia mediática para sobrellevar el asunto. Otto Granados, su excolaborador y exjefe de Comunicación Social, operó desde la sombra para proteger a Peña Nieto de las huellas de Montiel.

Salinas encomendó a su abogado Juan Collado la defensa montielista y sugirió que el despacho Solloa, Tello de Meneses y Compañía se encargara de la parte fiscal y contable para encubrir los fraudes de Montiel.

Las simpatías del expresidente por Peña Nieto son públicas. En una entrevista concedida al diario británico The Financial Times, Salinas de Gortari afirmó que el gobernador mexiquense representa a una nueva generación de políticos que encabezan la recuperación del PRI. "Salinas ve en Peña Nieto la misma vitalidad que él tenía cuando construyó su camino a la Presidencia dos décadas atrás", redactó el periódico inglés al parafrasear a Salinas.

Salinas es el consejero principal de Peña Nieto para que se perfile como el "gobernador dialogante" y cercano al proyecto de Felipe Calderón. Hábil para palomear a los políticos que le convienen, Salinas de Gortari ha alabado públicamente al presidente panista. "Calderón ha retornado el rumbo de las reformas", afirmó Salinas el 31 de julio de 2008, en el marco de la presentación de su libro La "década perdida": 1995-2005, neoliberali¬mo y populismo en México (Debate, 2008), ocasión que también aprovechó para facturarle a los gobiernos de Ernesto Zedillo, su sucesor, y de Vicente Fox, el primer panista en llegar a Los Pinos, el crecimiento del narcotráfico.

El poder del picaporte de Salinas ha sido clave para abrirle a Peña Nieto las compuertas de Televisa y TV Azteca, las dos compañías que controlan la pantalla de televisión abierta del país. En el Consejo de Administración de Televisa participan empresarios que se encumbraron durante el gobierno salinista (Roberto Hernández, exdueño de Banamex; Gilberto Borja, de ICA; Lorenzo Zambrano, de Cemex; Claudio X. González, de Kimberly-Clark) y también excolaboradores suyos, como el otrora secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella.

Por lo pronto, Peña Nieto representa para Salinas lo que en su momento significó su alianza con Carlos Hank González: una oportunidad única para mantener intactos sus negocios, acrecentar su influencia en otras entidades del país y ser el "fiel de la balanza", el artífice de la recuperación del PRI en 2009 y en 2012.

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