Dossier 1. Para entender lo que está pasando en Palestina

  Contenido: PARTE I. Historia de una resistencia y lucha: 1. Conflicto Israel-Palestina: una breve historia en map...

Medidas dolorosas

Los Brigadistas #2

Apunto de operar gigantesco saqueo contra el pueblo

Los Brigadistas #2

Los mismos de siempre, los que se hacen llamar “servidores públicos” y se embolsan las arcas de los recursos del Estado, son los que hoy pretenden aprobar un atraco descomunal contra el pueblo. Carstens y Felipe Calderón metieron una iniciativa al Congreso, que una parte de la clase política asegura que “no permitirá”. Resulta curioso ver al PRI encabezando este “descontento”, cuando ha sido ese partido, el instrumentador de cantidad de saqueos, agresiones y represión. ¿Ahora de pronto son los que nos defienden? Nada de eso.

Pasada esta pantomima de debate, los legisladores aprobarán, seguramente no la propuesta calderonista con sus puntos y sus comas, pero sí un paquete tremendamente agresivo contra los de abajo y de protección a los beneficios de los de arriba. No cabe duda: se está cocinando un atraco de magnitudes históricas.

Apechugar la crisis, “responsabilidad de todos”

Están en campaña los señores del dinero. Dicen que todos tenemos que apechugar y “aportar” para rescatar las finanzas de la nación, y más aún, que esta “aportación” será, en mayor medida, “para los pobres”. Si realmente ese 2% de impuesto general que proponen será redistribuido para apoyar a la parte más empobrecida de la población (lo cual tendríamos argumentos de sobra para poner en duda), no sería, como dicen, para “erradicar la pobreza”, sino para contener el descontento. No se trata de un programa estructural que vaya resolviendo la desigualdad y la miseria, sino de un cúmulo de recursos en manos del gobierno, que se usarán a discreción, sea para apagar focos rojos o para seguir enriqueciendo a los más ricos. Por lo demás, los pobres de los que habla el gobierno también van a ver disminuida la miserable ayuda que les den cuando les apliquen los nuevos impuestos al consumo.

Y desde ya, echaron a andar su plan. Por todos los medios a su alcance, Calderón y los suyos están poniendo un tapabocas reforzado a las posibles expresiones de repudio, adelantándose a lo que puede ser una ola de resistencia. Si no quieres apoyar a los pobres, pagar los nuevos impuestos, aceptar el aumento general de precios y los recortes, eres un egoísta, un ignorante, no comprendes la situación, estás llevando a la bancarrota al país.

La crisis no golpea igual a todos. Desde sus posiciones privilegiadas, los empresarios recortarán salarios a sus empleados y tal vez no puedan cambiar de coche este año. En cambio, para los de abajo viene lo peor, más pobreza, desempleo, migración y desesperanza. En Guatemala, se decretó “estado de calamidad pública” por la duplicación de la hambruna y la muerte de hambre de 462 personas en la primera mitad del año. Según informes de la ONU (15 de septiembre pasado), casi la mitad de la población mundial está desnutrida (3 mil millones de habitantes), y mil millones sufren hambre, la cifra más alta de la historia. En México, la situación del hambre es “alarmante” dijo el relator especial para temas de alimentación. Y aun así, van los nuevos impuestos por todo, por comer, por leer y por sanar, por tener un salario, por depositar en el banco, por fumar, por beber, por hacer una llamada telefónica, por prender la tele, por entrar a internet, por comprar un cachito de lotería… Vaya, ni Santa Anna pudo imaginar tal variedad.

Paquete económico, como la leña al fuego

Para sacar al capitalismo del hoyo, muchos países actualmente devuelven impuestos, bajan precios, aumentan subsidios. Pero en México, cegados por el dogma neoliberal, los señores del gobierno hacen exactamente lo contrario, reprimir el consumo, limitarlo, quitarle más dinero a los trabajadores, despedir a miles de empleados del Estado, etc. En suma: menos dinero para el pueblo, menos consumo, y por tanto, menos producción y menos empleos, que al cabo nos llevarán a una todavía menor recaudación y un mayor “boquete fiscal”.

Para su derroche ¡Ni un peso más de nuestros bolsillos!

Algunos gastos de la “austera” 60 legislatura:

Galletitas
casi 13 millones de pesos

Botellas de agua
casi 7 millones

Seguros médicos de gastos mayores –
670 millones

Teléfono
más de 120 millones

Comidas en eventos y vales de alimentos -
126 millones

Boletos de avión
613 millones

El gobierno se proclama austero, pero ya todos sabemos lo que en realidad es: un ladrón de los recursos público. Nos piden más dinero, cuando ya se llevaron la mayor parte de la riqueza producida por ríos enteros de sudor y sangre de nuestro pueblo. No sacian su sed y su avaricia. No podemos estar dispuestos, no podemos darles más. Según Calderón, los esfuerzos en austeridad que propone le permitirán obtener más de 180 mil millones de pesos, lo cual no significa nada, comparado con los 2 billones de pesos que este gobierno ha condonado a las grandes empresas por los regímenes tributarios especiales que les exenta de pago de impuestos. Recortan el presupuesto a la educación, siendo particularmente perjudicada la educación superior, pero en cambio aumenta el gasto de operación del gobierno y su burocracia en 49 mil 578 millones de pesos. Los servicios personales a los “servidores” públicos, se incrementarán 6 mil 796 millones, quedando en 829 mil 125 millones para 2010, más del doble de los 300 mil millones de pesos que se tradujeron en el “shock” financiero que anunció Carstens el mes pasado.

Por todo esto es que el paquete económico de Calderón debe encontrar el más amplio repudio popular, no sólo de los partidos y los empresarios que hacen el teatro del “debate”, sino de todos nosotros, del pueblo, quienes seremos los realmente perjudicados por este paquetazo económico, a punto de aprobarse.

Nuestra voz debe ser unánime: ¡Ya basta!

Nada de aumento de IVA, ni recortes a educación, ni retiro de subsidios. Nada de incremento de los precios de los servicios, electricidad y gasolinas. Ningún impuesto más. ¿Cuáles son las preocupaciones del pueblo? ¿Llenar el boquete financiero de Carstens? ¿Darle más dinero a Calderón para su sueldo y el de todos los parásitos de la alta burocracia? No, el pueblo quiere que la riqueza que genera llegue a su mesa, que sus hijos puedan ir a la escuela, que su familia tenga acceso a clínicas y hospitales con medicinas gratuitas. El pueblo quiere trabajo y una vida mejor. Lo que Calderón propone, no tienen nada que ver con eso. Ellos quieren llenar el hoyo fiscal para seguir en las mismas, explotando al pueblo, seguir enriqueciéndose a costa del trabajo ajeno. En su propuesta no hay nada que nos haga pensar lo contrario, no hay impuestos a la especulación financiera, no hay recorte sustancial de sueldos a los políticos, ni reducción de sus gastos de servicios personales.

Dice Carstens que los recursos de su nuevo impuesto del 2% a todo, será para los pobres, que el gobierno lo certifica frente a quien sea. Y Calderón sale casi hasta por las coladeras diciéndonos que “seamos solidarios” con los pobres, que los apoyemos, que cada chicle que masquemos servirá para darle de comer a un pobre… ¡Qué canallada! Pedirle al pueblo que acepte este chantaje. Exigirle que ponga más cuando ya ha sido exprimido hasta el cansancio y ellos mantienen intactas sus fortunas. ¡No tienen vergüenza Calderón y su camarilla! Sí queremos erradicar la pobreza, pero no a costa de hacer más pobre a todo el pueblo, sino a costa de la riqueza de unos cuantos. A costa de acabar con este aberrante sistema económico.

Alimentación, educación, salud, vivienda y trabajo, pueden y deben ser derechos garantizados para todos. Por ello tenemos que dar una lucha sin tregua. En esa crisis, la pelea será por los recursos, los de arriba inventarán cualquier tipo de chantajes y mentiras para apropiárselos, y así resguardar sus privilegios; frente a ello, los de abajo debemos oponernos, repudiar el paquete económico de Calderon y movilizarnos para derrotarlo, contraponiendo un programa anticrisis que proteja al pueblo y anteponga, sobre cualquier otra cosa, sus derechos más esenciales. Sí hay dinero, está en el despilfarro y los gastos absurdos del gobierno, en los altos salarios de los funcionarios públicos, en la corrupción, el pago de la deuda externa, etc. Sí hay recursos, pero se destina a favorecer a los grandes empresarios de dentro y fuera del país.

Que el gobierno siga viendo al norte y rezando por la reactivación de la economía gringa; veamos nosotros al sur, a nuestros hermanos latinoamericanos que cada vez más avanzan en la construcción de una sociedad más humana, más justa, más igualitaria. En manos de los actuales gobernantes, los medios productivos generan desempleo y miseria; el bienestar sólo será posible si estos pasan a manos del pueblo.

La movilización del pueblo, es lo único que puede detener este monstruoso saqueo.

¡NO AL PAQUETE ECONÓMICO DE CALDERÓN!


Abrazar al SME con la más amplia solidaridad

Los Brigadistas #2

El SME se ha convertido en una piedra en el zapato para el gobierno, preferiría sacarlo de la jugada para seguir imponiendo el neoliberalismo a sus anchas. Para enmarañar a los electricistas en conflictos internos, Calderón usa a sus instituciones y a sus esquiroles; primero con el problema de las elecciones sindicales, empantanando la discusión, y ahora, con la Secretaría del Trabajo que le niega el reconocimiento como Secretario General del SME a Martín Esparza.
El gobierno ha lanzado la amenaza de una posible intervención más directa, ya lo dijo Javier Lozano: “se debería negar la toma de nota…lo vimos el año pasado con el sindicato minero; esas cosas (movilizaciones) no funcionan”; el mensaje que están mandando es: “sus movilizaciones no nos importan”, “si yo quiero me meto”, pero los trabajadores tienen la última palabra.
Quieren un SME inmóvil, para arrebatarles sus prestaciones, como la cláusula 64 que les garantiza el derecho a una vejez digna. Se anuncia un recorte en el presupuesto en Luz y Fuerza del Centro de 3 mil millones de pesos, el cual va afectar en especial a las prestaciones, herramienta y equipo, este nuevo recorte significa para los trabajadores menos material de trabajo, más riesgo eléctrico, congelamiento de plazas; pero a los altos funcionarios de la compañía no se les toca ni un pelo, pues seguirán conservando sus celulares, sus coches, laptop’s, sus viajes y todos sus privilegios.
Calderón y Carstens argumentan que “se actuará con austeridad”, que se van hacer “enormes esfuerzos”, ¿Cuales esfuerzos? Enormes esfuerzos son los que realizan los electricistas, que laboran en condiciones muy precarias. Quieren dejarlos en las peores condiciones de trabajo, para luego culparlos del mal servicio y avanzar en la privatización. En este sentido, los medios de comunicación han desplegado una enorme campaña de difamación, para restarle a los electricistas cada vez más simpatía del pueblo. Además en este paquete pretenden disminuir los subsidios que hay en las tarifas y aumentar el precio de estas; es decir que el costo total de la electricidad lo asuma el pueblo. Contra esto, el SME ha dicho ¡tarifa social!, que paguen más quienes más tienen, y para el pueblo tarifa subsidiada.
Vienen por todo, quieren privatizar la industria eléctrica. Calderón ya lo planteó en su “decálogo de reformas”: “una transformación de raíz de las empresas públicas para eliminar privilegios, opacidad y corrupción”.
En caso de dejarlos pasar, no se van a quedar contentos; después ¿qué van a proponer?, ¿la fusión de CFE con LyFC?, ¿la fusión de SUTERM con el SME? Parece ser eso lo que están apuntalando desde el gobierno para desaparecer al SME y echar a la basura toda su historia de lucha. Pero los trabajadores sabrán responder a la altura de las circunstancias. Su lucha en realidad no es contra Muñoz y demás títeres esquiroles, es contra todas las políticas neoliberales que se pretenden implementar.
Al pueblo y sus organizaciones les toca rodear de solidaridad al SME, impedir que el gobierno lo intervenga negando la toma de nota, cerrarle el paso a un enfrentamiento del pueblo con los trabajadores y defender juntos la electricidad como un derecho social. El pueblo no puede ir a luchar sin sus electricistas, ni los electricistas sin su pueblo: estudiantes, campesinos, colonos, etc. Ganar la simpatía y el respaldo de la gente, y revertir la campaña de desinformación que contra el SME están impulsando los grandes medios, es la tarea inmediata.

A 199 años . . . ¿independencia?

Los Brigadistas #2

Esclavitud, represión, hambre, explotación, lucha por el poder político, son algunos de los factores que llevaron a que el 15-16 de septiembre de 1810 iniciara una larga lucha de emancipación del pueblo de México. Las luchas internas en el imperio español favorecieron las aspiraciones criollas de independencia, pero lo que le dio realidad al levantamiento armado fue el hartazgo de los indígenas frente a la explotación. La fuerza de los criollos era insuficiente, no despertaban del marasmo de su nacimiento confundido por lo que tuvieron que recurrir a los indígenas nativos para lograr sacudirse el yugo del imperio español. La esclavitud y el saqueo de recursos como el oro y la plata fueron descomunales. Por aquel entonces México producía el 67% de toda la plata de América. Guanajuato era el principal enclave productor de plata en el mundo entero. Las haciendas funcionaban como otro de los pilares de la economía, ofreciendo a una clase social el poder local y la capacidad de acaparar la producción surgida del trabajo de campesinos e indígenas.
A casi doscientos años de aquella pelea, se habla mucho de la fiesta del bicentenario y se preparan celebraciones fastuosas. Para los de arriba es importante que esta celebración sea un mero show dejando de lado el carácter de lucha que tuvo aquella gesta. Intentan adueñarse de la fecha, como si ellos no reprodujeran hoy la explotación de los campesinos y trabajadores mexicanos. La clase política mexicana dice ser la heredera de aquellas peleas y se atreven a presentarse como representantes de los ideales independentistas; tratan de ataviarse con los colores patrios como si con ello, de pronto, se purificaran. No son los herederos de Hidalgo, de Morelos, de Guerrero o de Xavier Mina. Todo lo contrario, representan a los gachupines de ayer, representan el saqueo y la sobrexplotación, la corrupción y la sumisión, son, como lo fueron los funcionarios de la corona española, los parásitos de México.
Han pasado dos siglos de aquella gesta independentista y ahora dependemos aún más del poderoso vecino del norte: 60% de los alimentos que se consumen en México provienen de Estados Unidos; 90% de las manufacturas mexicanas llegan a territorio estadounidense así como el 80% de la producción petrolera. Con Estados Unidos se firmó el Plan Mérida que, tras la cortina de humo de la guerra contra el narco esconde el control y subordinación a los vecinos del norte y el combate a la resistencia de los de abajo dentro y fuera del país.
De nuevo tenemos que conquistar la independencia y la libertad de los oprimidos, y otra vez será resultado de la lucha y de la organización de quienes aspiramos a una vida mejor para todos, hermanándonos con los demás pueblos latinoamericanos en la búsqueda de condiciones que garanticen el pleno desarrollo de las potencialidades humanas. En estos tiempos en que nos quieren someter a la desmemoria, tenemos una tarea pendiente: resistir a los que tratan de someternos y luchar por la verdadera libertad y por una independencia, política y económica, real y tangible. Que no nos arrebaten la memoria. Adelante, con toda la fuerza de la historia.

¡Zelaya de regreso!

Los Brigadistas #2

El 27 de enero de 2006 Manuel Zelaya Rosales, miembro del Partido Liberal, asume la presidencia de Honduras. Ante la voracidad de las grandes compañías petroleras internacionales, como Shell, Texaco y Esso, Zelaya se ve presionado. Virar hacia Venezuela encontrando mejores condiciones en los contratos petroleros y, posteriormente Honduras se integra al ALBA, UNASUR y Petrocaribe, organismos de integración regional para formar un bloque de contención contra las medidas económicas y políticas yanquis que quieren seguir saqueando a los pueblos del continente. Además, Zelaya va retomando algunas de las principales demandas históricas del pueblo hondureño aun en contra del gran capital.
El castigo: un golpe de estado el 28 de junio, planeado y financiado por la rancia derecha de Honduras, encabezada por un pequeño grupo de empresarios y terratenientes que controlan los principales diarios,
los canales de televisión, la banca, la agroindustria, empresas energéticas y de la construcción hondureñas. Entre 10 y 15 empresarios pretenden terminar de un plumazo con un gobierno surgido de las filas de la alta burguesía terrateniente, pero que al virar hacia gobiernos progresistas (Cuba, Venezuela, Ecuador) y hacerse eco de algunas demandas populares, atentaba contra su voluntad y contra su poder. Los golpistas colocaron a Roberto Micheletti al frente del gobierno.
El día del golpe de Estado estaba planeada una consulta popular para decidir si se formaba una Asamblea Constituyente, tomando el ejemplo de Venezuela en donde la formulación de una nueva constitución facilitó la aplicación de políticas para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Ante la bota militar en las calles, los hondureños reaccionaron con creciente indignación y de inmediato empezaron a organizar la resistencia. Durante 83 días consecutivos el pueblo hondureño no para de luchar con paros nacionales, frentes locales, regionales y departamentales, masivas movilizaciones, plantones, cierres de carreteras y tomas de edificios públicos. Día tras día el pueblo lucha y resiste; no acepta la dictadura impuesta a garrote, cárcel y asesinatos. Ninguna medida del los golpistas ha podido contener la efervescencia política que sigue creciendo en Honduras.
A lo externo del país, la condena de los gobiernos de América y de otras partes del mundo al golpe de estado, fue prácticamente unánime. Hay diversas posiciones entre los gobiernos que se han manifestado: los gobiernos progresistas en Latinoamérica se han comprometido fuertemente en el apoyo a la resistencia hondureña. Otros, simplemente no están de acuerdo con la forma. Oscar Arias, presidente de Costa Rica, presentó una propuesta, apoyada entre otros por Felipe Calderón, que en realidad ofrece a los golpistas una vía para retractarse sin perder nada, porque en ella se ata de manos a Zelaya a cambio de permitirle el regreso a Honduras. Sin embargo, esta propuesta fue rechazada por los golpistas y por la resistencia hondureña. El gobierno de Estados Unidos se unió a las declaraciones condenatorias, pero no retiró la ayuda económica y militar a los golpistas.
La derecha hondureña y Micheletti han convocado a elecciones para el mes de noviembre. Se trata de una táctica que pretende dividir al movimiento y demostrar que el golpe al pueblo es irreversible, que no habrá Asamblea Constituyente, ni un país más que se sume al polo contrario a los intereses imperialistas.
El día lunes 21 de septiembre, Zelaya regresa a Honduras, se refugia en la embajada de Brasil. El pueblo se vuelca a las calles a darle la bienvenida, a pesar del estado de sitio decretado por los golpistas. En todas las provincias la población se moviliza hacia Tegucigalpa. El ejército toma las carreteras para impedir el paso. La población burla retenes. En la ciudad el pueblo se concentra alrededor de la embajada brasileña a la que los golpistas han cortado la electricidad y las comunicaciones, y se encuentra fuertemente rodeada por ejército y policía que amenaza con tomarla para llevar preso a Zelaya. El pueblo está dispuesto a impedirlo. Cientos de miles de hondureños movilizados en todo el país, enfrentando nada más con sus cuerpos, con sus gargantas, sus manos, sus mantas, su valor y su coraje a los cuerpos policiacos y militares fuertemente armados con tanques y todo tipo de armas.
El país es un polvorín. La moneda está en el aire. El desenlace afectará la correlación de fuerzas en todo el continente. La solidaridad con el pueblo de Honduras es urgente. ¡Apoyemos a nuestros hermanos hondureños!

Mensaje de América del Valle (15 de septiembre)

¡¡La independencia es un trabajo pendiente!!

http://atencofpdt.blogspot.com/2009/09/mensaje-de-america-del-valle-15-sep-09.html



PARTE 1


PARTE 2


Hermanos y compañeros de los pueblos de la orilla del agua, Atenco:

Compañeros de otras organizaciones y pueblos solidarios:


A un año de que se cumplan dos siglos de la lucha por la Independencia, a diferencia de otras patrias de América Latina como Bolivia con un gran indígena al frente, Evo Morales y un pueblo resuelto a defender su soberanía, nuestro México tiene muy poco qué celebrar y bastante para replantearse en cuanto a la historia que quiere cultivar desde ahora, pues ello, en las décadas venideras y en otros cien años, será la herencia que habremos dejado a los que vienen detrás.


¿Qué clase de celebración es a la que nos invitan los despojadores que han mandado construir carreteras, parques con sus tiendas transnacionales, zonas urbanas y de exclusividad sobre lo que hace unos años todavía eran ejidos, como sucede en pueblos vecinos como Texcoco, Tecamac o Acolman? ¿Qué hay que celebrar con la oligarquía que con una mano sostienen sus falacias patrióticas y con la otra militarizan y reprimen al pueblo por reivindicar en los hechos a Hidalgo, a Morelos, a Josefa Ortíz de Dominguez?


Es una afrenta a la dignidad e inteligencia de los mexicanos, que los tiranos pretendan que celebremos junto a ellos los impuestos y desempleo que cargan al pueblo y que a nombre de éste, mendigan prestamos multimillonarios a los organismos internacionales o saquean las reservas de patrimonios sociales como planean hacerlo contra el IMSS o la industria energética, todo para “sobrellevar” la crisis económica que 79 millones de mexicanos pagamos y vivimos en carne propia incluso mucho antes de la crisis mundial; mientras ellos, un manojo de rateros se aumentan mensual y anualmente millones de pesos que pertenecen al pueblo sólo por fingir que son ministros, magistrados, gobernadores, presidentes, jueces o cualquier especie de funcionario incompetente de los que abundan.


Reivindicar a las mujeres y hombres que se rebelaron y comenzaron la lucha por la independencia no es suficiente; lo que ellos iniciaron lo tenemos que continuar nosotros, organizados en la calle, en las fabricas, en el campo, en las escuelas, en la movilización, pero también tenemos que liberar nuestra ideología que sigue siendo enajenada por la basura mediática.


Sin meternos en detalles de todo lo que hemos pasado en por lo menos esta última década, es oportuno reiterar claramente, que si hoy no han podido despojarnos de nuestras tierras para imponer un aeropuerto o cualquier otro proyecto ajeno a los intereses y necesidades del pueblo no ha sido por la gracia de un presidente municipal ni tampoco por la de algún partido político; no ha sido por la buena voluntad de los gobiernos pues es de ellos de quiénes viene la violencia y los agravios. Los triunfos de nuestra lucha y resistencia son del pueblo, son obra y resultado de la unidad, organización, solidaridad y decisión para defender la dignidad y lo que por derecho nos pertenece.


Entre otras razones el intento de exterminarnos en mayo del 2006, también fue por todos nuestra enérgica lucha para arrancar los recursos del pueblo para llevarlos a sus escuelas, a la salud, al campo. Nadie nos estaba nos estaba regalando nada, esos recursos y más, le pertenecen al pueblo por lo que debe ser capaz de exigirlos y tomarlos. Igual que hoy concentramos nuestros esfuerzos para liberar a nuestros hermanos, ayer lo hicimos por tener escuelas y salud dignas de nuestros niños y esta pelea, la tendremos que retomar en algún momento.


Al entrante emisario del verdugo, el señor Mario Ayala, le decimos que que tenga presente que su llegada a la presidencia municipal cuestionada gracias a la tradición de comprar votos, no quiere decir que representa a la mayoría del pueblo y mucho menos que pueda pasar sobre éste sólo por el titulo que le regalaron en Toluca. Le dejamos muy claro que las tierras son del pueblo y si su misión es seguir comprándolas mediante prestanombres como lo ha hecho la CONAGUA o con la manipulación y chantaje a ejidatarios, puede estar seguro que cualquier intento de entreguismo para usted le será un fracaso y para su jefe superior, su gobernador, una derrota más. El uso del erario público debe ser para la infraestructura de primera necesidad como la salud, la educación o los drenajes y las veces que sean necesarias el pueblo lo emplazará para que le rinda cuentas.


A los hermanos, en su mayoría jóvenes de la Otra Campaña, que sostuvieron el plantón contra viento y marea -primero en el penal de Santiaguito y luego en el Molino de las Flores- , no tenemos más ofrenda que nuestro agradecimiento y reconocimiento. Más allá de las discrepancias, los que estamos convencidos de que la lucha por la libertad y la transformación de México es irrevocable, los hoy todavía presos, sus familias y los exiliados, les extendemos nuestra gratitud infinita. La lucha y muchas razones nos hermanan, Atenco es su pueblo.


Del mismo modo, queremos agradecer a los compañeros que decidieron mantener el plantón y han vuelto a hacer la convocatoria para reforzarlo, lo que significa para nosotros un llamado de atención a poner desde nuestras posibilidades nuestro granito de arena y hacer hasta lo imposible para no descobijar a los nueve presos que resisten en la mazmorra del Molino de las Flores.


Con mucho entusiasmo ha iniciado la segunda etapa de la Campaña por la libertad y justicia.


Hace días tuvimos el privilegio recibir a grandes mujeres como la premio nobel, Jody Williams, las compañeras incansables de Oaxaca, Guerrero y Ciudad Juárez y ahora mismo se impulsa una gira por doce estados que partió en el corazón de la dignidad, en Chiapas con nuestros hermanos zapatistas y pueblos del Bosque y de la Costa que lo mismo resisten las canalladas del ejército y los paramilitares, que se organizan y luchan contra las abusivas tarifas de luz y por la liberación de decenas de presos políticos con condenas aberrantes como la de 83 años que le han impuesto al maestro indígena Alberto Patishtán quién esta preso desde el 2001.


Sin embargo compañeros, hace falta que nosotros desde Atenco nos involucremos más, hace falta que multipliquemos esfuerzos para seguir informando en nuestras comunidades, porque puede sorprendernos, pero muchos no saben la magnitud de las condenas ni conocen a los presos políticos siendo que pertenecen a estos pueblos y a otros vecinos. Somos afortunados porque la solidaridad nunca nos ha abandonado, pero no podemos desentendernos, tenemos que participar más cada uno, desde nuestras posibilidades.


La libertad que aquí está en juego, no es una cuestión legal, en ésta tenemos todos los argumentos, pero mientras el sistema de justicia valga sólo para exonerar a criminales y producir impunidad, sólo nos queda la movilización popular y las instancias internacionales.


Recientemente se han agotado los recursos legales de la mayoría de los presos políticos y estamos esperando las respectivas resoluciones, sin embargo, es un error albergar toda nuestra esperanza en el poder judicial; más valdría reservarla para tener temple en momentos difíciles como los que nos han depuesto y a los que hemos vencido todo este tiempo. Lo que no podemos poner en duda es que nuestros hermanos saldrán libres y mientras Enrique Peña Nieto siga impune y mantenga la venganza, el pueblo no se quedará callado ni resignado.


Nuestra lucha por la liberación de los presos políticos no es de un solo esfuerzo y mucho menos es botín de algún partido político. La libertad de nuestros hermanos, es de todas y todos los que estén dispuestos a asumirla y defenderla, es del pueblo organizado y en su capacidad para reunir sus fuerzas estará la libertad.


En este sentido, nos parece oportuno subrayar que en el FPDT es bienvenida la discusión y crítica constructiva, pero dejamos bien claro que no aceptamos ninguna injuria, venga de donde venga, que pretenda la intriga y la siembra del sectarismo al acusarnos de permitir el “maiceo” como si la libertad de nuestros hermanos y la solidaridad fueran monedas de cambio. Nuestros principios están intactos, nuestra conciencia también y si hubiese algo por rectificar seremos los primeros en hacerlo sin la necesidad de seudónimos.


Como FPDT siempre vamos a privilegiar el respeto, las acciones y el trabajo honesto de hermanos solidarios que sin escatimar nada, asumen la lucha por la libertad y justicia en sus manos.


Bienvenida la segunda etapa de la Campaña por la libertad y justicia, bienvenidos todos los esfuerzos que edifiquen la lucha y unidad de los más posibles.


Tenemos un gran compromiso con los presos politicos de Atenco pero también de otros pueblos y organizaciones hermanas, y en lo personal esta resistencia no es ningún sacrificio, es un deber en consecuencia con el país que queremos transformar de raíz. El llamado de la lucha por la independencia sigue vigente, entonces, no hay derrota, la lucha sigue.


Para concluir, quisiera enviar un fuerte abrazo a las familias de los presos políticos y a sus hijos que también resisten.


A la familia Altamirano Nuñez. Un abrazo intenso. Entre tantos hermanos que me han nacido en el camino de la lucha, Panchito fue y será quién me siga poniendo el ejemplo para estar firme sin perder la alegría y el coraje en cada batalla que sea necesaria.


Por él y por todos los que desde otras trincheras nos acompañan, no vamos a descansar hasta ver a nuestro pueblo sonreír y vivir con plenitud.


MÁS VIVOS QUE NUNCA: POR ELLOS, NI UN MINUTO DE SILENCIO, TODA UNA VIDA LUCHA

PRESOS POLÍTICOS DE TODO EL PAÍS, LIBERTAD

JUSTICIA PARA LOS PUEBLOS

CASTIGO PARA LOS TIRANOS

HASTA LA VICTORIA

VENCEREMOS

América Del Valle

Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.

Padecen hambre crónica mil 20 millones de personas

Producción incluyente y elevar ingresos de pobres, los retos
El alza a los precios de los alimentos no ha terminado, advierte el funcionario de la ONU. Alerta del peligro que se cierne sobre los países en desarrollo por el arrendamiento de tierras por naciones ricas para asegurarse el abasto. Además, considera necesario replantear la agricultura ante el cambio climático

El mundo nunca produjo tantos alimentos como en el último año. Y, paradójicamente, el número de seres humanos que padece hambre crónica es más elevado que nunca: mil 20 millones de personas, una sexta parte de la población mundial. De ellos, 115 millones, poco más que la población de México, se sumaron en el último año. El error que hemos cometido en el pasado es creer que produciendo más alimentos conseguiríamos necesariamente victorias decisivas en la batalla contra el hambre, reflexiona Olivier de Schutter, relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación.
De Schutter, quien inicia este lunes una visita a México, comenta a La Jornada: La crisis provocada por el alza en el precio de los alimentos no ha terminado. Plantea la necesidad de acciones globales para limitar los riesgos derivados de la especulación financiera con granos, una de las causas del disparo en la factura alimentaria.
La magnitud de la crisis financiera distrajo sobre los efectos derivados del alza en el precio de los alimentos. En el primer semestre de 2008, los precios internacionales de los cereales fueron los más altos en 30 años, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Han bajado desde entonces, pero se mantienen arriba de los niveles observados en años recientes y la FAO prevé que sigan así. Ese organismo considera que una persona padece hambre crónica si consume menos de 2 mil 100 calorías por día.
Hablar del derecho a la alimentación, explica Olivier de Schutter, es hacerlo sobre la justicia social. Porque es la pobreza y no un desajuste entre oferta y demanda, la que explica que haya hambre en un mundo de abundancia, dice, al responder por escrito un cuestionario de este diario.
–¿Cómo explica la contradicción entre el hecho de que la producción de alimentos es más alta que nunca y el aumento en el número de personas que padecen hambre?
–Cometimos el error de creer que produciendo más alimento conseguiríamos victorias decisivas en la batalla contra el hambre. Pero se produce de un modo que aumenta las desigualdades. Hemos marginado a los pequeños agricultores, propiciado la migración rural y la formación de zonas marginadas en las grandes ciudades del mundo en desarrollo. Las cosechas del otoño de 2008 fueron históricamente las más altas, pero el número de personas con hambre rebasó los mil millones. No debemos preguntar sólo cómo producir más, sino también cómo producir de manera incluyente y de forma que aumenten los ingresos de los más pobres.
–La crisis financiera surgió cuando ya había una crisis alimentaria. ¿Cómo evoluciona la situación?
–La crisis de precios en los alimentos no ha terminado. Una situación de emergencia persiste en 32 países. En 58 países en desarrollo, alrededor de 80 por ciento de los precios son más altos que 12 meses antes y 40 por ciento mayores que en enero de 2009. En África Subsahariana el arroz cuesta hoy más que hace un año. Y en nueve de cada 10 países el maíz, mijo y sorgo es hoy más alto que hace un año.
Agrega: los persistentemente altos precios en varios países afectan el acceso suficiente y adecuado de alimentos a grupos vulnerables, porque los pobres gastan la mayor parte de su ingreso en comida, a costa de otras necesidades. El hecho, abunda, de que los precios domésticos sigan altos o aumenten, a pesar de la disminución de las cotizaciones internacionales, muestra que el verdadero desafío tiene que ver con preguntas de economía política: quién produce, quién comercia, quién tiene el poder adquisitivo para consumir. Esos son los temas, no si el suministro empareja la demanda.
–¿Cuál ha sido la respuesta política a la crisis alimentaria?
–Algunos países en desarrollo han adoptado dos tipos de medidas. Invertir fuertemente en la agricultura, sector que fue descuidado desde los años 80 porque se pensó que sólo era remunerativo para los países más competitivos. Y, segundo, han lanzado programas sociales de transferencia de efectivo a los pobres. Son medidas importantes y útiles, pero insuficientes a largo plazo. Debemos cuestionar, a un nivel fundamental, nuestro paradigma de desarrollo agrícola. Debemos pensar cómo reconstruir la agricultura para asegurar que no contribuye a agravar el cambio climático, que es la mayor amenaza a la seguridad alimentaria, y la forma de elevar el ingreso de los más pobres.
–¿Cuál fue el papel de la especulación en el aumento del precio de los alimentos?
–La especulación que hicieron fondos de inversión en materias primas agrícolas en los mercados de futuros fue un factor significativo para el pico de precios observado en 2007/2008. Entre 2006 y 2008 la abundancia de liquidez internacional combinada con una baja en los rendimientos de los mercados financieros hizo entrar grandes flujos de capital en los mercados de materias primas agrícolas. Apostaban a que los precios subirían o bajarían como una estrategia de inversión de corto plazo. Las ventas a futuro formaban parte de las decisión de administración de sus carteras y no tenían que ver con los fundamentos de la economía. Estos fondos especulaban con una canasta de alrededor de 20 materias primas y llegaron a manejar, en marzo de 2008, contratos por 400 mil millones de dólares, el doble que a finales de 2005.
Una vez vistos los efectos de esas prácticas, propone medidas para enfrentar en el futuro la especulación con alimentos. Pueden ser de carácter regulatorio, que las autoridades impongan cuotas que reduzcan el margen a los especuladores. Otra, excluir a los fondos de riesgo de los contratos con materias primas agrícolas. En el plano más operativo, mejorar la gestión de los inventarios de granos a nivel mundial, así como una mayor coordinación entre los encargados de esos inventarios para limitar el atractivo a la especulación.
La especulación es un problema que debemos atender. A pesar de numerosos llamados de atención en este sentido, no ha habido ningún avance en el último año. Los riesgos sistémicos permanecen. Esto revela un hueco en la forma de gobierno global, por el cual las poblaciones pagan un precio muy alto.
–¿Cuál fue el papel de las grandes corporaciones en la crisis alimentaria?
–Durante la primera mitad de 2008 los gobiernos bajaron tarifas de importación a fin de asegurar un precio más económico para los consumidores. Pero esa medida sólo era eficaz si los comerciantes bajaban sus precios en proporciones similares. Resulta que los comerciantes tienen poco incentivo para bajar sus precios, en particular cuando ocupan posiciones oligopólicas. Estoy convencido que la agroindustria tiene un papel esencial para productores y consumidores. Pero los desequilibrios de poder en la cadena de distribución y producción son considerables y no pueden ser ignorados.
–¿Cuál es la consecuencia del desplazamiento del pequeño productor agrícola y de la agricultura tradicional?
–Demasiado a menudo se ha abandonado a los agricultores pequeños, se les han retirado apoyos, en parte debido a su falta de poder y a la creencia, tan profundamente arraigada, de que entre más grande sea una granja es más productiva. Los pequeños productores contribuyen a la seguridad alimentaria, en particular en áreas atrasadas, donde producir localmente evita costos altos de transporte y de comercialización.
–¿Cuál es la consecuencia de este reciente fenómeno de arrendamiento de tierras por parte de algunos gobiernos, que buscan asegurarse extensiones agrícolas en otros países?
–Este es un fenómeno enormemente importante. En los últimos tres o cuatro años inversionistas privados y gobiernos han mostrado un interés creciente en la adquisición o arrendamiento a largo plazo de grandes extensiones de tierra cultivable, en especial en países en vías de desarrollo. Entre 20 y 30 millones de hectáreas de tierra de labranza en países en vías de desarrollo han sido sujetas a negociaciones que involucran a inversionistas extranjeros desde 2006. Esto representa más que la extensión cultivable de Francia y una cuarta parte de las tierras agrícolas de la Unión Europea.
Algunas transacciones son de gran escala. La mayor demanda es de tierras cercanas a reservas de agua, que pueden ser regadas a un costo relativo bajo, o de tierras que están cerca de mercados hacia donde pueden ser exportados los productos, comenta. Brasil, por ejemplo, es uno de los países que están en la mira de quienes buscan tierras para asegurarse alimentos en el futuro. Los principales blancos son países en desarrollo: tienen un clima favorable, mano de obra abundante y de bajo costo y tierras baratas. Hay oportunidades, pero también grandes desafíos de derechos humanos. Un Estado actuaría en contra de los derechos humanos de su población si al arrendar o vender tierras privaran a la población local del acceso a recursos productivos indispensables para su sustento, menciona.

De la casa a la carpa en U.S.A.

La crisis financiera mundial y sus orígenes en las estafas inmobiliarias estadounidenses. La consecuencia: miles de estadounidenses viviendo, en la actualidad, en carpas. Una muy buena crónica del nuevo estilo de vida norteamericano.

Fabiana Videla, desde Estados Unidos

Hace unos meses, iba a escribir sobre la crisis inmobiliaria en U.S.A., pero cuando me senté a hacer la nota, me di cuenta de que difícilmente podía hablar de eso a un público latino si antes no explicaba cómo se hace acá para comprar una casa y sobre todo, qué diferencias culturales hay entre nosotros y los gringos con respecto a “la casa”. Entonces escribí una nota titulada “La casa en U.S.A.”, pensando hacer después una segunda parte sobre la “burbuja inmobiliaria”.

Pero fueron pasando el tiempo y los temas. Obama, Haydée y la Vendimia me llevaron por otros rumbos, y la segunda parte imaginada quedó en veremos.

Cuando las noticias de la semana pasada dieron cuenta del “fenómeno” de la gente de la ciudad de Sacramento, en California, que se queda sin casa y tiene que vivir en carpa, decidí seguir con el tema, pero no centrándome en la burbuja inmobiliaria sino en cómo se pierde una casa en U.S.A. Ver las imágenes californianas es impresionante: carpas (no casas), senderitos de tierra (no calles asfaltadas), basura y yuyos (no jardines impecables), gente caminando (no gente manejando), bolsas de plástico a la espalda (no bolsas de boutique en la mano), ropa lavada en fuentón y tendida en soga (no ropa de tintorería o de lavarropa y secarropa), hombres juntando madera para el fuego (no ajustando la temperatura del aire acondicionado para que haga mucho frío en verano y mucho calor en invierno), personas escarbando en el carrito de supermercado que alberga todas sus pertenencias (no eligiendo ropa dentro del placar gigante), mujeres cocinando al aire libre y con leña (no descongelando y calentando en el microondas), utensilios sobre una piedra en el piso (no sobre una mesada de granito reluciente), reunión alrededor del fuego con los vecinos (no reunión escritorio de por medio con los clientes), ollas comunitarias con sopa de lo que haya (no hamburguesa en el auto o pizza pedida por teléfono), baño de arbustos o de estación de servicio a una milla (no baño de mármol al lado del dormitorio), niños jugando a la pelota en lo oscuro (no niños jugando videojuegos en el living), perros sueltos que hacen caca por ahí (no mascotas que salen a pasear), silla de plástico bajo el cielo (no sillón masajeador frente a la tele), cierre de plástico y oído alerta (no puerta lustrada y alarma electrónica), grito (no celular), pedido de ayuda para lo básico (no ofrecimiento de caridad con lo que sobre). Todo esto en un campito que es propiedad de una empresa que no lo usa, bajo un cielo cruzado por cables de alta tensión que llevan electricidad a los que todavía pueden pagarla, al lado de una ruta que conduce al telón de fondo: la ciudad del primer mundo donde hasta hace tres meses estos campamenteros vivían como si nada. Al campamento le dicen “tent city” (ciudad de carpas). Tiene como trescientos habitantes, pero todos los días hay más de un recién llegado.

Los que se creen los “verdaderos vecinos”, es decir, los que todavía tienen trabajo, casa, auto y electricidad, se quejan de que “esta gente” esté “haciendo eso” en “ese terreno”: “hay malas condiciones sanitarias”, “no se sabe quién vive ahí”, “es peligroso pasar cerca”, “se ve feo y deprecia el valor de las propiedades circundantes”, “es malo hasta para ellos mismos”, “hay que sacarlos” dicen, sin darse cuenta de que el título de sus propias casas todavía lo tiene un banco y de que ellos mismos pueden aterrizar en el campito en cualquier momento.

Los “homeless” (los sin casa) de “tent city” preguntan desesperados a los periodistas que se acercan a comprobar la “invasión” de la propiedad privada: “¿a dónde quieren que vayamos: a sus estadios con césped artificial y techo para cuando llueve, a sus parques con fuentes y perfectos senderos donde caminan para mantener su cuerpo tonificado, a sus plazas con tobogán y columpios donde sus niños juegan, a sus jardines del frente que sirven de primera impresión para los que llegan a la casa, a sus jardines de atrás donde se relajan cuando no están trabajando, a sus espaciosos estacionamientos frente al mall donde van de compras?”. “¿Adónde podemos ir?”. “¿Cómo nos convertimos en sanitaria y estéticamente aceptables?”. “¿De qué manera desaparecemos sin morirnos?”.

Los hombres y mujeres de prensa les piden que cuenten cómo llegaron “a esta situación”.

Todas las historias son de pobreza y la pobreza no es nueva ni apareció recién ni empezó acá con ellos, pero lo novedoso y morboso de esta pobreza de acá, lo “amarillista” que interesa al público, es lo instantánea y efectiva que es esta pobreza de acá, lo subversiva del status quo que es esta pobreza de acá. Es casi realismo mágico que esta señora que revuelve una olla en el piso, hasta hace tres meses fuera contadora de una empresa, que este señor que arrastra una carga de cajones de fruta para quemar, hasta hace dos meses fuera vendedor de autos, que entre todas estas personas haya muchos que no sepan cocinar o hacer fuego o lavar ropa. “Hay que aprender a hacer las cosas y hacerlas a mano y a pulmón, es como volver a vivir en los días en que se estaba colonizando el oeste”, se lamenta una mujer que hasta hace un mes era maestra de quinto grado.

Si a las historias que cuenta esta gente se les quita lo personal y lo anecdótico, todas se resumen en el mismo esquema, porque todas las casas se pierden de la misma manera: el señor o la señora que vive en su casa sobre la cual pesa una hipoteca, de repente se queda sin trabajo (porque la crisis trajo desempleo, vio) y ya no puede pagar la cuota del préstamo. Tampoco puede refinanciarlo porque no tiene trabajo. El señor o la señora intenta vender la casa para pagar todo el préstamo y quedarse con una diferencia (para eso la remodeló constantemente e invirtió en mejoras), pero el mercado está parado y nadie compra, y aún si alguien comprara, lo haría por un tercio de lo que el señor o la señora pagó por la casa hace cinco años y de lo que debe al banco. El señor o la señora tiene todo su capital invertido en la casa, pero la casa es también una deuda inmensa que pensaba cancelar en los próximos treinta años... Ahora resulta que el señor o la señora no puede usar su capital para pagar su deuda. La casa se ha convertido en un salvavidas de plomo, pero todavía es techo.

Entonces el señor o la señora, para pagar la hipoteca y no perder la casa, corta drásticamente los gastos –incluyendo seguro de salud- y vende lo que puede. Todo menos el auto, porque acuérdense que en alguna otra nota les conté que en Estados Unidos si uno no tiene auto está frito. Sin embargo, cuando se agota el límite de la última tarjeta de crédito que va quedando, no hay más remedio que desprenderse del coche. Entre pitos y flautas, el señor o la señora se atrasan dos cuotas hipotecarias y les llega una carta ordenando el desalojo del inmueble, de “mi casa” como le dicen ellos. El señor o la señora se ven obligados por ley a entregar las llaves a la entidad financiera que les hizo el préstamo, y ésta, sin mediar más trámite, clava un cartel en la puerta que dice “foreclosure” (ejecución hipotecaria). Y los “inversionistas” se relamen y se preparan, pensando en lo poco que dentro de poco van a pagar por mucho.

El señor o la señora sube sus petates a un taxi y se va a un hotel barato. Pero eso al toque empieza a ser caro. Entonces busca lugar en algún refugio de los que dan techo y comida a los “homeless” (aunque el señor o la señora todavía no se siente tal), pero estos lugares están hasta el tope, con los “homeless” de siempre más los señores y señoras ex-propietarios que llegan a diario. “Ni un pie cuadrado libre”, dicen los encargados. El señor o la señora, que muy previsor/a no vendió la carpa que usaba para ir de campamento los fines de semana, la instala en “tent city” y comienza una nueva vida sin trabajo, sin casa, sin auto, sin seguro de salud, sin luz, sin nada.

A ver, repaso: de la casa al hotel, del hotel a la carpa. ¿Se dan cuenta de que está faltando algo? Casa, hotel, carpa. ¿O soy yo que me he equivocado? No, salvo excepciones, el recorrido es clarísimo: casa, hotel, carpa. Está faltando algo nomás, y no hay que ser un genio sino solamente un latino para descubrirlo: si un señor o una señora, clase alta, clase media o clase baja, segmento A, B, C, o D, se encontrara en “esta situación” en Mendoza (tomo como ejemplo a Mendoza, pero podría ser Lima o cualquier otra ciudad latinoamericana), ¿por cuántas casas de parientes y amigos pasaría, a lo largo de cuánto tiempo, antes de quedarse en la calle, digo, en la carpa?

Nosotros los latinos queremos vivir en nuestra ciudad (hay algunos que hasta quieren vivir toda su vida en el mismo barrio). El trabajo lo buscamos ahí, y si no lo encontramos decimos con toda razón que “no hay trabajo”. Ahí tenemos a nuestros hijos, que se hacen amigos de los hijos de nuestros amigos que eran los hijos de los amigos de nuestros padres. Y cuando nos juntamos con la familia, que es todo el tiempo, eso incluye a tíos, abuelos, hermanos, primos, sobrinos, novios, ex-esposos, familiares de los familiares políticos, etc. Nuestros hijos siguen viviendo con nosotros mientras van a la Universidad si es que van, o hasta que se casan, y algunos, siguen viviendo con nosotros una vez casados. No todos nosotros tenemos casa propia, pero sí tenemos una abuela que nos cuide los niños, y una amiga que nos atienda si estamos enfermos, y una cuñada que vaya a buscar los chicos a la escuela, y un médico de la familia que nos revise antes de que vayamos a parar a un hospital, y un tío que nos preste el auto, y alguien que nos socorra en caso de urgencia económica. Y si no tuviéramos qué comer podríamos pasar meses cayendo a casas de amigos o familiares. Y ni hablar de si no tuviéramos dónde dormir: aparecerían cuartos que no se usan, piecitas de atrás, garages, cuchetas, no sé. Pero estoy segura de que habría un millón de paradas entre la casa y la carpa. Esas “paradas” se deben a las relaciones de interdependencia humana y son las que forman el “colchón social”, como le digo yo para mis adentros. El “colchón social” está hecho de la relación diaria y de compromiso total que nosotros latinos tenemos con nuestra familia, nuestros amigos y nuestro lugar antes que con el trabajo. El “colchón social” nos protege de las caídas.

Acá, la cosa es distinta. El trabajo es el eje principal de la vida de las personas. Desde la secundaria ya van pensando en notas y en préstamos para acceder a una universidad unos, y en un trabajo los otros. La universidad se busca según su prestigio, pues a mayor prestigio de la universidad, mejores los trabajos que consiguen sus egresados. No importa dónde esté la universidad: a los 18 años, los chicos se mudan ahí. Solamente volverán a la casa de los padres para vacaciones o fiestas de guardar. Se irán haciendo amistades en el lugar donde viven. Se recibirán. Se casarán con alguien que presentarán a sus padres en una de sus breves visitas. Se irán a trabajar a donde consigan trabajo. Y lo mismo pasará con sus amigos del barrio, de la secundaria y de la universidad y con sus primos y hasta con sus padres, que se seguirán mudando según las necesidades laborales hasta que se jubilen. Acá uno no trabaja donde vive, sino que vive donde trabaja y vive para trabajar.

Por ser centrada en el trabajo, la sociedad de acá es móvil y es atomizada al máximo. La célula fundamental es todavía la familia, pero una familia de papá, mamá y nenes, o una familia de persona sola. No digo -y quiero ser muy clara en este sentido- que acá la amistad no exista o que no quieran a su familia o que no sean caritativos, porque eso no es verdad. Hablo del estilo de vida en general, comparado con el nuestro. A mí me parece que acá las relaciones sociales están debilitadas por la distancia y la falta de tiempo. Se mudan tanto, viven tan lejos unos de otros y están tan ocupados con su trabajo, que se crían y desarrollan sin buscar ni esperar apoyo de nadie, concentrados fundamentalmente en proveer para su familia inmediata. Las amistades son siempre o relativamente nuevas (en los nuevos lugares) o relativamente a la distancia (en los viejos lugares). Lo más común acá es llamar de vez en cuando a los que están lejos, mandar un regalo de cumpleaños por correo, enviar una carta en diciembre relatando los principales eventos del año (no personalizada sino destinada a un grupo de amistades y familiares) y, con un poco de suerte, previsión y plata para el viaje, juntarse para Navidad o Acción de Gracias.

Dadas estas circunstancias, acá para todo hay “ayuda profesional” que contratar y pagar: si se necesita que alguien se quede con los niños se llama a una niñera, si hace falta cuidar a un enfermo se llama a una enfermera, si se rompe el auto se alquila uno, si se necesita plata se pide un préstamo, si hay una emergencia se llama a la ambulancia o a los bomberos o a la policía. Eso en las vidas privilegiadas. Los pobres tienen que probar que son pobres y recurrir a la “asistencia social” vía organizaciones sin fines de lucro o programas de apoyo estatales que atienden sus necesidades. Es decir que acá todo está organizado para que uno tenga los servicios que necesite y no dependa de nadie ni necesite a nadie. Pero no depender de nadie y no necesitar a nadie se convierte silenciosa e indefectiblemente en no tener a nadie.
El individualismo a ultranza, la eficiencia, la movilidad, el trabajo como fuente principal de bienestar y el bienestar considerado exclusivamente como económico, han debilitado el “colchón social” de la familia y los amigos, lo han convertido en “almohadoncitos” que no sirven para recuperar el aliento ni mucho menos para dormir. Sin “colchón social”, cualquier crisis es feroz. Sin “colchón social”, los habitantes de “tent city” han pasado directamente del sueño americano de la casa propia a la pesadilla increíble de la carpa solitaria, sin paradas intermedias. Eso a nivel micro.

A nivel macro, la “ciudad de carpas” sirve para probar lo que injustamente no han podido probar ni la villa miseria argentina, ni la favela brasilera, ni el asentamiento humano peruano. Porque todos estos conglomerados latinoamericanos de cartones y chapas están hechos de mudanzas con carretilla una por una a lo largo de años, de desempleados que nunca tuvieron empleo, de pobres de siempre, de pobres de a poco, de pobres que no se notan ni se atienden porque están contemplados como una categoría más del sistema y justificados con explicaciones tan idiotas y crueles como “ya saldrán de pobres cuando se pongan las pilas”, “que se dejen de rascar y vayan a trabajar”, “ya participarán de la riqueza cuando ésta se derrame poco a poco de las empresas”, “tienen que tener paciencia”, etc. Hay miles de expresiones semejantes pero esto ya está largo y hasta un diario digital tiene sus límites y los lectores su paciencia.

Decía que “tent city” –a diferencia de villas, favelas y asentamientos- sirve para probar algo porque en sus carpas vive gente que siguió la receta del sistema al pie de la letra y que hasta hace tres meses ocupó una casa en el corazón del sistema mismo. Estos “nuevos pobres” no son tan fáciles de justificar y esconder como los “pobres de siempre”, porque éstos hace tres meses fueron “clase media”, éstos estuvieron a favor del “libre mercado” y de la “flexibilización laboral”, éstos creyeron en la “estabilidad” sin darse cuenta de que vivían siempre a dos sueldos de distancia de la pobreza más completa, éstos no repararon nunca en que “reestructuración empresarial” era lo único que había entre sus casas y las carpas.

“Tent city” es importante porque el discurso oficial –aunque ya trata de disfrazarla como episodio de la crisis- todavía no ha alcanzado a incluirla como categoría del sistema. “Tent city” es una denuncia de que el sistema no funciona porque “tent city” es un campo de concentración del sistema, como lo han sido y lo son -aunque mudas e incorporadas al pintoresco paisaje del tercer mundo- las villas miserias argentinas, las favelas brasileras y los asentamientos humanos peruanos.

En 2009, alrededor de 53 millones de personas quedarán por debajo de la línea de extrema pobreza ($ 1.25 por día); a fines de 2010 el desempleo en los países ricos será superior al 10% (The Economist, March 14th-20th 2009, p.11). Si las estimaciones son correctas y las cosas siguen como están, si el trabajo continúa disminuyendo y la pobreza aumentando, el “colchón social” que separa nuestras casas de las carpas va a dejar de ser un latinísimo lujo nuestro para convertirse en un requisito de supervivencia global. Vamos a tener que aprender a cultivar la única riqueza que no depende de la economía: las relaciones humanas.

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